Escribe César Costa Aish
Mucho se ha
venido discutiendo en estos días sobre si el pisco puede entrar a Chile o no
para su consumo, y la verdad es que el pisco sí entra a Chile, bajo el nombre
genérico de aguardiente de uva. ¿Qué tipo de uva? Pues, las uvas pisqueras, las
cuales están definidas en la ley peruana, que a su vez las ha recogido de la
tradición, la cual está desarrollada a lo largo de la historia del Perú, desde
el virreinato.
Toda esta
polémica se desató a raíz de la visita del ministro de Agricultura chileno con
una visita al Perú, cuando realizó una propuesta a su par peruano por llamarle,
lo menos, “no negociable”, por no decir ofensiva. Pero para que se pueda
entender en qué radica la ofensa hay que saber temas de historia, temas de
derecho, y ser muy cuidadoso como se expresan las cosas porque atrás de ello
está el trabajo y la salud de miles de personas tanto en el Perú como en Chile,
cosa que a los políticos de uno como de otro país poco les interesa.
¿Por qué? Porque
a los políticos mientras más se vean ante las pantallas, escuchen su voz en la
radio o vean sus declaraciones de manera positiva en la portada de los diarios,
¡su ego se eleva!, defendiendo los supuestos intereses de sus países creen que
siempre están haciendo las cosas bien y no necesariamente es así, pues en
realidad las personas se cansan de sus autoridades con facilidad por la falta
de transparencia de quienes detentan el poder político, sino recordemos cómo ha
sido abucheado hace unos días el presidente Piñera en un concierto de Paul McCartney,
y peor hubiese sido si el cantante inglés hubiese estado en el Perú y se
hubiera dirigido a los ex presidentes Toledo, Humala, García y PPK.
Dos diputados
chilenos dijeron hace dos días que no permitirán que el Pisco entre a Chile, y
han tenido un ‘pantallón’ y rebote inmenso ante su prensa, todo ello a raíz del
reconocimiento de la India al Perú de la Denominación de Origen Pisco a favor
del Perú ¿y porque ha sido eso? Porque sencillamente el Perú es y ha sido el
lugar de origen de la palabra Pisco y el aguardiente de uva pisco, lo cual ha
sido demostrada ante las autoridades de la India (un tercer país) y que fuera
reconocido recientemente en una sentencia del sistema administrativo de ese país.
Para ello hay
que entender todo lo que rodea al cambio de nombre del pueblo de La Unión en el
Valle del Elqui en Chile, por el de Pisco-Elqui y recomendamos leer el artículo
del embajador peruano Gonzalo Gutiérrez Reinel, “Pisco-Elqui, el nombre
engañoso”, que explica todo el proceso alrededor que hubo en el año 1936 cuando
una decisión legislativa del país sureño hizo cambiar el nombre a ese pueblo
por el de Pisco con la finalidad de intentar arraigar (vincular históricamente) el nombre de un pueblo con el de una bebida y
así ésta arraigarla bajo el concepto de denominación de origen, la cual es una
construcción jurídica cuyos orígenes se
remontan a fines del siglo XVIII (el concepto de denominación de origen).
Para resumir
diremos que el trabajo de Gutiérrez explica como la palabra pisco y la ciudad
de Pisco en el Perú, así como la producción de vinos y aguardientes de uva,
tienen raíces más antiguas que al sur de nuestras fronteras y que el nombre
Pisco es de origen quechua y ha sobrevivido a la fuerza de la costumbre y la
fundación española de la ciudad de Pisco en el siglo XVI, y que a través de ese
puerto se exportaba y se intercambiaba comercialmente los productos de esa zona
con otros puertos de la costa americana, donde siempre a través del cabotaje
(comercio entre puertos de un mismo país o Estado) y el virreinato del Perú y
la Capitanía General de Chile, fueron parte del imperio español no un día, ni
una semana ni un mes ni un siglo, sino durante más de doscientos años y
ambos lugares siempre intercambiaron
comercialmente productos, siendo el Pisco (nuestra aguardiente de uva) uno de
ellos y el trigo chileno el otro los más destacados.
Para entender ello habría que leer el libro “La ciudad sumergida: Aristocracia y Plebe”, del fallecido historiador peruano Alberto Flores Galindo, quien de manera cuidadosa y con cuadros y una gran investigación va exponiendo cómo las flotas peruanas y chilenas realizaban intercambio comercial desde la Colonia, los cuales fueron incrementándose desde fines del siglo XVIII e inicios del siglo XIX, y que el aguardiente de uva peruano, el cual se llama Pisco, porque era exportado desde el puerto de Pisco, que es el puerto natural de Ica, donde se encontraban los principales viñedos peruanos, era exportado hacia el sur por un tema comercial y de necesidad por un tema de frío (al sur del continente americano hace un frío espantoso y las etnias araucanas y mapuches siempre generaron mucho problema a la capitanía General de Chile por lo cual los soldados españoles siempre tenían grandes dotaciones de aguardiente con fines previos a un combate y médicos –se usaba el aguardiente para adormecer heridos y realizar amputaciones porque no existía la anestesia). Si uno quiere conocer apellidos de alcurnia pisquera puede revisar las notas bibliográficas de Flores Galindo e ir a las bibliotecas públicas o de Universidades como PUCP y UNMSM. Si uno desea conocer el artículo del embajador Gutiérrez puede revisar las webs de Academia Peruana del Pisco, Perubicentenario.pe, Lima Gris, de los diarios Gestión y El Comercio.
La iniciativa
política de los diputados chilenos de querer impedir que se venda el
aguardiente de uva peruano que se llama Pisco (Y EN CHILE NO SE HACE PISCO Y A
SU AGUARDIENTE DE UVA DEBERIAN DE LLAMARLO ELLQUI) es algo que ya se da porque
no se vende nuestro destilado bajo el nombre Pisco a Chile por las
restricciones legislativas que hay en ese país. Si bien ellos suelen decir
pisco peruano y pisco chileno, mal (PEOR QUE MAL SINO QUE PESIMO) hacemos los peruanos en
hablar de “pisco peruano”, pues cada vez que lo hacemos abrimos la
posibilidad de que se diga ( y exista un
posible pisco chileno y ese es el discurso de los sureños, y caemos en su juego).
Recordemos que
el año 1936 en que se cambia el nombre finalmente de La Unión por el de
Pisco-Ellqui fue el final de un proceso que se inicia en 1931 cuando en Chile
se busca declarar una denominación de origen sin que existiese en Chile el
nombre de la ciudad de Pisco y apenas unos años después de la obligada
devolución de Tacna al Perú (1929), gracias a la presión internacional, luego
de 50 años (medio siglo) de cautiverio esta provincia peruana en manos del
Estado chileno a raíz de la Guerra del Pacifico.
No nos ofendamos los peruanos cuando nos digan que el Pisco es aguardiente de uva, porque lo es, lo que no es el Pisco es aguardiente de caña. Tengamos claro que el Pisco se originó en el Perú porque las primeras viñas donde se plantaron las primeras parras se plantaron en el Perú, pues al haber sido el centro de administración virreinal de España en América del Sur, y haber estado comprometida la corona española ante el papado para evangelizar a los naturales del lugar, el vino era necesario para el principal rito católico que es la comunión (cuerpo y sangre de Cristo) y la sangre de Cristo simbólicamente es el vino y la conquista, además de ser un emprendimiento militar y económico, fue un emprendimiento religioso y cultural.
Sobre esto último,
recomendamos leer el libro “Las viñas de Lima”, del investigador peruano
Guillermo Toro Lira, que demuestra que el origen de la viticultura americana
estuvo en Lima en el virreinato del Perú, y que demostró no hace mucho, el año
2017, como el nombre de aguardiente de
uva de Pisco acabó convirtiéndose simplemente en Pisco, en una magnifica
investigación que se encuentra alojada en la web del diario El Comercio y
publicada sobre el papel en el libro “La Vigencia del Pisco” de la compiladora
y someliere peruana Cesibel Sánchez, y que con otros autores supo presentar y
seleccionar diferentes artículos sobre la doctrina e historia del pisco en el
Perú.
Por el contrario,
el año anterior al 2016 el historiador argentino Pablo Lacoste, formado en una
universidad de raíces militares estadounidenses, presentó un libro de su
autoría que decía “El Pisco nació en Chile”, lo cual también fue desbaratado y
mostrado el fraude chileno por sendos artículos del embajador Gutiérrez y el
profesor Dr. Eduardo Dargent Chamot, es decir, no caigamos en la provocación;
tal vez la noticia pueda generar rating, pero tengamos en claro que más noticia
sería encontrar a los adulteradores del producto envasado que estoy seguro
viven en ambos países Perú y Chile y que con su producto bambeado, primero
atentan contra la salud del consumidor y segundo no venden pisco, así lo digan
las etiquetas de su botella.
Respetemos la
historia de ambos países, la memoria de quienes dieron sus vidas hace más de
140 años por un enfrentamiento que solo favoreció a quienes vendieron armas,
hagamos un brindis con pisco (que es lo que se produce en el Perú) y digámosle
a quienes lleven voces disonantes lo que una vez el Nobel peruano Mario Vargas
Llosa dijo en uno de sus tantos escritos: “El nacionalismo es el refugio de los
canallas”. Así sabremos identificar quienes son los canallas que adulteran el
aguardiente de uva en ambos países y los canallas que azuzan a sus pueblos,
aprovechando de la situación de desconocimiento en la que se vive en ambos
países, porque si se prohibiese la entrada del pisco a Chile, el primero que se
va a ver afectado no será el empresario
o el trabajador peruano sino el consumidor y el trabajador chileno.
Porque para una
industria que exporta algo menos o algo más alrededor de 10 millones de dólares
en el Perú, es una carga que pueda asumirla nuestra alicaído estado peruano,
pero el gran comercio y diferencial que se produce en Chile con la venta de pisco
en bares y restaurantes afectará a mucho trabajador y el buen paladar del
consumidor sureño, que suele venir a Lima a disfrutar de la variedad de nuestra
gastronomía y cuando regresa a su país se lleva su botellita de pisco y cuando
le preguntas ¿que acaso ustedes no dicen que también tienen pisco? y ellos, con
honestidad, te responden “que vas a tomar esa huada’ on”… Cuidemos la salud y
como siempre decimos, con un pisco en la mano, ¡Salud, Maestro!