Por Tino Santander Joo
La semana pasada cientos de piuranos apedrearon la comitiva de Dina Boluarte cuando se dirigía a inaugurar una obra. En esos mismos días le lanzaron huevos y piedras a López Aliaga en Puno. Los congresistas no pueden caminar por las calles sin ser insultados o agredidos; los ministros no participan en actos públicos, porque, son abucheados, denigrados, y repudiados. La clase política es repudiada en todo el país.
La izquierda está perdida en el laberinto de Maduro. No ve la realidad o no la entiende, se olvidó de José Carlos Mariátegui; se ha convertido en la izquierda de un solo ensayo, inmadura e incapaz de entender la diversidad de demandas populares. Las izquierdas han perdido el rumbo y en cualquier momento el pueblo las va a apedrear iracundamente como lo hace con los militantes de “Perú Libre”.
La derecha es una entelequia que defiende intereses empresariales y oligopólicos. No creen en el libre mercado, ni en la inversión privada, menos en el Estado eficiente y meritocrático. Ellos gobiernan a través de mafias y burócratas corruptos que defienden sus intereses. En todos los gobiernos desde el fujimorismo dictatorial controlan el ministerio de economía y finanzas y los “organismos reguladores”; además, han subordinado a sus granjerías la línea editorial de los medios de comunicación.
Los partidos tradicionales viven en el pasado y deambulan en su vetustos locales con ideas anacrónicas. No tienen otro camino que aglutinarse en un frente de partidos podridos para prolongar su agonía. Se han convertido en actores secundarios de la sociedad del espectáculo judicial que vive de audios y felonías que difunde la prensa limeña repudiada en todo el país.
Por otro lado, están las millones de familias extorsionadas. Los peruanos no pueden trabajar, ni vivir con seguridad, no tienen educación, ni salud, y más de ocho millones de familias no tienen agua, ni desagüe; la agricultura está abandonada con excepción de los agroexportadores que hacen gala de su prosperidad; el oligopolio bancario gobierna la economía nacional y la clase política está a su servicio; los mineros informales exigen formalizarse y ayuda estatal, pero, los escribas de la gran minería los denigran en los medios de comunicación tradicional. No se dan cuenta que excluyéndolos promueven la violencia contra sus patrones.
La impotencia y la sensación de que nada funciona en el Perú, hacen que millones de peruanos busquen emigrar o anhelen una salida fascista que nos devuelva el orden y el crecimiento económico. Esta es la estrategia fujimorista: promover el caos político y económico desde el Congreso, tienen como mastines rabiosos a los grupos parlamentarios de izquierda y de derecha que siguen al fujimorismo ciega y torpemente. El objetivo de Fujimori: es asociar su imagen al orden y seguridad que anhela la inmensa mayoría.
La derecha huérfana de ideas trata de imitar a Milei y a Bukele; asisten ataviados de sus mejores trajes a los foros convocados por el facho español Santiago Abascal, y aplauden delirantemente el renacimiento del fascismo europeo; su programa se reduce a denunciar a la “mafia caviar” en los sets de “Willax”.