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EL NO FUTURE ES HOY: CARLOS MAGAN Y LA GENERACIÓN DE LOS 80’s

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Carlos Magan (Boui). Foto: Andina.

Me parece que muchos de nosotros, cuartentones y cincuentones en potencia, nos tomamos en serio la canción de Wall of Voodoo que nos decía ‘I’ll do it tomorrow, hope I’ve got enough time, I’ll do it tomorrow, and things’ll be fine’. Pues, ese mañana ficticio e imposible de entender en la juventud, se nos ha empezado a acercar apresuradamente este enero con la muerte de Carlos Magan (Boui) a los 48 años. El coma diabético que hace unos meses marcaría el inicio de su despedida del planeta, impidió que nos encontráramos en la celebración de los 5 años de Trilce Discos donde Grupo Miel compartía escenario con Voz Propia, aunque nos habíamos cruzado de casualidad en Trujillo donde tocábamos en bares contiguos. Así eran nuestros encuentros: esporádicos e inesperados. Así fueron por 30 años, lo que ahora suena a un numero descomunal y una vida entera. Hay algo, sin embargo, que perdura de las amistades de la adolescencia y que la lejanía no logra eliminar.

Recordar es siempre una labor de construcción de un futuro incierto, y muchas cosas se pueden decir (personales y abstractas) de Carlos, muchas cosas que resuenan en diferentes espacios de nuestro entendimiento y en los ángulos mas disidentes de las amistades y enemistades de nuestra generación perdida: la generación cochebomba clasemediera urbana y alienada de Lima; la generación que tantas cosas apropio sin entender, y que reconstruyo a su antojo la realidad con la conchudes que solo un joven sin mucho que perder comprende. Fuimos la generación del verdadero Do it Yourself a la peruana, donde se tocaba donde sea y como se pueda. No hablo de el DIY de la figura de marketing posterior o del discurso de la autogestión contemporáneo, sino de una generación mas parecida a la de la revolución del skiffle en la Inglaterra de la postguerra, donde en cada esquina encontrabas a alguien con una guitarra acústica intentando hacer Rock and Roll en medio de la crisis total.

 

Carlos Magan representa en una primera lectura a los primeros instantes de una rebelión urbana limeña en la que términos ahora carentes de sentido como ‘alternativo’ e ‘indie’ contaban con la intensidad y la sinceridad idealista y romántica de un underground peruano aun sin compromisos. Una rebelión ingenua, pero que comienza poco a poco a romper con, entre otras cosas, el clasismo y el racismo limeños y que utiliza la música extranjera para confrontarnos y reubicarnos.

Otra lectura, simple pero no menos valida e importante, lo sitúa como un divertido compañero de juergas, como el audaz y extremo punkeke limeño alpinchista que supo morir en su ley, un símbolo de disidencia social transgresora aún relevante para muchas generaciones contemporáneas derivadas del discurso ya hoy digerido por una cultura en la que el underground no existe ni es posible. El ‘no future’ es hoy.

 

Las cenizas de Carlos Magan fueron esparcidas por su familia y amigos en el mar de la playa Yuyos de Barranco el 15 de diciembre.

Si nos ponemos mas históricos, y debemos, el Boui es parte de nuestra respuesta a la nueva invasión cultural y ‘reinserción’ al mundo tras el periodo de militarización nacional de los 70s, y muestra nuestra sorpresa juvenil antes los exóticos discursos musicales extranjeros. Hijos híbridos del proyecto de revolución cultural del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas y, al mismo tiempo amantes de los raros peinados nuevos, somos y éramos un producto único de una ciudad única. Nuestro Boui peruano se atrevió a enfrentar este mundo híbrido y fragmentado sin asco ni resistencia, se dejo llevar por la ola que el cambio nos proponía, sin anclas ni seguros, sin paracaídas ni antibióticos.

 

Su velorio en el Rebagliati ha sido un llamado a recapacitar sobre nuestras propia existencia como generación. En el me encontré con amigos que no veía en años, conocidos que debieron ser amigos hace mucho tiempo y de pronto parecían serlo, antipáticos enemigos con los que tengo mas en común que con un desconocido, y desconocidos que debería pronto conocer.

El viaje de Carlos y la masiva asistencia a su velorio, me han hecho tambíen recordar que en nuestra Lima del antaño cercano, perro, pericote y gato, siempre comían del mismo plato. Metaleros, punks, new romantics, darks, y demás fauna de nuestras movidas musicales estaban todos ahí. Me di cuenta de lo cercanos que éramos todos y como Carlos representaba un puente de comunicación de nuestra experiencia colectiva. Si cada uno había tomado su propio rumbo, todos rodamos por la vida con sueños románticos y esperanzas en común.

 

Si algo nos dice Carlos Magan desde otro planeta, es que ha llegado la hora de reunirnos y contar y reconciliar nuestra historia. Si, así de tontamente romántico debería ser.

 

Total, de Carlos nadie podrá negar que He did it his way.

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