El muere muchas veces al día para poder vivir
El sábado Lima gris estuvo en el balneario de chorrillos, disfrutando del venidero sol que por esa zona agracia el paisaje costero. Nos detuvimos en la playa “herradura”, cerca al conocido restaurant “El salto del fraile” cuyo gran letrero trae a la memoria esa tradición olvidada que sin embargo no cesa. Ese acto de rememoración a una historia que toma forma de clavado y cuyo actor ha internalizado su papel hasta recitar la historia como su historia. El fraile sigue saltando aún luego de los problemas que algunas personas de mala voluntad le impusieron, y es comprensible que no tema ante la adversidad, pues el ya muere muchas veces por día para poder vivir.
“De repente, Clara pudo ver a su amado Francisco quien, parado sobre la peña más alta, sostenía sobre su cabeza con ambas manos, el manto que se había quitado y que agitaba en el aire. Un minuto después, el fraile se precipitaba desde la altísima cima al fondo del abismo, y no quedaba de él, más que los rasgados jirones de sus vestiduras, que, prendidas de la afilada cresta de un peñón saliente, flotaban al viento como una bandera fúnebre.”
