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El rechazo chileno: Boric pierde, Cristian Warnken gana

Lee la columna de Alejandro Herrera Núñez.

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Derrota total. Así fue la derrota del Apruebo a la nueva Constitución chilena, un plebiscito con más sabor a desapruebo hacia la gestión de Gabriel Boric. Ni Pinochet en el plebiscito de 1988 obtuvo una derrota tan aplastante cómo la ocurrida ayer. De los 300 distritos electorales chilenos, el Apruebo solo ganó en 8. Todo el mapa de Chile fue un rotundo RECHAZO. Entretanto un nuevo rostro emerge en el panorama político chileno, un viejo conocido de los escritores. Si alguien merece ser calificado de ganador de esta goleada de anoche, ese sin lugar a dudas es Cristian Warnken.

Boric pierde

Atelier el líder comunista llamó a este plebiscito la madre de todas las batallas. Podrá pensar después de la paliza de anoche, que está derrota podría ser la madre de todas las derrotas.

Presidente de Chile tras su derrota.

Sin lugar a dudas las elecciones plebiscitarias, independiente a sus naturalezas electorales, acaban convirtiéndose en referéndums  sobre rostros específicos. Está sin duda no fue una excepción. El apruebo de la nueva Constitución estuvo muy ligado a la figura del presidente Boric, que acabó no solo haciéndole campaña, de manera indirecta, pero campaña en favor del Apruebo, sino que además le terminó contagiando la percepción de la mala gestión de su presidencia. Esto último involucró una peligrosa simbiosis en que el gobierno de Boric se contagió de los pasivos de la nueva Constitución con su apoyo irrestricto, a la vez que le contagiaba a la campaña del Apruebo los resultados de su mala gestión gubernamental  respecto al conflicto mapuche en el sur, el narcotráfico en el norte y la inflación galopante en todo el país. De modo que en cierta medida este fue un desapruebo a la gestión del gobierno de Gabriel Boric, que cada vez se acerca más a convertirse peligrosamente en un Pedro Castillo de la ingobernabilidad en Chile. Y esto es de sorprender porque Boric, Jackson y Vallejo, los líderes estudiantiles del 2011 que ahora en 2022 son gobierno, se suponen expertos en la política, pero eso parece no basta. La política sola no basta.

Cómo dijo el tucán Bedoya, la política es antropológica, la gente vota no por planes quinquenales, la gente vota por personas, por rostros con nombres. Y este plebiscito tenía claro un nombre y apellido en el Apruebo. Pero, ¿Y en el rechazo?

Cristian Warnken y la belleza de pensar

El Rechazo pudo tener por nombre y cara a los líderes de la derecha como son Kast o a Parisi, incluso al ex presidente Frey, pero felizmente Dios existe y es chileno. Ese nombre con rostro para sorpresa de todos no fue otro que el de  un comunicador, profesor de literatura y amante de la poesía: Cristian Warnken, el hombre que la mayoría de escritores latinoamericanos conocen por haber entrevistado a Roberto Bolaño.

De haber sido el Rechazo percibido bajo el rostro de Kast o Parisi o Frey,  seguramente el Apruebo ya hubiese ganado desde antes de ayer.

Warnken, de la cultura a la política.

La aparición de Warnken fue de una sorpresa que la mayoría de los políticos subestimó. Su inocente carta abierta desencadenó un movimiento, que luego sería Amarillos por Chile, que de febrero a septiembre construyó una red de 70 mil ciudadanos descontentos con el radicalismo que tomó la Convención constituyente. Primero Warnken alertó y llamó a buscar consensos a la Convención cuando todavía no terminaba su borrador final, es decir cuando los casi dos años de trabajo convencional de la nueva Constitución se pudieron salvar. Sin embargo la Convención fue soberbia y no escuchó. Cuando la nueva Constitución fue consagrada ya solo quedó la lucha electoral en una campaña que la mayoría estimaba como una puja entre una derecha debilitada y una izquierda envalentonada. La aparición de Warnken y está ancha base de los amarillos, que iban de cristianos demócratas a izquierdistas moderados, intelectuales y profesionales, terminó por impulsar el rechazo en pocos meses.

Lo que Warnken con su sonrisa honesta proponía era un Rechazo en positivo, un rechazar que no era vuelta al pasado sino detenerse a pensar, y volver a comenzar. En resumen, se trataba como el nombre de su programa de entrevistas: la belleza de pensar.

Para los que conocemos el trabajo de Cristian era, sobre todo visto desde el extranjero, muy extraño, casi novelesco verlo en debates políticos, hablando de la Constitución o la plurinacionalidad. De repente era como ver un personaje de una novela de Chesterton en una trama de un cuento de Roberto Bolaño.

¿Quién es Cristian Warnken?

Desde la verja de su jardín tiene un programa de radio enfocado a la poesía. Durante casi toda su vida adulta Cristian se ha consagrado a una sola cosa: la cultura. Mientras otros se desgastaban en pírricas guerras culturales (como si fuesen ricos feudos los arrabales de la literatura o el cine contemporáneo), el Cristian hablaba con todos y a todos daba espacio. Siempre con un buen ojo para reconocer lo bueno, y la honestidad intelectual de saber valorar a quien es mejor. Así lo hizo cuando en 1998 en la feria del libro en Chile hizo la mítica entrevista a Roberto Bolaño para La belleza de pensar. Como si de una profecía de su propia trayectoria actual se tratara, Cristian dio la bienvenida con un poema a Roberto, “a este extraño país llamado Chile”. Y este “extraño país” de repente tiene a Cristian como la cara más modestamente contenta de una de las victorias más bellas del pensamiento sobre el impulso que la historia latinoamericana ha conocido. Porque está es una victoria de la moderación que exige el pensamiento, y eso en nuestra historia común de desastres no dejan de ser milagros, bellos milagros de pensar antes de volvernos a tropezar con la misma piedra en el zapato.

Warnken y Bolaño.

Quizá la poesía sirva para algo, pues. Mientras la política solo busca entender para controlar, la poesía ¿qué es? Es inspiración que transforma. A ese desierto que es la política latinoamericana le ha florecido un cactus que le regala sus flores. Porque la poesía si sirve para algo es que tiene el poder de transformar la realidad. Y nuestra realidad es un enfrentamiento de nosotros contra nosotros. Ese es el veneno de la política que ayer perdió.

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