Opinión

En los Extramuros

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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En los Extramuros del mundo, de Enrique Verástegui, fue sin duda uno de los mejores poemarios de la década del setenta. EV lo escribió a los veinte años en Lima lejos de su Cañete natal, en los pasillos de la UMSM y en la calle Tigre por Barrios Altos, donde todas las tardes los universitarios disfrutaban de unas cervezas y unos cigarrillos “críos”. Ampuero decía que este libro traía luces de los patrulleros y Pablo Guevara lo quería llevar a Cuba.

EV cuenta que tenía el libro en hojas sueltas y quería entregarle a Milla Batres para que lo publicara, ya en el camino a la oficina de CMB-Ediciones, encontró un fólder viejo, lo encuadernó a mano y así es como empezó todo. Batres escribe: “…de la protesta intelectual de los manifiestos (…), Verástegui ha pasado a la insurrección creadora como lo testimonia verdaderamente este valiosísimo libro revolucionario de una singular vitalidad por su aportadora originalidad a la poesía peruana y latinoamericana”.

“Se había iniciado otra variante en mi destino. El libro editado significaba la aceptación o compromiso público de algo que ya me había comprometido íntimamente a realizar en el verano de 1966, a los 15 años: una noche de bodas permanente con la poesía.”  EVen Escritores peruanos qué piensan qué dicen de Wolfgang Luchting (1977).

Ricardo Gonzáles Vigil dice: «Integrante del movimiento Hora Zero, Verástegui logró el mejor poemario, artísticamente hablando, de la primera fase de dicho movimiento: En los extramuros del mundo, temas y recursos detectables en Pimentel, Ramírez Ruíz, Cerna, etc. Se dan cita en ese libro con una solvencia artística comparable con la de los primeros libros de Heraud, Hinostroza y Sánchez León.»

De este modo y por alguna extraña empatía, Verástegui se convirtió en el maese de los poetas del noventa a quiénes recibía amablemente en su casa de la calle O’Higgins y después en la Molina y por último en su casa de la avenida Brasil donde sin faltar nos reuníamos cada 24 de abril para celebrar su cumpleaños.

En el festival de poesía de la Universidad de Lima en 1994, Enrique Verástegui leyó el poema Datzibao de este fabuloso libro, lo acompañaba en la mesa el centenario poeta Leoncio Bueno. Y al terminar, el vate chileno Raúl Zurita se acercó y aplaudió de pie y luego apuntó: “(Verástegui) un esfuerzo que quiere recogerlo todo, nombrarlo todo, reescribirlo todo”.

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