Enrique Galdos Rivas es uno de los maestros más prolíficos de la pintura peruana. Su arte es inclasificable, porque pasó por todas las corrientes, hasta llegar a consolidarse en el aspecto cromático; no por algo, se le conoce como el Mago del color. A sus 87 años de edad, su sentido del humor sigue intacto como cuando desde joven ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes, sin imaginarse que, al egresar en el año 1959 ganaría la medalla de oro, junto a su promoción que hoy se ha convertido en histórica.
Conversamos con el maestro, en este inicio del 2021.
Hace exactamente un año acudí a tu muestra retrospectiva en el ICPNA y al poco tiempo, llegó la pandemia.
Bueno, tengo una especie de suerte, porque el único que prácticamente ha expuesto en el año 2020 de forma física ha sido Galdos Rivas. Yo inauguré mi retrospectiva los primeros días de enero y terminé a fines de febrero y a las dos semanas vino la pandemia; como diciendo: “Mira el único que va a exponer en 2020 es Galdos Rivas y después se acabó”. Eso ha sido algo especial.
Allí expusiste 100 obras ¿Cuántas satisfacciones te trajo esa importante individual?
Bueno, te voy a decir, que para mí fue muy importante porque esa sala es magnífica y muy bien iluminada. Se vio muy bien toda la muestra con una sola mirada, porque se vio de otra forma, en lugar de estar mirando por partecitas. Esa fue una gran muestra y fíjate que, si me demoro 15 días más, no salía, porque se hubiera cambiado el programa. Eso me ha satisfecho, pues.
Tienes más de 60 años de carrera artística.
Solo ponle sesenta y picos… a ver, a ver. O ponle mejor 65 años, por ahí va.
Y cuentas con más de 2,300 obras en tu haber.
Tengo 2 mil nomás… porque los 300 ya se vendieron (risas).
A lo largo de tu experiencia, tu trajín en el arte ha sido muy duro
La vida de un pintor, sobre todo como la mía es una novela prácticamente, porque está llena de momentos, de circunstancias a favor y en contra. En algún momento, de repente yo estaba en Suiza, o llegaba acá a Perú y de ahí me invitaban a Comas y de Comas volvía nuevamente al Centro de Lima y luego me iba a Quito. Ha sido una vida muy activa. Pero la vida del artista es así. Porque en un tiempo estaba solvente y en otra época estaba medio garifo. En otro momento andaba con una gallada criolla peruana, y de repente, otra vez estaba con un gringo en Holanda conversando. Otras veces hacía una exposición y me pasaba algo simpático, porque estaba medio melancólico y me ganaba un premio.
A pesar que fuiste galardonado con varios premios, ¿Por qué crees que los críticos de arte han sido mezquinos contigo?
Creo que ha sido una especie de envidia, porque decían: “Ese chiquito viaja, expone en el extranjero, gana premios seguidos y todo”. Y ellos haciendo crítica pues, no sacaban nada, porque tampoco quedaron, ni van a quedar en el ambiente artístico nacional. Mi nombre figura en escenarios internacionales de arte. Otros decían que yo no pintaba bien, porque no he conocido grandes obras extranjeras ¿y eso qué tiene que ver? si yo soy un creador y más bien, pienso que un extranjero debe venir acá para aprender a pintar; sobre todo, si tiene de maestro a Galdos Rivas.
La verdad, que esos críticos nunca le han hecho un bien al arte en el país.
Una vez, en el año 1965 un crítico de arte me criticó muy feo, a pesar que yo había hecho cosas interesantes en la pintura; sin embargo, siempre había alguien que jodía. Yo no hacía caso, pero mis colegas me decían: “contéstale” y en los años ’65 y ’66 gané dos premios y esos premios los expusieron en el mismo lugar del diario El Comercio; entonces, yo dije: “Esta es mi respuesta a estos señores críticos que me tratan mal”. Pero yo por mi carácter, nunca he tomado eso en serio, porque eso es parte de la vida. Más vale que en una página entera te escriban mal, a que te escriban bien en un espacio chiquito.
Siempre haces alusión al alma del artista. Hay muchos artistas que pintan, pero no tienen alma de artista.
Bueno, sí. La pintura siempre se ha pensado como un hobby, porque nadie cuando inicia una carrera artística cree que va a triunfar, porque es difícil pues, y de cien que estudian a lo mucho lo logran diez. Sin embargo, ese hobby después se volvió un deber. Y tuve que tener fe y decir: “yo voy a ser pintor” y me dije: “este año tengo que hacer algo”. Me puse un reto y ese año de 1960 que iniciaba mi vida artística, me dije: “Si este año no la hago muy bien… voy a ser un mediocre”. Desde allí, le puse alma corazón y vida, como dice el vals criollo, y entonces gané todos los premios de pintura en ese año. Eso me dio fe y así joven como era, dije: “Ya soy pintor”.
También tienes vocación para el canto. Tus dos hijas maravillosas son cantantes porque siguieron tus pasos. ¿Cómo fueron tus inicios cantando?
Tú sabes que en mi juventud también quise ser cantante, y para eso me sometí a concursos y más o menos quedaba finalista. Pero creo que, en esa época como era radio y televisión, ellos también veían que sea un galán, porque así son los cantantes; aunque yo, más o menos me defendía. El canto me ha ayudado mucho a sociabilizar, porque siempre atrae a la gente, sea en un bar, en una casa y en cualquier lugar donde no me conocían y todo eso era muy interesante hasta con el romance. Pero preferí la pintura… y ya para qué, si ya había un Manzanero y no podía haber dos, (risas).
Para ti, la vida tiene cuerpo de mujer.
Por supuesto. Por ejemplo, cuando veo a una mujer, no solamente la veo como si fuera una mujer para el deleite amoroso; también la veo como una obra de arte, como si fuera una flor y la admiro. Gozo viendo a las mujeres.
¿Durante la cuarentena, pensaste en la muerte?
Yo nunca he querido morir como todo el mundo, pero siempre hablo de la muerte, y hasta me gusta hacer chistes: “que yo ya estoy muerto”. Pero la pandemia me ha dado lo que no tuve. Estuve más de 60 años sin vacaciones porque soy muy terco, y la única hora que no pintaba era cuando tomaba (risas). Y con esta pandemia, después de más de 60 años me he podido dedicar a tener unas vacaciones. Esta pandemia la he tomado como unas vacaciones y en este descanso estoy escribiendo algunas tonterías de mi vida, como para no perder el tiempo. Pero lo que no me agrada, es que ese virus todavía no muere; entonces a mi edad, yo quisiera quedarme como soy. Quiero seguir cantando, tomar mi trago bailando, ir a la fiesta, a la guaracha; ir a las reuniones y a las muestras plásticas.
¿Y cuando llegue la vacuna contra la Covid, te la aplicarás?
Posiblemente, porque con vacuna o sin vacuna… ya estoy en una edad que he vivido bastante. No me gustaría, pero qué voy a hacer, porque de todas maneras si no llega la cura, también te puedes contagiar y ese es otro problema.