Darío Aguirre consigue en su documental In Land Meiner Kinder (2017, en el país de mis hijos) graficar los miedos, las percepciones íntimas y las experiencias que muchos migrantes hemos sentido al llegar a Alemania.
«Cuando mi pareja llegó a Alemania y se avecinaban elecciones, aparecieron en nuestro barrio carteles de partidos de extrema derecha. Eran abiertamente xenófobos. En un primer instante pensé arrancarlos uno a uno, me sentía avergonzado e incapaz de explicarle tal xenofobia. Pero caí en cuenta que aceptar su existencia y admitir la hostilidad por parte de un sector era necesario, en lugar de pretender negar o ocultárselo a mi pareja», menciona el cineasta.
.-Darío, en tu película muestras carteles de una campaña de naturalización por parte del gobierno alemán. Una declaración de amor a todo extranjero. La doble nacionalidad, algo que la ley alemana, basada en ius sanguis, no admite, se discute cada cierto tiempo, sobre todo para los hijos de inmigrantes. Tu condición de ecuatoriano te privilegia, pues no se te obligó a renunciar a la nacionalidad ecuatoriana. ¿Temíste tener que renunciar a la nacionalidad ecuatoriana para adquirir la alemana?
Creo que tenía temor de enfrentarme a un momento amargo, al tener que someterme a una regla que lo que provocaría es de nuevo alejarse emocionalmente de mi nuevo hogar. El aceptar dos nacionalidades a la gente que lleva años produciendo en Alemania debería ser tomado como un gesto y un acto de respeto a la diversidad de un país. A pesar de que no tuve que dejar mi nacionalidad ecuatoriana, me sigue doliendo (ya como nuevo alemán) que haya amigos que no tengan el mismo derecho que tuve yo.
Tú película lograr revelar la intimidad y las costumbres alemanas cotidianas tan íntimas -y antipáticas a veces- que es necesario ser extranjero para percatarse de ellas. También revelas tu propio proceso de adaptación. Luego de reafirmarte como alemán ¿has renacido como ecuatoriano también? El reinvento ha sido un proceso permanente mucho más fuerte desde que llegué a Alemania, trato de estar atento cuando me voy mucho a los extremos. He renacido en el sentido de que ahora veo a mi país con otra mirada, más crítica o analítica que antes y eso es bueno. Y con Alemania mantengo esa mirada observadora y curiosa de un extranjero. He aprendido a aprovechar las ventajas de cada mundo.
En la relación con tus suegros alemanes se manifiestan los temores que todo padre sentirá por el futuro de su hija casada con un extraño. Sin embargo, su xenofobia hacia ti la parecen finalmente asumir con una honestidad que conmueve. ¿Tras mostrar tu documental, has recibido retroalimentación de padres alemanes reacios a los matrimonios “mixtos”? La verdad es que no he recibido retroalimentación al respecto y pienso que tiene que ver con que el diálogo acerca de la extrañez no solo se concentra en mi procedencia, sino más en mi perspectiva de vida como artista, que para él era mucho más inexplicable. Esto se convirtió para mí en una sorpresa positiva ya que de esta forma se relativizan los prejuicios que generalmente tenemos frente a los que nos son extraños o definimos como extraños.
Tus suegros -medio en broma- parecen comprender tu película como un aporte a la campaña de naturalización. A pesar de ser alemán, el no hablar el idioma a la perfección, ni ser blanco, siempre te obligará a explicarte. ¿Has encontrado una estrategia para lidiar con ello?
Dependiendo del día respondo diferente, a veces cuando me preguntan de dónde soy, digo “de todos lados” y luego soy más específico. Yo se que es algo que se va a seguir repitiendo y les pasará a mis hijos por su apellido. Pero estoy seguro que en algún momento ya no será tema y ahora estamos trabajando para que se acelere el proceso y la curiosidad por las cosas que nos unen sean el centro de las conversaciones y no la procedencia. Mientras tanto seguiré tomándolo con humor.
En tu entrevista al burgomaestre de Hamburgo intentas arrancarle unas palabras sobre el cómo ser alemán sin ser reconocido como tal por la sociedad alemana en la vida cotidiana. El burgomaestre aparenta no comprender a qué te refieres. ¿Sientes que la pregunta esencial sobre la necesidad de construir una sociedad pluriétnica alemana no es respondida ya con la contundencia del presidente alemán Christian Wulff al afirmar que “El islam forma parte de Alemania”? Lo que el Christian Wulff dijo en esa ocasión era un paso importante para generar un debate acerca de la diversidad en Alemania, pero pienso que este discurso debe ser transmitido permanentemente no solo en eventos específicos y no solo por los políticos y proyectados en sus distintos aspectos. Pienso que como sociedad debemos defender y difundir la riqueza cultural y diversidad como bien humano. Contagiar a los más cercanos al respeto a los demás. Mi única intención a través de la pregunta “¿Si salgo a la calle todavía soy alemán o?” Es tan sencillo como mostrar por un momento las expectativas de un ciudadano común frente a la mirada de la política y mostrarme dónde estoy hoy. Desde mi lectura, el alcalde sin expresarlo verbalmente duda por un segundo si voy a ser visto como alemán, lo cual es algo que compartimos ya que los dos dudamos. Pero el camino sigue y la escena se convierte en un documento acerca de un tiempo en el que todos nos cuestionamos cómo convivir en armonía en una sociedad con distintas formas de pensar y actuar.
El presidente alemán Christian Wulff en 2010 generó una polémica sobre la integración de asimilación al declarar “El islam forma parte de Alemania”. Hoy, 12 años después, el partido de derecha extrema AfD (Alternativa por Alemania) -al cual en un principio se intentó ignorar por parte de la prensa y los partidos establecidos- consigue aprobación de un sector considerable de la población alemana para rechazar aquellas declaraciones y con un discurso ultra-nacionalista y más elaborado, torpedear las reflexiones sobre una sociedad plurietnica y de nacionalidad alemana. ¿Sientes que es importante hoy un diálogo sobre identidad alemana con el ultra-nacionalismo alemán, como lo representa la AfD? Todo intento de diálogo es importante, más que nada con los votantes de este partido los cuales desde muy temprano se les debería motivar al ejercicio de interrelación entre la historia y nuestro presente. Es un problema social más profundo y complejo que se tiene que solucionar capa por capa y está conectado a la educación y a la relación de estos ciudadanos frente a la política. Entonces si, diálogo unido a procesos educativos.
7.- ¿Solicitaste la doble nacionalidad para tu hijo?