Por Raúl Villavicencio
Cuántas veces usted habrá escuchado que un conocido o amigo le dice “ni siquiera sabes dónde estás parado”, para denotar confusión o extravío; pues bien, suele suceder que muchas veces uno va caminando por la calle sin conocer ciertos lugares que en el pasado tomaron relevancia artística o política.
El Centro de Lima, de lejos, está repleto de esos lugares donde acudían escritores, poetas, políticos, aristócratas y demás personajes de la Belle Époque limeña. Uno de esos tantos fue la Casa Barragán, o mejor conocida como el Palis Concert, un café -cine -bar de moda hace más de un siglo atrás.
Ubicada en la intersección del Jirón de la Unión y la avenida Emancipación, esa hermosa edificación fue mandada a construir por Genaro Barragán Urrutia, encargándole el proyecto a los hermanos italianos Guido y Raimundo Masperi, famosos por sus edificaciones obras al estilo europeo.
Inaugurada oficialmente el 29 de febrero de 1913, desde el primer día fue punto de concentración de notables literatos como Abraham Valdelomar, José Carlos Mariátegui o César Vallejo, así como otras tantas luminarias que pasaban largas horas rodeados de hermosos decorados al estilo afrancesado, debatiendo sobre historia, política, filosofía o literatura, todos arropados entre paredes decoradas de espejos, mientras al fondo se escuchaba una orquesta tocando valses vieneses.
Dos décadas después sus luces fueron marchitándose poco a poco. Atrás quedaron las noches de recitales, cine y teatro, para dar paso a sus ‘nuevos inquilinos’, locales de venta de zapatos, pollerías y tiendas de ropa que ya en las décadas posteriores le cambiaron de rostro a tan refinada inventiva.
Ya en los finales del siglo XX aparecería la discoteca “El Palace”, la cual se rebautizó como “Cerebro” para acabar con lo que alguna vez fue lugar de reunión de las mentes más ilustres del Perú.
Con la llegada del nuevo milenio, en el 2011, la tienda por departamentos Ripley tomó posesión del ya centenario edificio, siendo cuestionado desde un inicio por alterar la estructura de tan imponente obra arquitectónica. Trece años después, esa tienda no se encuentra ya, y todos esperamos quién será el nuevo inquilino de tan histórico lugar. En estos tiempos toca reformular la frase reduccionista de Valdelomar, recalcando que ahora el Palais Concert no es solo de uno sino de todos.
(Columna publicada en Diario UNO)