«Sueños Bárbaros» (Peisa, 2010), es un libro hecho de un amigo para sus amigos, pero es tan profundo el trazo con el que se les retrata, que de repente la historia te seduce. La fuerza de los personajes que se vuelven cada vez más reales. Quizá es también lo certero del retrato de la urbe limeña, la identificación con un lugar, con un espacio común. Son además la pasiones desmedidas. Es el fanatismo, el teatro, el amor, la sexualidad como puerta. Pero es el cine, sobre todo el cine lo que identifica esta obra. Y no hablamos de la común «narración cinematográfica», esa que hace solo vertiginoza la historia, con imagenes rápidas y lenjuage afilado. Hablamos de buscar el origen, de armarlo todo, de re-construir la realidad. La novela es sobre un grupo de amigos que quiere grabar un película sobre cómo se graba una película, una metapelícula. Es una novela arriegada, poco común.
Son además muchos detalles, muchas características la que convierten a la novela de Rodrigo Nuñez Carvallo (Lima, 1953), en una novela altamente recomendable. Es por eso que aprovechamos y visitamos al autor en su casa/estudio, en Barranco, donde sus gatos se pasean por entre los cuadros, los libros y en el humo de su eterna fogata interior. Es que en Rodrigo se cumple perfectamente esa frase de Bryce. «hay que ser jovenes hasta que nos sorprenda la muerte».
Hijo del centenario Estuardo Nuñez, en esta conversación Rodrigo nos habla de su infancia, de ese Barranco que se nos va, de sus amigos inmortales, de su trabajo.