Pasan los días y seguramente pasarán los años y no habrá un entendimiento pleno de lo que significa esta muerte por adelantado que nos propone Mario Vargas Llosa con su retiro. Hasta puede entenderse que quiere ver o anticipar que dirán de él cuando esté muerto y hasta la fecha no se le ha dado ningún gusto al respecto.
En primer lugar, nadie valora su posición de escritor todo terreno, polemista perenne y mandarín en suma al modo de Sartre o, en su momento, Víctor Hugo. A lo sumo, les preocupa situarlo, únicamente, como narrador y eso es una arbitrariedad y una mutilación, que, pese a ellos, tampoco favorece a los antivargasllosianos.
Luego, como narrador no tiene nada que ver con las cumbres más empinadas de la literatura universal, expuesto sea esto con justicia y pertinencia pues pese a ello es superior a la totalidad de narradores peruanos delicados y finos que han caracterizado a nuestra tradición en gran medida (de paso, debe decirse que una gente afecta a escribir minucias o modismos genéricos no puede cuestionar a las novelas totales, etc.).
1. En mi artículo anterior, «Después de Vargas Llosa, el diluvio) expuse que sólo rescato a dos novelas vargasllosianas, Conversación en la Catedral y La Casa Verde. Esto se debe a que en mis propios fueros he hallado a estas obras no solo como las más singulares sino como las más arriesgadas que compuso MVLL en su mejor momento. Desde luego, hay otro puñado de obras maestras en su producción, pero dejemos que cada uno escoja las que prefiera. Considero que las obras que mencioné deben su mérito no solo a un dominio formal bien establecido sino a un arrojo existencial mayor de parte del autor y a un riesgo intensísimo en todos los niveles.
La primera porque en ella pudo ser él mismo descendiendo hasta los puntos más abyectos de su propio ser sin ninguna clase de censura..
La segunda porque en ella fue un émulo de su maestro Faulkner hasta el borde mismo de la aniquilación ya que no pudo poner la misma esencia humana en sus textos y por eso casi se excedió hasta el punto de que se le pasó la mano con la forma.
También porque nos legan a varios de sus personajes más arquetipicos como Zavalita, Cayo Mierda o Bola de Oro y del otro lado los magníficos Anselmo, Lituma y Chápiro Seminario que es como un relente de leyenda en ese mundo esencial que nos propuso aquella vez.
Todo esto lo he afirmado pese a haber disfrutado de casi todos sus libros a los que considero meros objetos de entretenimiento hechos por alguien que, pese a no ejercer la literatura hasta el límite, la ama como solo pueden amarla los locos o los poetas y es por esto que muchos de ese libro son, al mismo tiempo, pequeñas obras maestras.
2. Mas veamos el asunto de la forma en La Casa Verde desde otra perspectiva. Así, podemos considerar que no hubo abuso de la forma en esta novela sino que el contenido y la expresión de MVLL, simplemente, no estuvo a la altura de la forma que empleó en esta gran novela.
Esto sucedió porque nunca tuvo acceso a la genialidad de la que Faulkner hizo gala casi en la totalidad de su obra, ni a la poesía, ni a ese arrebato grandioso que tienen hasta los más humildes personajes del capo sureño. Por eso nuestro Nobel solo se limitó a la arquitectura formal.
Dicho sea todo esto pese a la gran disrupción que representan los monólogos de Anselmo ante Toñita, no solo en torno a esta obra en particular sino en torno a la novelística entera de nuestro autor, acaso los únicos fragmentos de la obra vargasllosiana donde la poesía ha hecho su plena participación, lo que alumbra con sordida nitidez si pese a la poesía la infortunafa Toñita correspondía o no a los sentimientos del enamorado Anselmo, acaso tan tierno y poético como enfermizo y enajenado que se inventó la respuesta favorable de la desventurada piurana ciega y muda. Decididamente, en aquella época MVLL estuvo ciertamente poseído sin freno alguno por sus demonios, pero pese a ello no fue suficiente.
3. Creo, en este sentido, que La Casa Verde es la obra en la que más se plegó a su maestro aunque solo en lo formal pues todo lo demás siempre lo excedió (lo de Anselmo y Toñita son muy pocas páginas y su emotividad e impacto no aparecen en ninguna otra parte) y por eso nunca pudo escribirle un largo ensayo como si hizo con Víctor Hugo, por ejemplo.
4. Esa proyección formal de la que tantos elogios se han hecho ya, esa vasta arquitectura en la que el autor en cuestión halló grandes momentos, puede ser un mérito de la dedicación y del dominio técnico, pero es insuficiente ante las cimas del arte narrativo. De todos modos con los otros elementos que mencioné en mi anterior artículo es claro que no va a aparecer otro escritor de ese nivel en el Perú salvo que hallemos a uno que realmente quiera medirse con Tolstoi o Cervantes y todos los otros, además de querer ser un mandarín cabal y una figura pública de nivel mundial.
5. Hay otro asunto de fondo en torno a las numerosas novelas publicadas por Vargas Llosa dado que es una gran mentira que se puede escribir sobre todas las cosas como ha pretendido el autor en cuestión. Ni siquiera los genios han podido y MVLL está muy lejos de ser un genio. Por eso aunque todos su libros están “bien” escritos son solo un entretenimiento y nada más, pese a lo que, también, expuse sobre el puñado de pequeñas obras maestras que cada uno puede enumerar.
6. Luego, debemos pensar en la exhaustiva dedicación que uno puede dar a la literatura en el máximo de la entrega y el compromiso, lo que implica una gran afectación del orden de la vida. Faulkner, por ejemplo, escribió de corrido durante un gran período de no más de quince años y luego se largó a Hollywood a hacer guiones y solo tardíamente volvió a publicar narraciones.
Creo que hizo eso no solo por el dinero sino para poder vivir sin la tensión que debe implicar escribir en serie novelas como El sonido y la furia, Mientras agonizo, Luz de agosto o Santuario (que fueron publicadas en un intervalo de seis años consecutivamente).
Esto quiere decir que ni los genios han podido escribir hasta el fin de sus días jugándose el todo por el todo. Y, sin embargo, MVLL ha escrito un libro tras otro durante más de medio siglo sin exhibir, desde luego, una genuina necesidad existencial en ninguno de ellos.
Por eso, todos esos libros, casi sin excepción, se deben más a una curiosidad de gran lector antes que a la exigencia metafísica del poeta que todo escritor debe ser y que dicta que si uno no le da forma de ficción a la propia turbulencia que zahiere la mente o el alma de cada uno o como se quiera llamarla, uno podría acabar explotando o matando a alguien o haciendo cualquier otra barbaridad del mismo rango.
7. En todo caso, si seguimos la comparación con Faulkner veremos que este no solo canta a una forma de vida social que desaparece tras el fin de la Guerra de Secesión y se asienta como polvo en el camino en todo el Deep South sino que capta algo aún más esencial en esas ruinas del Sur a las que conmemora y honra en sus novelas y eso es algo que han hecho todos los grandes poetas con los mundos y sociedades de los que provienen, pues casi todos han captado esa sensación de tragedia perenne que tiene el ser humano.
Esto quiere decir que, además de la mera cuestión social, yace en la propuesta faulkneriana un elemento trascendental perenne o esencial, y, por ello, a la vez que muestra la degeneración de todos los órdenes, alcanza a ofrecer los matices adecuados a la supervivencia sensata y ardiente de los buenos seres humanos que siempre sobreviven aún si están rodeados de las peores condiciones o en medio de las más infaustas circunstancias. Eso es claridad y sabiduría y una representación plena de la compleja realidad humana, algo muy distante del discurso habitual de MVLL.
8. Otro punto importante es calibrar la invención ficcional basada solo en lo que se ha conocido frente a la potencia para poder cantar solo canciones que nos afecten de modo profundo a través de lecturas u otro tipo de referencias. Por eso lo mejor de Faulkner siempre sucede en su condado querido y no en otras locaciones y es por eso que todo el universo narrativo vargasllosiano tambalea luego de Conversación en la Catedral, aunque sus adeptos dirán, en un acierto parcial, que La Guerra del Fin del Mundo es una gran obra, pero debe recordarse siempre que esa obra es tributaria de Os Sertões de Euclides da Cunha y que es un punto de inflexión porque allí se inicia el fin de las exploraciones formales y riesgos existenciales en el corpus de la obra vargasllosiana.
9. Considero que un autor, como MVLL, que en un balance total es mediano como narrador y nulo como poeta –todo escritor debe ser poeta– (importante, sí, sin duda, como intelectual y figura pública) solo ha tenido un reparto mínimo de historias para contar y la más suya, a la vez, la más destacada, fue Conversación en la Catedral, una obra en la que cualquiera se da cuenta que el hombre se jugaba por entero hasta la salud mental en dicha escritura, un camino que nunca más volvió a transitar. En todas sus demás novelas hubo un forzamiento, supongo que económico y onanista pues escribir le ha dado mucho dinero (lo que es perfecto) y, también, mucho placer aun cuando durante medio siglo él (como el gran lector y amante de la literatura que es, sus ensayos dan buena prueba de ello) ha sabido que no estaba jugándosela como debía ser.
10. Sobre Arguedas no hay nada que decir. Realmente, hay que ser un gran resentido para afirmar que su obra narrativa refleja al Perú cuando ella solo fue una muestra parcial del Sur en su momento y desde un modo muy limitado. Desde luego, no tiene nada que hacer con Vargas Llosa y eso lo demostró Cortázar ampliamente. Considérese que en tanto que uno vapuleaba mundialmente a gente pesada en el ejercicio de la novela como Grass, a José María lo pisoteaba un cronopio, vaya infierno.
11. Pese a lo expuesto, creo que no hay ningún vacío con el retiro de MVLL sino un descrédito absoluto de la literatura peruana que no tiene, en este momento, gente con el talento, la ambición ni las ganas de ser representativo a nivel mundial.
12. Si surge un gran escritor peruano de ahora en adelante, primero tendrá que bregar con el país que está hecho una suma de pedazos inconciliables, luego deberá proponer obras desmesuradas sin pensar en Vargas Llosa sino en Tolstoi y Dante o gente así. Deberá, además, poner tanta poesía como sea posible en su narrativa y conciliar la fantasía y lo concreto sin tener ningún reparo. Eso y algo de suerte propiciará el surgimiento de un gran escritor. Lo demás es escoria.
13. Existe una concepción romántica que ve en el artista a un ser atribulado, postura que ahora se ha dejado de lado para mayor encomio de los mediocres que parecen estar muy conformes consigo mismos y sus obras miserables. Pero, tampoco es que forzosamente los grandes autores tengan que andar en un perenne martirio si son débiles o furiosos si tienen el carácter para ello. Algo de eso hay, pero como el ser humano es tan complejo, podría darse el caso que, al mismo tiempo, sean encantadores y sociables.
Todos los detalles que puede padecer un autor agudo en torno a las giras y las entrevistas superfluas es una realidad y cualquiera puede ver con gran claridad esta experiencia en el caso de Bob Dylan en D’ont look back. No hay mejor ejemplo en este rubro y por ello es recomendable que se vea el gran documental de D.A. Pennebaker.
14. Aunque, en general, todo creador tiene un lado oscuro conflictivo, Vargas Llosa siempre estuvo bien satisfecho de sí mismo en torno a su imagen pública, pero interiormente las grietas que dejó su padre (que el describe sin ambages en El Pez en el Agua) siempre le afectaron, aunque no le dio espacio para portarse delante de la gente como si hubiera sido Rimbaud (al que tradujo tempranamente, aunque esto lo olvide medio mundo -la narrativa sin grandes pasajes poéticos es nada-). Quizás por ese conflicto con el padre y la autoridad se ha dado su intensa disposición para la polémica.
15. Hay otro problema que es el de la figura pública y el de la persona en sí, una genuina paradoja dado que MVLL tuvo éxito desde muy temprano y construyó una imagen pública en torno a eso, pero, luego, ha expuesto su vida desde La Tía Julia y el Escribidor con impudicia y hasta con cierto desenfreno delante de todos sus lectores lo que implica una suerte de degradación que no todo el mundo ha alcanzado a ver.
16. Los libros de MVLL que no alcanzan a ser sus primeras tres novelas pueden ser menores, pero siempre aportan algo que a la gran mayoría de escritores peruanos les falta, el autoconvencimiento de estar abordando una gran obra y casi siempre una apuesta apasionada. Sin embargo, reitero, solo Conversación en la Catedral le hizo mostrar sus vuelos más profundos en su propia noche oscura del ser.
Debe ser que por esto último no se atrevió nunca más a explorar esas rutas tenebrosas porque se asustó (como sería normal oara cualquiera que pueda contemplar los propios abismos de cada uno.
También, puede tener que ver que se haya sometido a los placeres más superfluos y a las exigencias del mercado y no necesariamente a sus propias exigencias más raigales.
Por otro lado, nadie puede pasarse década tras década publicando grandes novelas. Como ya expuse, eso no lo han hecho ni los genios.
17. Lo manía de poner a Arguedas por encima de MVLL es un impasse enfermizo que debe más a sus acólitos que a él mismo y que no tiene ningún asidero. Realmente, la obra de su vida son los 17 volúmenes de su trabajo antropológico. Como novelista no puede ni siquiera competir con Alegría y Scorza. Como poeta era y es mucho más interesante, algo que iba muy bien con su natural talante lírico. De ninguna forma puede compararse con el Premio Nobel de Literatura 2010, mucho menos los premios, títulos o el dinero sino por motivos estrictamente literarios como el dominio formal, la eficacia de las técnicas empleadas y, sobre todo, una entrega existencial irrepetible.
18. He escrito, más de una vez, que MVLL es insuficiente como narrador respecto de los colosos de la literatura mundial y si agregamos a los filósofos es justo decir lo mismo. Realmente, debe decirse que Grass, Cortázar (pese a que pisoteó intelectualmente a Arguedas) y ni se diga más de García Márquez, todos ellos muy limitados intelectualmente (no tenían ni el bagaje ni la intención de Kundera, por ejemplo) como intelectuales estaban muy por debajo del autor que abordamos en estas reflexiones.
19. Ahora, tampoco se puede pedir que un artista sea un filósofo agudo (aunque debería serlo). Tal es así que si mencionamos a Foucault, Mosterín y otros, considero que si la discusión no versa estrictamente sobre filosofía si podría haber un debate alturado con MVLL, claro que si se va a lo estrictamente filosófico ya no tiene nada qué hacer pese a lo bien que se le dio la interacción con Lipovetsky hace unos años sobre la sociedad del espectáculo. Quizás si se escogiera un solo tema o un solo libro como objeto de debate recién se podría ver la talla de cada gallo.
20. La importancia de MVLL es tal que se puede sostener, como se ha hecho hoy de modo somero, un contrapunto entre su persona y las de varios connotados narradores y pensadores. Cuánto tendrá que pasar para que haya otro así es un asunto que no nos preocupa.
Lo que tenga que ser conocido, se hará conocido o no.
Lo primero, enhorabuena. Lo otro, igual.
21. Como todo gran artista pesa sobre MVLL una condena y por eso no es amado por el pueblo que ni lo lee ni lo admira, pero que sí lo desprecia por su aval político a regímenes que devinieron siempre en lo peor.
En fin, hágase con él lo que se quiera, pero no debe olvidársenos que fue nuestro Sartre y nuestro Víctor Hugo.
La medida de su fracaso ha sido la medida de su propia desmesurada ambición y no puede haber mayor elogio para ningún individuo sobre la faz de esta Tierra aun habitable, hermosa y digna de las mayores muestras de poesía y heroísmo que todavía alberga el ser humano para mayor encomio de la especie entera.