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Eloy Jáuregui: “La cultura no necesita un ministerio”

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Eloy Jáuregui es un reconocido cultor del periodismo literario, maestro de la lengua y el lenguaje, periodista políticamente incorrecto y uno de los mejores cronistas vivos del Perú.

A sus 66 años recién cumplidos, no hay esquina que se le escape ni verbo que se salve. Ha recorrido las redacciones de diversos medios nacionales y trabajado codo a codo con reconocidos personajes del periodismo peruano. Su pluma es una fusión de la literatura y periodismo, siempre ágil, con un humor y sentimiento.

Se puede decir que Eloy es nuestro Muhammad Ali del periodismo, “escribe como una mariposa y pica como una abeja”. En esta entrevista con Lima Gris, nos habla de su reciente libro “Una pasión crónica”, una suerte de tratado de cómo se escribe una crónica.

Además, conversamos sobre la crisis del periodismo en el Perú, el Ministerio de Cultura, Hora Zero, lo popular y la corrupción.

El dato: mañana martes 16, Eloy Jáuregui presenta su libro «Una pasión crónica» en Casatomada Librería & Café, ubicado en avenida Petit Thouars 3506 a las 7:30 p.m. Ingreso libre. Aquí la entrevista.

Eloy, en el mundo periodístico se te conoce por ser uno de los mejores cronistas vivos del Perú.

No sé si soy el mejor, soy cronista y he escrito desde 1984 aproximadamente. Empecé en los años ochenta en el Diario Marka, trabajando con escritores que yo admiraba mucho, como Antonio Cisneros, José María Salcedo, Nicolás Yerovi y toda la gente de Monos y Monadas que trabajaba conmigo. Tuve la suerte de que el primer día que comencé en el periodismo me nombraron jefe de la sección deportes. Eso me dio la posibilidad de tener una columna, y por lo tanto me escapé del rigor mortis de casi todos los periodistas, que es hacer notas informativas. Escribir columnas, que es dar opinión, me posibilitó tener mucha libertad para escoger mis temas y elegir los puntos de vista que yo más o menos admiraba.

Ya que trabajaste con algunos personajes de la literatura y el periodismo ¿en la actualidad sientes alguna nostalgia por esa gente?

Por supuesto, los extraño un montón, porque ya no hay personas como ellos, era gente realmente muy talentosa, además con una personalidad impresionante, con una limpieza, coraje y valentía para todo, cosa que hoy día entre mis colegas es raro encontrar, o la mayoría son fujimoristas o pertenecen a camarillas y argollas que están detrás del poder. Para mí también fue un gusto cuando me invitaron a escribir en Caballo Rojo, que era un suplemento del diario Marka; fue ahí donde comencé con las crónicas urbanas, cultura popular. En 1984 escribí una crónica sobre Los Shapis, a quienes descubrí de pura curiosidad. Se anunciaba en un letrero del Centro de Lima que tocarían en Playa Asunción. Yo, que conozco playa Barranquito, Agua Dulce y Los Yuyos, le pregunto a una señora que vendía papa con huevo ahí en la calle: “señora, dónde queda la playa Asunción”. Y me responde: “acá en la otra cuadra, es una playa de estacionamiento”. Los días domingo los carros no se estacionaban ahí, y lo que era una playa de estacionamiento los domingos se convertía en un chichódromo. Cuando empiezo a escribir está crónica comienzo a descubrir ciertas claves para poder vincular lo que también era mi preocupación: la poesía y el periodismo.

En estos días eres uno de los que cultiva el periodismo literario, pero con la prensa que tenemos y los periodistas que ejercen en los grandes medios ¿se podría hablar de periodismo literario en la actualidad?

No, no hay. Creo ser una rara avis de todo lo que existe. Hay algunos buenos periodistas que pueden escribir historias, pero son muy contados, por ejemplo a mí me gusta mucho cómo escribe Jaime Bedoya, a veces Renato Cisneros, Beto Ortiz, Bayly, Julio Villanueva Chang. También están los chicos que trabajan en el suplemento Domingo del diario La República, que de vez en cuando aciertan, hay uno que se llama Renzo Gómez. En El Comercio no hay. En el Perú más o menos hay cerca de un millón de periodistas que ejercen y solamente hay cinco cronistas. La mayoría de periodistas trabajan en las oficinas del Estado, Ministerios, Municipalidad o Gobierno Regional, y los que no han conseguido chamba ahí, siguen trabajando en diarios. Actualmente el nivel es muy pobre, muy bajo, porque hay una competencia hacía la chatura, y no a lo que es excelso. Te hablo de los periodistas que todavía escriben en los medios impresos. En la televisión también hay periodistas, pero mi hijo que tiene cinco años escribe mejor que uno de esos redactores de noticiero de canal cuatro o el canal cinco. Es muy bajo el nivel, cosa que no ocurre en Chile, Argentina, Uruguay o México.

Foto: Caretas.

¿Qué originó está crisis del periodismo en el Perú?

Creo que es también el proceso de corrupción, o sea, el hecho de que la corrupción sea un sistema ha obligado a que la gente no tenga ningún tipo de brillo, que se parezcan a los congresistas, que se parezcan a las autoridades del fujimorismo. Si tú preguntas quién fue el ministro de Educación en el primer gobierno de Fujimori, nadie se va acordar, todos eran más o menos de ese mismo corte. Se publican libros de crónicas como los de Umberto Jara, pero son especialistas en investigar algún tipo de tema, también están David Hidalgo, Toño Angulo y Marco Avilés. En el caso de las mujeres está Gabriela Wiener y tampoco hay mucho. En mi época de los años ochenta inventamos una sección en El Comercio que se llamó La Contra, ahí nos reuníamos con la antigua Milagros Leiva, no ésta reciente. También estuvo Julio Villanueva Chang, Daniel Titinger, Marco Avilés, David Hidalgo y una chica que falleció, llamada Jimena Pinilla, y publicábamos una crónica cada día sobre diferentes temas, y eran temas de la coyuntura que eran noticia. Ahora ya no hay más ese ánimo de escribir crónica, y eso sucede porque ni los editores ni la gente la aprecian. Algunos editores dicen: este se demora mucho para escribir una crónica. Una crónica en realidad amerita un trabajo de dos o tres días.

Mencionaste algunos nombres de periodistas que investigan algunos temas y publican algunos libros, pero de alguna forma dentro de esos nombres hay periodistas que prefieren quedarse en el confort, es decir, no chocar con temas vinculados al gobierno.

Sí, es verdad. La corrupción es esa, no solamente recibir plata por lo bajo, ya que hay una corrupción mental, una corrupción profesional, y ese es el nivel que está primando en el Perú. Es muy complicado para ellos decir alguna cosa que salga del estilo de este tiempo. Yo felizmente me dediqué a la educación, he sido profesor quince años en la Universidad de Lima, y no necesité ser periodista de estos medios. A mí me habían destacado por decir cosas que son raras sin tenerle miedo a nadie, no soy ningún servil de nadie. Yo manejo esa libertad que aprendí de la gente que yo admiraba de los años ochenta. Eso me ha librado también de la corrupción.

Aunque hay algunas personas y periodistas que te han señalado de tener alguna vinculación con el gobierno de Ollanta Humala.

Sí, es verdad. Lo que pasa que yo he sido profesor de Nadine, incluso Nadine Heredia me invitó a que forme parte del gobierno, me quería dar un ministerio. Por supuesto que me negué. Nunca que querido tener un puesto político, me llega.

También se escuchó el rumor que te iban a nombrar director del diario El Peruano.

También, incluso he sido voceado como miembro del directorio, yo he sido el primer director de Prensa Popular, que así se llamaba en un principio Perú21 y Trome, que eran un solo periódico que se dividió en dos. Ahí sí me nombró oficialmente el directorio de El Comercio, pero nunca asumí porque había una manga de facinerosos encabezados por Aldo Mariátegui, que también era compañero en ese momento en El Comercio, pero ponerme a pelear con estos turcos era ponerme a patear molinos de viento, era perder el tiempo, por eso me retiré. Nunca más asumí un cargo, he estado siempre mirando la cosa de lejos, pero siempre escribiendo distintos temas desde mi óptica. He colaborado en Caretas pero nunca me han pagado, también he escrito en El Peruano para la revista Variedades, a veces pagan y a veces no pagan. En realidad no vivo del periodismo, es bien jodido el periodismo en una realidad que es muy mediocre.

¿De qué estás viviendo actualmente?

De lo que me paga Lima Gris (risas). Vivo de mis clases, de conferencias y talleres.

¿A qué se debe que tu vinculación con Cuba se ha hecho más fuerte en los últimos años?

Me jubilaron en el año 2015 de la Universidad de Lima, porque solamente podía trabajar hasta los sesenta años, entonces me fui a Cuba porque tengo a un amigo a quien yo le di refugio acá, un dirigente que es ahora presidente de la Asociación de escritores, compositores y artistas de Cuba, que se llama Miguel Barnet, que es un extraordinario novelista, y le conté mi drama mientras tomábamos ron mirando el mar celeste de La Habana. Y me dijo: no te preocupes.  Como éramos amigos me consiguió un trabajo de editor en La Casa de las Américas.

Eloy Jáuregui en La Habana.

¿Actualmente eres editor de La Casa de las Américas?

Eso duró hasta que estuvo vivo Fidel, porque cuando murió Fidel, él también cayó en desgracia, él también murió políticamente, y yo también muero en esas circunstancias. Lo que pasa es que allá se puede sobrevivir mejor que los mismos cubanos a partir de las relaciones que tienes y del mundo que tu manejas. Le estaba contando precisamente a Gabriel Rimachi que los cubanos pueden ser muy educados, pero no son cultos, ya que una cosa es ser educado y otra cosa es ser culto. Nosotros sí somos cultos, aunque no somos educados, y yo puedo hablar de cine como puedo hablar de pintura, arte, poesía, novela, televisión y de Netflix, pero ellos no, y creo que eso es lo que nos diferencia. Por eso es que viajo ahí porque no tengo competencia, soy una suerte de sabio allá, aunque no tengo educación. No es que me haya sentido triste porque murió Fidel Castro, me sentí triste porque perdí la chamba.

Ahora hablemos un poco de tu libro ¿qué va encontrar la gente en “Una pasión crónica”?

Yo hace tiempo quería llenar un vacío que había aquí en el Perú. Acá los periodistas han escrito libros, pero si tú entras a Google y pones “libro de periodismo en el Perú”, van a salir cuatro o cinco, están los de Gargurevich y de algunos profesores en las universidades, pero no hay libros de periodistas como los hay en Argentina, por ejemplo. Los estudiantes de periodismo en el Perú estudian con metodología extranjera porque no hay bibliografía peruana. Entonces, Una pasión crónica es una suerte de tratado de cómo es que se escribe una crónica, porque por un lado tiene esta parte que es la teoría, cómo se escoge los temas, cómo se hacen los arranques, cómo se termina la crónica, pero al costado está el ejemplo de la práctica, o sea, mi crónica, no completa, pero está el modelo. Creo que en ese sentido es un libro para que los chicos aprendan a escribir, pero sobre todo es para que aprendan a tener libertad, ya que creo que la crónica es el único género periodístico que te puede premiar en tanto tú seas libre talentoso e ingenioso, ya que se necesita mucha originalidad para escribirla. En ese sentido es una primera parte para llenar ese vacío, son quince clases con su práctica y teoría, y es la primera parte de una serie de otros libros que van a salir ya mucho más técnicos. En el siguiente libro voy a tratar más de fijar el foco en este aprendizaje, luego está el hecho de la necesidad de publicar siempre crónicas y libros, ya que si yo no escribo un día me siento muy mal, como intoxicado que no he botado lo que tengo en la cabeza.

Tanto tú y el movimiento Hora Zero a difundido de forma permanente lo popular, pero ahora vemos que lo popular está más posicionado y ha sido incluso absorbido por la clase alta limeña y ha llegado a las galerías de arte…

Sí, creo que es la consolidación de una cultura que está muy latente en el Perú, que es lo chicha, la chicha es aquello que es distinto a lo normal, aquello que es el arte de los sobrevivientes, pero que además ha generado ganancias. A los hermanos Yaipén una vez le hicieron un reportaje en la revista Cosas, y por supuesto cerraron la edición, botaron la revista a la basura, porque la gente que lee Cosas no quería saber nada con lo cholo. Eso siempre ha ocurrido en el Perú, el racismo es una mierda, siempre ha estado presente. No te olvides que los cholos fregaron a los gringos, Velasco jodió a los latifundistas, igual Sánchez Cerro y Manuel Odría, que de alguna manera son los presidentes más destacados que ha tenido el Perú, porque después todos los otros presidentes han sido presidentes de la oligarquía, presidentes de las derechas, y en el Perú las derechas lamentablemente son ignorantes. Lo que nos ha falta son dirigencias inteligentes y cultas, lástima que en el Perú la derecha cree que su capital es Miami u otra ciudad de primer mundo. En esa circunstancia es que yo desarrollo estás técnicas de escribir crónicas y me admiro por la forma en que esta masa de nuevos peruanos ha logrado posicionarse no solamente de la cuestión estética, sino también de la cuestión económica.

Jorge Pimentel, Tulio Mora, Enrique Verástegui y Eloy Jáuregui en el salón Hora Zero del bar Queirolo.

Algunos emprendedores se convirtieron en millonarios…

La cuestión económica tiene que ver con la pequeña empresa o con las industrias intermedias y han sido prácticamente proyectos autogestionarios, una suerte de herederas del modelo de economía del Perú antiguo, de esas formas colectivas de trabajar como son el Ayni, y eso ha ocurrido en el Perú con la economía. Actualmente hay diez peruanos que figuran en la revista Forbes, donde aparecen los millonarios más grandes, probablemente antes solo había cinco, pero ¿quiénes son los otros cinco que han integrado esa lista?, todos son chichas, están los Huancaruna del café Altomayo; los Rodríguez Banda del transporte de camiones y la leche Gloria, ellos son cholos arequipeños; los Añaños que son otro emporio de gente que hace gaseosa en Ayacucho y ponen su marca en las camisetas del Barcelona de Messi,  y todos  ellos aparecen junto a los dueños de los bancos: Dionisio Romero, los Brescia. Entonces, ¿cómo es posible que en este país estos serranos de miércoles hayan acumulado tanta plata?, pues chambean, y para trabajar no hay que tener ningún tipo de título. Porque son iguales que los ricos habituales en el Perú: han sabido invertir y negociar.

Regresando a tus textos, quería mencionar que tienen un plus, aparte de la técnica literaria que manejas, está siempre el humor presente, ya que leerte es siempre una forma de sonreír.

Es que cada crónica mía no la he escrito en mi escritorio, la he escrito en la calle, caminando. Esa experiencia vital que tengo en la vida de haber estado en todos lados y estar viajando constantemente ha ocasionado que yo mismo me tome el pelo, que yo mismo me burle de aquellas aspiraciones que tienen otros profesionales de mi rubro. La mayoría de gente quiere tener su depa, quiere tener su carro, su yate, yo no, me llega al pincho, yo quiero tener amigos y vitalidad para seguir escribiendo y admirándome de las cosas. Siempre he estado de buen humor, yo mismo me rio de mí mismo. Eso está lógicamente metido en mi escritura, no es que yo me sienta Melcochita ni Miguel Barraza, lo que pasa que la vida es así, está llena de sonrisas y nosotros no hemos sabido transmitir esa manera de ser alegre a lo que es la profesión del periodismo. Yo gozo de esta libertad que me he dado yo mismo y por lo tanto siempre estoy parafraseando tomándole el pelo a los verbos, burlándome de las cosas que la gente cree que es sagrada. Para mí no hay nada sagrado.

En estos tiempos eres un periodista políticamente incorrecto

Así es: políticamente incorrecto y Chihuán.

Eloy en La Habana.

Ya que tu vinculación con la cultura ha sido permanente siempre ¿qué opinas de la función del Ministerio de Cultura?

Creo que el Ministerio de Cultura es una oficina que ha reunido varias oficinas vinculadas al Estado que tenían que ver con el tema cultural, y que sirven para brindar a una clase y a una suerte de profesional que sale de las universidades con deseo de amar al Perú, pero en realidad quieren robarle al Perú. Yo no conozco a ningún tipo honesto dentro de la administración pública hasta ahora, mucho menos en estos años; todos llegan a expropiar lo poco que hay, o lo hacen por un afán cleptómano o lo hacen porque en realidad son unos ladrones de alta monta. Otra de las formas de robarle al Perú es aceptar un cargo siendo tú un ignorante, no teniendo ningún tipo de experiencia, sino por amiguismo o patería. Es el caso de una señora que llegó a ser ministra de Cultura llamada Diana Álvarez Calderón, que era secretaria y luego aparece como ministra de Cultura; es también el caso de la pobre Susana Baca, que también es una mujer bien intencionada que baila y canta sin zapato, pero al momento de manejar un ministerio tienes que tener criterio y por lo menos cinco dedos de frente. Todos lo que han llegado al ministerio de Cultura e incluso mis amigos que han estado ahí, no atan ni desatan porque para ser ministro es un país tan complejo como es el Perú tienes que ser un sabio y una persona que tenga mucho talento, lástima por esta gente que ha estado administrando ese ministerio que no sé para qué mierda sirve, porque la cultura no necesita un ministerio, esa es también otra falacia. La cultura está aquí, la cultura es espontánea, ese ministerio sirve probablemente para dar becas, pero para eso está Pronabec; tal vez sirve para alquilar un salón para que velen a los artistas cuando mueren, pero para eso vas a un velatorio. En ese ministerio todos los puestos están destinados, todos esos puestos ya están comprados. Toda esa gran oficina de la cultura creo que es la oficina de la ignorancia y la burocracia más estúpida que hay, porque la burocracia cuando está en manos de estos ignorantes o ladrones es más bien la oficina más peligrosa.

¿Tienes amigos en el Ministerio de Cultura?

Tengo varios amigos que están trabajando en diferentes puestos, también en las direcciones de cultura en Iquitos, San Martín, Cusco y Arequipa, y siempre tengo que decirles lamentablemente que renuncien porque la están cagando. Para inútiles está bien un tipo que no ha ido a la universidad y que no ha conocido la educación superior, pero para ministro inútil, eso es alta traición a la patria. Y las denuncias todos los días están, ya para mí no es nada raro que un ministro sea un imbécil.

Hora Zero se ha ganado un espacio importante en la literatura peruana ¿qué crees que les ha dejado a los jóvenes?

Nosotros rompimos con el viejo molde de que la poesía tiene que ser políticamente correcta, la poesía tenía que ser higiénica, personalísima, además escrita por poetas reconocidos. Cuando una manga de vendedores ambulantes, chiflados, drogadictos, rockeros, faites y apóstatas tomaron el poder de la poesía en el Perú, ahí se acabaron las gollerías y se acabó la poesía políticamente correcta. Creo que nosotros impulsamos ese canto nacional que no estaba siendo cantado por nadie y que más bien necesitaba este tipo de empuje. Hora Zero fue un movimiento básicamente de provincianos, no fue limeño. Nosotros le hemos dado aliento a poetas que antes ni siquiera salían a dar un recital y que se morían de miedo porque venían las hordas de apristas y comunistas y los agarran a palos y les pegaban; cuando nosotros dijimos que la poesía tiene que ser hecha por todos, ahí comenzaron los problemas y nos articulamos a esta serie de reclamos que había a nivel de Iquitos, Arequipa, Puno, Ayacucho, Huancayo y Chiclayo. Los únicos poetas de Hora Zero que son de Lima somos Jorge Pimentel y quien habla, el resto todos son provincianos, entonces cada uno recoge el ADN de su provincia, ese vacío que había en la literatura oficial, y nosotros hicimos nuestra literatura oficial, la literatura del poema integral, que era un poema totalmente diferente a ese poema intimista y amariconado de los poetas de la generación del sesenta, incluso de los cincuenta que se decían poetas sociales, pero de sociales no tenían nada porque eran comunistas, que es la lacra de lo peor que puede existir, no puede ser un poeta comunista, un poeta es libre. Entonces nosotros le otorgamos esta libertad a los peruanos, y hoy en día creo que gracias a Hora Zero existe la chicha, existe el huayno bien tocado y cantado con espacios como Miski Takiy. Eso antes no había, porque lo cholo estaba prohibido, nosotros liberamos este asunto de la poesía contra el racismo. Hoy gracias a Dios veo que hay un huevo de poetas, cuando yo les explico de dónde viene su valentía, ellos reconocen. Lo nuestro ha sido un compromiso no con la política, lo nuestro ha sido un compromiso con la literatura, con el arte, con la poesía bien hecha, heredada sobre todo de Vallejo, Martín Adán y de un poeta que pocos conocen, que se llama José María Arguedas, que es el poeta más serrano y andino que yo conozco. Hora Zero todavía tiene cierta vigencia, los jóvenes todavía nos miran con admiración, ya estamos viejos, ya nos estamos muriendo, el año pasado se ha muerto Enrique Verástegui, Tulio Mora está muy mal, bueno ya nos toca, pero ahí ha quedado este gran canto nacional que es el modelo de cómo la poesía de Hora Zero, si hubiera estado dentro de las agendas públicas, otra cosa sería este país.

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