El ocaso de una mayoría: Fuerza Popular

La lideresa del partido fujimorista Fuerza Popular Keiko Fujimori no ganó las elecciones presidenciales en 2016; sin embargo, su lista de candidatos parlamentarios se vio beneficiada y tras una reñida elección el nuevo Congreso se instaló con una mayoría de 73 parlamentarios de la bancada keikista.

A partir de ese momento los sucesos políticos del legislativo han sido más que bochornosos, pintorescos y beligerantes. Se censuró por consigna un gabinete (de Fernando Zavala); se instaló una comisión Lava Jato (para investigar el caso Odebrecht) que brilla más por el blindaje que le brindan a la lideresa de Fuerza Popular; no obstante, la investigación que se le sigue en la fiscalía aún no da mayores resultados. Eso sin contar las irregularidades de otros miembros de dicha bancada: Yesenia Ponce y sus estudios secundarios fantasmas; Maritza García y su falso título de abogada; Betty Ananculí investigada por la fiscalía por falsificar documentos de estudios superiores; Esther Saavedra que no cuenta con certificados de estudios de cuarto de primaria; Moisés Mamani (de los Mamani-videos) que aseguró no recordar dónde estudió, si es que alguna vez lo hizo.

Ante ello, la sociedad civil se pregunta ¿dónde está la comisión de ética? Que archiva todos los procesos de investigación hacia aquellos “colegas”. Eso sin mencionar el grupo de los disidentes Avengers liderados por el hoy suspendido congresista Kenji Fujimori que tras su salida de la tienda naranja logró aminorar el número de congresistas de Fuerza Popular que hoy alcanza a 61 y que pone en riesgo su control del Congreso.

Asimismo, las reacciones opositoras de otros políticos, y de la sociedad civil han salido a la luz (acaba de haber una marcha de protesta en las calles con un extraño hecho donde se incendió una camioneta policial), con respecto a las nuevas denuncias de irregularidades dentro del Legislativo por la compra de 60 smarthtelevisores y 76 frigobares, donde incluso se viene pidiendo una moción de censura contra el presidente de la mesa directiva Luis Galarreta, que más se preocupa por el nuevo proyecto de ley de la publicidad estatal en los medios de comunicación.

A todo esto; nos preguntamos ¿cuál es la verdadera función de un congresista? La respuesta es de conocimiento público, solo basta leer las líneas de la carta magna; sin embargo, en pleno siglo XXI el rol de un padre de la patria se ha desnaturalizado cruelmente. Porque se han acrecentado las malas prácticas, y estamos ante un modelo politiquero donde priman las repartijas, el transfuguismo, las componendas, los negociados y los porcentajes de las comisiones por proyectos de obras regionales; los acuerdos para votar por la permanencia de un presidente; los audio-videos al estilo Montesinos para incriminar a colegas parlamentarios, y los escándalos, y denuncias penales que recaen sobre estos funcionarios del Estado que por prerrogativa constitucional son inmunes.

Asimismo, la palabra gobernabilidad se encuentra más que manoseada y lamentablemente ha caído en un uso meramente teórico. Porque si reamente la clase política busca una real gobernabilidad, debe empezar primero por sanear su propia casa, y luego empezar por los engranajes institucionales, hasta llegar a fiscalizar a quien lo amerite. No obstante la sociedad civil tiene un rol muy importante, y no se trata de salir a las calles para llenarla de marchas cada vez que se desate un escándalo político. Se trata más bien de tomar conciencia, y reflexión a la hora de ser testigo de los problemas que padece el país: la corrupción, la inseguridad ciudadana, la educación, la falta de programas sociales, el sistema de salud, y la falta de gestión, entre otras falencias.

Por ello es exigible que los ciudadanos a la hora de votar recuperen sus convicciones personales y lo hagan realmente a conciencia, pensando en los beneficios de la colectividad, y no en el beneficio personal. El camino es sinuoso y difícil… pero no imposible.