Opinión

Energía limpia con negociaciones sucias y tarifas caras

Lee la columna de Hans Herrera Núñez

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Ante un shock eléctrico próximo y un cambio en la normativa que consagre el reino de las empresas energéticas renovables, es bueno en este momento que todos revisemos nuestro último recibo de luz con atención y descubramos por donde se dirige el futuro y que planes tiene con nosotros.

El Relato mata el dato

Desde hace años se nos vende las maravillas de energía verde para salvar el planeta. Lo que no nos cuentan es que eso involucra que las tarifas nos salgan más y más caras. Las intenciones pueden parecer buenas, pero detrás de lo que se dice se esconde lo que se calla. Y el Perú no es ajeno a esta transformación global energética que no es otra cosa que la pérdida de soberanía y seguridad energética. Para comernos semejante yuca vegana, se nos ha metido en la cabeza el no depender de fuentes de energía que contaminan el planeta o simplemente no depender de éstas. A través del relato globalista de un futuro verde y limpio se viene impulsando en toda la región la diversificación energética que no es otra cosa que el camino a una hegemonía de un tipo de energía no del todo segura y confiable.

Lo que se dice y lo que se calla

Lo que se busca actualmente en el Congreso de la República es la modificatoria de la ley respecto a energía y electricidad, y que según sus promotores no es otra cosa que  incrementar la competencia en la actividad de generación eléctrica para promover nuevas inversiones en la generación de energía. En la reunión de la Comisión de Energía de ayer martes 1 de octubre, se dijo entre otras cosas que lo que quieren es una reducción en los costos de generación a causa de la competencia de las distintas tecnologías.  Hablan de evitar el aumento de tarifas en un hipotético futuro cuando en el presente real ya subió en nuestros recibos y va a seguir subiendo a causa de los subsidios con que artificialmente se busca impulsar una energía limpia pero cara para un pueblo pobre. De esto trata este relato que niega el dato, y de esto trata lo que no se dice.

¿Desde cuándo estimular la competencia involucra que seamos nosotros el pueblo los que nivelemos la mesa a favor de unos? ¿Eso es libertad de mercado o es dirigir el mercado?

Declaraba ayer el Director General de la Dirección General de Electricidad, Elvis Richard Tello Ortiz, que si no se realiza esta modificación la tendencia al alza va a continuar.  Sin embargo, como menciona Tello Ortiz, son muchos los proyectos que se tienen a nivel de estudio, pero no están teniendo un avance porque no hay demanda a la cual atender actualmente. Y agrega después: «Nuestra demanda en Perú se ha contraído, pero estamos optimistas en que se pueda reactivar económicamente». Eso de reactivar personalmente me suena a más subsidios, que no es otra cosa que el dinero de los pobres para los caprichos de los ricos. Aseguran los amigos de las energías renovables que no esperan tener el 30% de mercado para 2030. Sin embargo, esas pueden ser palabras de políticos.

Lo cual me lleva a otra pregunta, la transición energética a la que nos empujan ¿es resultado de una necesidad real o de un dogma?

Por otro lado, es sabido que las renovables no pueden ofrecer capacidad idónea. Una solar no puede ofrecer energía firme en la hora de mayor estrés del sistema, porque la energía solar es fluctuante, no asegura la capacidad, ergo no puede competir. ¿Entonces por qué arriesgarnos pasar de energía segura a otra riesgosa?  No olvidemos que esta semana en Reino Unido cerraron la última planta de energía a base de carbón, la fuente de energía que impulsó la revolución industrial inglesa por casi doscientos años. Ahora Reino Unido como otras naciones como es el caso de Alemania (que desmanteló su red eléctrica a partir de la energía nuclear al apostar el gobierno de Merkel a una Alemania verde), están sometidas a un vasallaje energético de parte de EE.UU. que ha llegado a venderle gas a Europa occidental desde el inicio de la guerra de Ucrania.

Cuidado con el gran lobby que hoy impulsa un proyecto de ley que no cuenta con seguridad energética y, además, provocaría el riesgo de la pérdida de nuestra soberanía. El ministro de Energía, Rómulo Mucho, debe defender los intereses nacionales y no los extranjeros.

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