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El sirviente, de Joseph Losey (1963)

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Una película de Losey puede terminar como una película de Lynch… Lynch como Losey examina la pulsión. El arriba abajo explotador explotado es puesto de cabeza (lo ‘surrealista’) pero como si solo fueran las antípodas y el resultado es que solo se intercambian los roles pero no la estructura.

El sirviente se cobra ‘perversamente’ la plusvalía. El niño rico programado para inútil necesita un padre-madre. Un hermano, un compañero de juegos. La vergüenza de los ricos es que dependen de los pobres. Aunque la biotecnología según parece cambiará las cosas (insinuación Cronenberg).

En esta película graciosamente masculina y con homosexualidad latente las mujeres son piezas del mobiliario o juguetes de carne sea la digna aristócrata o la relajadísima e hiper provocativa más bien hija del pueblo. Y la figura de la casa es la figura de la polis en su orden desorden siempre maníaco.

Y un espejo mirón y una puerta estante con libros son regalos de la psique narradora estética…

Last but not least queda reflejado claramente el miedo de una clase de perder sus privilegios, y los personajes (de nuevo la palabrita) perversos de la clase ‘inferior’ son presentados como si ‘el mal’ fuese necesariamente la única propiedad de la que gozan. Como si los pobres (lectura usando a Cronenberg) fuesen la infección que más temen los ricos o los no-pobres.

El miedo a que el otro pueda ser, horror, horror, en el fondo, igual, o muy parecido a ti.

Losey pone las cosas de cabeza un rato pero como buen sirviente luego deja todo en su supuesto lugar. Sirve por lo que insinúa (Lynch de nuevo) aunque retroceda después.

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