Por Raúl Villavicencio
Puede resultar engañoso el encabezado de esta columna, pues podría dar a entender que no existen notables escritores peruanos en la actualidad; o bien puede entenderse que en algún momento hubo una plétora de literatos que acaparaban las primeras portadas de revistas de corte literario. Sin embargo, cabe preguntarse si realmente hubo una camada de destacados aportantes de la pluma fantástica. Y si lo hubo ¿por qué ya no hay en la actualidad ese dechado de virtuosos de la prosa? La interrogante resulta injusta, pero necesaria.
Tomando como referencia a nuestro único premio Nobel de Literatura, nuestro octogenario Vargas Llosa, entonces uno podría colegir, a punta de dolorosas comparaciones, que nuestra producción nacional se encuentra lejos de otros países del orbe. Y pongo como ejemplo el premio de la academia sueca, pues es a mi entender la más coherente valla que no se sujeta a modas ocasionales o redes de mercadeo para favorecer a tal o cual escritor, sino que se ajusta más a una obra extensa, minuciosa y sobresaliente.
Sin embargo, salvando el premio Cervantes (que, por cierto, nuevamente nuestro querido otoñal hijo del Misti lo ganó una vez), los demás premios resultan, en términos cualitativos y de prestigio, no tan meritorios de inflar el pecho de orgullo, pues en ellos saltarían ciertos intereses para elegir como ganador a determinado afortunado.
Entonces, ¿qué sucede en el círculo literario? A propósito de la venidera nueva edición de la FIL de Lima uno se cuestiona si realmente los reciclados escritores que siempre pululan en los mismos eventos son nuestros auténticos y meritorios abanderados ¿no existen otros escritores o no se les quiere dar cabida? O siendo aún más pesimistas, es que realmente estamos tan mal que solo nos queda invitar a los ya conocidos o mediáticos.
Habiendo hecho un vistazo somero de nuestro palmarés, no hay razones objetivas para sostener que en el pasado estuvimos bien, ni que en la actualidad estamos mal; solamente (y esta es una apreciación personal) se ha llegado a un punto que los escritores se vienen conformando con premios y producciones bajo la venia del compadrazgo. Hasta entonces, ya nuestro querido Varguitas habrá dejado este plano mundano, eso sí, sin cerrar esta interrogante.
(Columna publicada en Diario Uno)