Hace un par de meses, viajamos a Puquio con un grupo de documentalistas extranjeros para grabar un documental sobre los danzantes de tijeras. La carretera más rápida es por la panamerica sur, a la altura de nazca hay un desvío que recorre los bosques de guarango muerto y se adentra hacia la sierra. Luego de todo esa alucinada increíble con los danzantes, de vuelta a Lima, nos adentramos un poco mejor en nazca, aprovechando que los extranjeros iban a visitar todo lo que fuera posible. Siempre me han interesado las leyendas, los mitos, pero este en especial, de un habitante de Cogunyo, un caserío perdido entre Ica y Arequipa; que me he preguntado si en verdad todo lo que creemos (hablo de la historia contada en los libros) es verdad. Aquí voy a transcribir casi tal cual la leyenda:
“Cuentan los viejos que hace muchas lunas, los pueblos de los Chincha, los Nazcas, Chiribayas, Moqueguas y otros, vivían en armonía y paz, sus tierras eran fértiles, hasta las llamas y auquénidos bajaban y paseaban por su campos. Entonces un gran cambio climático hizo que se inundarán todos esos países, los que sobrevivieron se refugiaron en las montañas, en las partes altas del valle. Hay esperaron a que bajaran las aguas para retornar a sus tierras.
Cuando lo hicieran, vieron que estaba habitada de gigantes quienes comenzaron a cazarlos, a perseguirlos hasta comérselos, o simplemente para darles cruel muerte. Algunos sobrevivieron volviendo hacia los montes. Pasaron infinidad de lunas y estos hombres condenados a vivir en cuevas, vieron de pronto una luz larga en el aire que de desplazaba como nunca antes habían visto. Era una serpiente emplumada quien surcaba el cielo como si fuera de tierra, y que botaba una luz, un rayo fulminante por los ojos y así mataba a los gigantes; lo pocos que pudieron huir, se desperdigaron por todos lados.
La serpiente emplumada hizo que los pueblos retornaran a sus tierras y que la prosperidad vuelva a reinar. Dicen que hay otros lugares donde la serpiente emplumada dejó su huella, pero de eso sólo quedan las palabras.
De los gigantes que sobrevivieron, en cambio si se pueden encontrar restos por estas tierras. Algunos de ellos fueron al norte donde la zona era mala y no había agua y tuvieron que cavar hondos pozos, en forma de tinajas, hoy conocidos como Tinajones, hechos con una tecnología avanzada. Se pueden ver aún en lo que hoy se conoce como Lambayeque.
Otros gigantes subieron hacia el lago madre, hacia el Titicaca y allí construyeron templos, fortalezas. Trabajando con gran maestría inmensas piedras, algunas de varias toneladas de peso. Así, le debemos la paz a la serpientes emplumada que botaba un rayo de los ojos.”
Creo que nada es mentira, creo que el mito encierra una verdad ineludible, sea cualquiera la mascara que use. Pensemos en la prolongación de la verdad en otra forma, en otros ojos. ¿Qué mitos estaremos creando ahora? ¿Qué sincretismos entre dioses crepusculares y sociedad de consumo?