Hace pocos días me visitó en El Comercio, el más antediluviano “cazador de libros” de nuestra recuperada y decadente Lima. El buen “Veguita” entre otras cosas, me estuvo contando de su especial amistad con la célebre francesa “Nanette” en los años cincuenta; pero, luego de la tertulia “burdelesca”, le pregunté: ¿Qué me has traído hoy? A lo que respondió: Ésta pequeña joyita.
Y era nada menos que una muy peculiar edición, y limitada por cierto, de “Vida y Hechos de Estebanillo González, hombre de buen humor” una de las novelas picarescas más clásicas de todos los tiempos, y cuya primera publicación fue en Amberes en 1646.
Pero ésta vez, el Concejo Regulador del Brandy de Jerez en España consideró oportuno reeditarla, quizá con el pretexto de tributar al brandy. Pues en el relato que data del siglo XVII se consigna por vez primera el término “brandavin” que según algunos lingüistas, se afirma que de allí viene el origen de la palabra “brandy”, en honor a la bebida espirituosa obtenida de la destilación del vino y envejecida en vasijas de roble durante cierto tiempo.
Cuenta Estebanillo en algún pasaje del relato: que “trocaba brandavin por vizcocho”. Se puede pensar entonces que el personaje estuvo intercambiando aguardiente de vino por algo para comer. Pues en aquella época, ya existía el brandy como una bebida atractiva para los bebedores europeos.
La novela fue siempre difundida como anónima, pero en opinión de los editores del libro, Antonio Carreira y Jesús Antonio Cid, el autor sería un escribano real malagueño, llamado Gabriel de la Vega. Aunque, aún curiosamente hoy en la Biblioteca nacional de Alemania, en su catalogo on-line, figura Esteban González, incluso con fecha de su nacimiento (1,608); como el autor de la obra.
Pero vayamos a la novela picaresca. Estebanillo en realidad era un rufián, sinvergüenza, bribón, granuja o pícaro, según quién quiera calificarlo. Tales adjetivos quedan estrechos a la hora de conocer su narración tanto desvergonzada e irónica, creando un estrecho vinculo casi filial entre la verdad y la mentira, cualidades netas de un insensible y absurdo sujeto.
Y aunque en la vida real, se conoce que Esteban González existió, en la primera mitad del siglo XVII, ejerciendo la labor de sirviente, o de ayudante de cocina de algún príncipe de Sicilia. En la novela se dice que fue un bufón del general Ottavio Piccolomini en Flandes (1637-1639) y luego sirviente del cardenal infante Fernando de Austria.
Estebanillo cuenta sus disparatadas peripecias, como por ejemplo; lo que le sucedió en su viaje a Roma por ser aprendiz de cirujano y como entró a servir de enfermero en el hospital de Santiago de Nápoles. O como llegó a Madrid, Galicia, y Zaragoza; pasando por insólitos y ridículos sucesos, propios de un personajillo. Llegando a ser incluso soldado de leva en Sevilla, para luego ser sentenciado a muerte en Barcelona. Dando cuenta de su partida a Alemania para buscar a su amo el duque de Amalfi. También narra sus viajes a Polonia, y el desafío que tuvo con un estudiante polaco, mencionando también su regreso a España, luego de haber sido presencial y apartado testigo de la Guerra de los treinta años en Europa.
No obstante, la obra alcanzó notable éxito en su época, imprimiéndose así cuatro ediciones en pleno siglo XVII y luego seis ediciones en el siglo XVIII en España, alcanzando el nivel del Guzmán de Alfarache, y aún por encima del Buscón y del Lazarillo de Tormes, en el género de novela picaresca.
Por ello, se hace imprescindible la lectura de esta novela, a pesar de la complejidad de los recursos barrocos en su prosa, que podrían aplacar en un principio la vocación de seguirla; pero de igual forma, es de seguro que el buen lector caerá seducido por el relato de los orígenes del protagonista que con linaje o sin él, siempre luchó por abrirse un camino en una cruel sociedad que le cerró el paso.
Por otro lado, esta obra siempre causo escozor para algunos y placer para otros, pues nada más vale mencionar a la crítica filológica. Whitbour por ejemplo, considera que Estebanillo es una degeneración que produce repulsión en el lector…y causa indignación y enfado. Y para él; no menos conservador Alexander A. Parker, la obra es “desagradable” y deja “muy mal sabor de boca”.
Pero no todo es sombrío en los juicios atribuidos. Por ejemplo, Juan Goytisolo, considerado hoy como el narrador más importante de la generación del medio siglo en España, quién además hizo una excelente edición de Estebanillo; la calificó de “magnifica” y de ser “la mejor novela española escrita en el siglo XVII, sin mencionar, obviamente el Quijote.
A continuación transcribimos un notable y divertido soneto del propio autor, Estebanillo González:
Diéronme ser los montes de Galicia,
La sacra Roma en sus escuelas ciencia,
La libertad de Génova conciencia,
El regalo de Nápoles malicia.
La intratable Calabria el avaricia,
El poder limitado la paciencia,
Los trabajos del mundo la esperiencia,
Y los estados bajos la codicia.
Esperto en tales dones, he quedado
En lances y donaires tan curtido,
Que si llegase al fin, que he deseado,
Pondré todas las chanzas en olvido;
Y si no estoy del mundo retirado,
Me hallo de no estarlo arrepentido.
Luis Chávez A.