Opinión

El nuevo terror senderista

Lee la columna de Tino Santander Joo.

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Por Tino Santander Joo

El nuevo senderismo es la violencia per se; no es ideológico, no tiene objetivos políticos, sociales o económicos.  No se sustenta en el “marxismo-leninismo maoísmo” de las mesnadas de Abimael Guzmán, ni en ninguna otra ideología política o religiosa. Es simplemente la expresión de la rabia y violencia acumulada en la inmensa mayoría nacional que se expresa en la vida cotidiana.

En 1980 en el pueblo de Chuschi, Ayacucho; Sendero Luminoso, inició una época de terror y sufrimiento; fueron los comuneros andinos y amazónicos aliados a las Fuerzas Armadas los que derrotaron militarmente al senderismo. Una victoria que no acabó con las causas de la guerra. Ahora, el neosenderismo trabaja políticamente en las organizaciones sociales e impulsan sus reivindicaciones ensayando un nuevo tipo de insurgencia. Saben que el terror no funciona. La inmensa mayoría los repudia; pero eso no los amilana y están desarrollando una estrategia de alianzas para consolidar un espacio político radical. Este senderismo del siglo XX, está desfasado y no tiene futuro a pesar del esfuerzo organizativo de sus cuadros, porque, el Perú, está en otro camino.

El nuevo senderismo es de espíritu tribal; es la guerra de todos contra todos. Es el espectáculo que vemos todos los días en los medios de comunicación entre los pájaros fruteros del congreso y del gobierno; en la lucha contra la delincuencia de los indefensos ciudadanos que capturan malhechores y los golpean salvajemente.  En la violencia de los hospitales que no tienen medicinas, que no atienden a millones de peruanos que reclaman salud eficiente. En los colegios que se caen; en los diez millones de peruanos que no tienen agua ni desagüe. Esos son lo nuevos senderistas, resentidos, llenos de rabia, y de odio contra la clase política. 

Los bancos y sus abogados aterrorizan a millones de peruanos amenazándolos con juicios con la complicidad del Estado; las empresas de telecomunicaciones anuncian que subirán sus tarifas; el transporte es indigno; las carreteras son mortales. Miles de ciudadanos mueren todos los años y no pasa nada. La violencia y la muerte son parte de nuestra vida; por donde miremos siempre tendremos una escena de terror. Nadie se inmuta. Nos hemos acostumbrado y somos indolentes ante el dolor ajeno y solo reflexionamos o “protestamos cuando nos atañe”. El espíritu senderista subyace en nuestra conciencia y ha penetrado nuestra alma.

Antauro Humala, predica en plazas publicas que va a fusilar a los traidores y que va a empezar por su hermano Ollanta; que va a nacionalizar los bancos y ejecutará a Dioniso Romero Paoletti; que expropiará a los medios de comunicación limeños (todos sin excepción) y que estos serán entregados a los campesinos, a los obreros, a los intelectuales reeditando el programa de Juan Velasco Alvarado. Todas estas propuestas tienen una gran acogida popular.

Inmensas zonas del territorio nacional están controladas por el crimen organizado y han impuesto la violencia como forma de vida. El senderismo ha vuelto simbólicamente en Ayacucho, cuando cientos de ciudadanos incendiaron la sede de la fiscalía, porque, perciben impunidad y corrupción. En una asamblea vecinal en Ventanilla, las dirigentes del comedor popular comentaban que el pueblo tiene que actuar violentamente para acabar con los corruptos. Pronto, incendiarán las farmacias, los bancos, comisarias, y todo aquello que distingan que atenta contra el pueblo.

El nuevo senderismo es el espíritu fascista y autoritario de la inmensa mayoría que no queremos ver, ni reconocer. La derecha y la izquierda son parte del problema y no la solución. Este es el nuevo reto de las minorías democráticas y libertarias. El Perú, requiere empezar de nuevo sin destruir lo avanzado.

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