Política

Elogio a la Traición

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Por Tino Santander

Los franceses Denis Jeamber e Yves Roucaute describieron el arte de la política contemporánea en un memorable libro titulado “Elogio a la traición”. Sobre el arte de gobernar por medio de la negación. Los autores señalan que el moralismo fanático e ideologías o caudillos conduce al totalitarismo y que los verdaderos demócratas son los que constantemente traicionan sus convicciones, acuerdos y, promesas electorales, porque al pactar con sus enemigos más “encarnizados” podrán mantener el sistema democrático.

La historia está llena de traidores, por ejemplo, Juan Carlos de España traiciono la herencia franquista al pactar con Adolfo Suárez y con Felipe González una transición democrática que le diera viabilidad a España. Las felonías principistas son el oxígeno para las democracias y es evidente -según los autores- que gobernar es traicionar y muchas veces negarse a sí mismo.

Haya de la Torre pacto con Manuel Prado en 1956 con el objetivo de que el Apra vuelva a la legalidad y evitar una guerra civil. El Apra, abandono sus tesis antioligarquicas para aliarse con la oligarquía agraria en 1963.  José Carlos Mariátegui, recibió una beca del gobierno Leguistas que buscaba evitar su crítica mordaz. El amauta acepto el encargo de la dictadura y retorno triunfal para fundar el socialismo “sin calco ni copia” que inspiro a la variopinta izquierda peruana. Haya y Mariátegui sabían que la traición cuando no es cobardía, es necesaria para cambiar la historia.

La traición como cobardía es el acuerdo entre Alberto Fujimori y PPK. Fujimori evito la vacancia de PPK y este en recompensa lo indulto. El caso Lava Jato los obligo a ponerse de acuerdo para buscar impunidad. La traición artera la simbolizan, Vizcarra y Daniel Salaverry, que podrían hacer cualquier cosa por la sensualidad corrupta del poder. Ambos personajes serán condenados al noveno circulo del infierno de Dante por la historia.

Pedro Castillo, el maestro rural de lenguaje entrecortado, símbolo de la pobreza y marginalidad (así lo llaman la izquierda limeña), ofreció un gobierno popular, prometió comprar la deuda de millones de familias a través del Banco de La Nación, es decir un reactivo familiar; recuperar el gas para y evitar que los peruanos paguemos S/. 60 soles por el balón del gas doméstico, juro combatir la corrupción y nombra a Oscar Maurtua, como canciller señalado por la prensa de estar vinculado a los intereses de Odebrecht.

Castillo, se ha aliado con los bancos y el monopolio farmacéutico y les ha entregado el Ministerio de Economía y Finanzas a Pedro Francke que defiende los intereses de los grupos de poder económico. Tampoco tienen intención de renegociar el contrato con Camisea. Todo sigue igual, no hay vientos de cambio, salvo politiquería y comportamientos vulgares que lindan con lo delincuencial.

El gran triunfo popular lo han tirado a la basura, no han traicionado por principios, ni por objetivos políticos, simplemente se han asustado por incapacidad e ignorancia. La lección de Alexis Tsipras, líder de la izquierda radical griega que vocifera contra la troika bancaria de la comunidad económica europea, es un ejemplo de la traición de los habladores o laqla (fanfarrones en quechua). Tsipras, en el gobierno termino aceptando servilmente el programa de ajuste fiscal que le impuso la Banca Europea. Tigres de papel que serán barridos por la historia. Ahora, le toca al movimiento popular actuar.

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