En los últimos años las películas de Hollywood siempre las he tomado con pinzas, no despiertan mi atención por lo general, pero luego de ver El planeta de los simios: La Confrontación, he salido con un sentimiento esperanzador por la ficción hollywoodense.
La mirada del director Matt Reeves, es distinta a las anteriores películas sobre El planeta de los simios, se nota su talento como director desde los primeros minutos, talento que Reeves ejercitó desde los ocho años; todo un niño precoz que filmaba sus historias con sus amigos en casa.
Este filme tiene un guión moralista, que confronta a los simios y humanos, y también nos hace repensar y preguntarnos qué es un simio y qué es un humano. Entre sentimientos encontrados, los personajes van hilando amistad y confianza, hasta llegar al punto de convivir y trabajar juntos. Pero todo esto termina en una guerra, gracias a una traición.
Reeves nos dice que el deseo de poder es más animal que humano, pero también nos damos cuenta que lo irracional es más humano que animal. Destruir para construir, y pelear para sobrevivir.
¿Cómo generar expresiones tan bien desarrolladas en los simios? En este filme los gestos de los protagonistas son idénticos a los humanos, eso se debe a que usaron la técnica de captura de movimientos, que posibilita la grabación del movimiento real de actores y su posterior edición digital.
Mucho se ha escrito y realizado sobre la obra del novelista francés Pierre Boulle, publicada en 1953. El planeta de los simios, continua imparable en taquilla, narrando la historia de simios que hablan y razonan, simios que han sido desarrollados genéticamente debido a un experimento humano que pretendía luchar contra el alzhéimer. Un supuesto virus llamado “gripe de los simios”, desató una pandemia que exterminó el planeta.
Una cinta llena de efectos, que te inyectará el virus del entretenimiento bien desarrollado.