Por Rafael Romero
El origen de los males lo debe conocer muy bien el ultra anarco capitalista Javier Milei, presidente de Argentina gracias al marketing electorero de los grupos de poder de ese país y a otro tanto de las corporaciones transnacionales, y eso es “el amor al dinero”, a la codicia, a la vanidad y a un pésimo concepto de lo que es la libertad.
El hecho de gritar “¡libertad! ¡libertad!” no hace a la persona mejor que otra ni libertario en sí. Pero diferente es el planteamiento filosófico humanista del periodista Ricardo Belmont y su pedagogía sobre la base de los valores, la ciencia y el saber, donde el respeto y disciplina estén dentro y fuera del aula, porque solo así, sin tantos gritos a lo Milei, se construyen ciudadanos leales a la patria y valientes para enfrentar la adversidad de un mundo que se ha hecho más violento y menos resiliente.
Pude observar de cerca en los casi dos años de congresista de Ricardo Belmont (2009 – 2011) su amor por una pedagogía superior, su cariño y protección a la niñez y su compromiso para edificar una patria superior y con buena educación. Por eso RBC, desde el Parlamento nacional, planteó un aporte sustantivo en esa dirección: la ley de protección al menor y el respeto del horario familiar en los medios de comunicación, especialmente en la televisión.
Pero esa iniciativa legal fue bloqueada por el poder oscurantista y vendepatria que tiene a los principales canales de televisión como un brazo mediático a su servicio. La propuesta de ley de RBC solo quería hacer cumplir el espíritu de la Constitución del 79, que es la mejor de América, y su artículo 1°, así como el artículo 14 de la Constitución de 1993, que a la letra dice:
“La educación promueve el conocimiento, el aprendizaje y la práctica de las humanidades, la ciencia, la técnica, las artes, la educación física y el deporte. Prepara para la vida y el trabajo y fomenta la solidaridad.
Es deber del Estado promover el desarrollo científico y tecnológico del país.
La formación ética y cívica y la enseñanza de la Constitución y de los derechos humanos son obligatorias en todo el proceso educativo civil o militar. La educación religiosa se imparte con respeto a la libertad de las conciencias.
La enseñanza se imparte, en todos sus niveles, con sujeción a los principios constitucionales y a los fines de la correspondiente institución educativa.
Los medios de comunicación social deben colaborar con el Estado en la educación y en la formación moral y cultural.”
Amable lector, aprecie sobre todo el último párrafo del referido artículo 14, cuyo tenor concuerda con el artículo 23 de la Ley Nº 28044 – Ley General de Educación, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 29 de julio de 2003, y cuyo texto prescribe:
“Los medios de comunicación social deben contribuir a la formación ética, cívica, cultural y democrática de la población mediante la difusión de contenidos que respeten a la persona humana y su dignidad. Para tal fin, en sus códigos de ética toman en cuenta los principios y fines de la educación peruana. Los medios de comunicación social de propiedad del Estado están al servicio de la educación, la cultura, la ciencia y la tecnología. Las entidades del Estado auspician programas o espacios en cualquier medio de comunicación, siempre que contribuyan a elevar el nivel educativo, cultural, artístico y científico de las personas”.
De manera que no tenía sentido que dentro y fuera del Congreso de la República se vetara, censurara o ignorara la iniciativa legal de RBC, porque él solo estaba haciendo cumplir la Constitución y la Ley General de Educación. Pero hay aquí un hecho relevante, el que Ricardo Belmont lo hacía por convicción y conocimiento experiencial pues mucho antes de la aparición de las normas jurídicas referidas, desde el 18 de enero de 1973, cuando fundó Habla el Pueblo, y desde 1981, cuando organizó la primera Teletón, promovió en todo el Perú el respeto a la niñez, a los valores, a la educación moral y cívica, conceptos que años después, en 1989, concretaría de cara a la política activa mediante la fundación del Movimiento Cívico OBRAS.
Han transcurrido 15 años desde su proyecto de ley (2010), pero nunca es tarde, además está más vigente que nuca y para ello solo basta ver lo que ocurre en la sociedad global y nacional donde priman antivalores, la delincuencia y caos, por lo que estimo que en el próximo debate electoral seriamente se debe tener en cuenta los postulados de Ricardo planteados en la ley de protección al menor y de cumplimiento del horario familiar en la televisión, porque no solo el entretenimiento le compete a los medios de comunicación sino también el apoyo a la educación y la cultura.
Asimismo, con ese proyecto de ley, Ricardo y el Partido Cívico OBRAS respaldan al profesor de aula, que es el actor principal del proceso educativo y merece respeto, en concordancia con el artículo 56 de la propia Ley General de Educación del 2003, que a la letra dice:
“El profesor es agente fundamental del proceso educativo y tiene como misión contribuir eficazmente en la formación de los estudiantes en todas las dimensiones del desarrollo humano. Por la naturaleza de su función, la permanencia en la carrera pública docente exige al profesor idoneidad profesional, probada solvencia moral y salud física y mental que no ponga en riesgo la integridad de los estudiantes”.
En conclusión, si existe un líder serio y un partido que marca la diferencia frente a las organizaciones políticas que en estos últimos años destruyeron la República, esos son, respectivamente, Ricardo Belmont y el Partido Cívico OBRAS, constituyéndose en la práctica como los mejores aliados del profesor peruano, del maestro que no piensa en derechas ni izquierdas sino en una filosofía humanista con disciplina espartana para devolverle a la sociedad valores, justicia, salud, paz y desarrollo.