Opinión

Elogio a un ángel

Lee la columna de Julio Barco

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En medio de la vida literaria, vemos que hay todo tipo de trabajadores. Para que un libro llegue a tus manos, lector, se desencadena una retahíla de movimientos. Por un lado, vemos a los que crean los libros, en interminable trabajo; por otro, los que los editan, ellos diagraman y ordenan las hojas; también encontramos, a los que operan el nacimiento desde las imprentas y; finalmente, los distribuidores. En ese sistema, el librero es un trabajador silencioso: como farol, orienta a los lectores ansiosos.

En ese ámbito, van estas palabras rápidas para Ángel Yzquierdo Duclós, un librero de la vieja guardia que, hoy en día, sigue trabajando desde la avenida Aviación, en el corazón del distrito La Victoria. Entre señoras que pegan zapatos o venden ropa usada, dementes que piden limosna o niños que venden caramelos, o señoritas que venden gelatina en bolsa, vemos al librero, compositor y poeta limpiando su desmesurado botín de libros. Ahí donde lo ven, aquel hombre de pelo canoso y ojos chispeantes, hablar amable y contenido, habita un hombre que vive hace más de treinta años al pie de la cultura.

Así, en medio de tantas historias, no se puede olvidar aquellos primeros días cuando su puesto quedaba en la misma vereda. Los lectores se apiñaban cada tarde y la ganancia era considerable. El amor por los libros y la pasión de la escritura, llevó a Yzquierdo al trabajo filantrópico de volverse librero. Añadamos que un librero se diferencia de un vendedor de libros por su orientación humanista, sin desdeñar obviamente lo bursátil. La venta de libros populares en el Perú empezó en esos espacios, hace más de treinta años, para luego terminar en los locales de Abancay y, finalmente, llegar a la Feria de Amazonas.

Yzquierdo decidió quedarse al pie del cañón: enamorado de urbanidad, del aire tóxico y poético del atardecer, con sus crepúsculos lilas, prefirió el ulular de La Cachina y el apuro de los comerciantes de Gamarra. Puedo afirmar que su trabajo es doblemente notable: nutre de libros al público más popular. Así, en medio del caos, pude llegar a Cernuda y a los nadaístas. Aplaudamos hoy, a este ángel de nuestra cultura, por su valiente y hermosa gesta de acercar los libros a la gente del pueblo.

(Columa publicada en Diario Uno)

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