Tiene 44 años, un título de abogado bajo el brazo, ansias de figuración y cero experiencia en el sector cultural, con esas credenciales Alejandro Salas se convirtió, el 31 de enero pasado, en el ministro de Cultura designado por el presidente Pedro Castillo.
Sin embargo, desde su llegada al piso 8 de la sede central del MINCUL en la avenida Javier Prado, se pudo notar que el cargo de ministro de Cultura era solo un mecanismo para incorporar a un operador político en el gabinete ministerial porque Salas se desentendió de los asuntos culturales del país para convertirse en vocero, traductor y defensor de Pedro Castillo, un mandatario que, según la tesis fiscal, se encuentra sindicado como líder de una presunta organización criminal integrada por el ex secretario general Bruno Pacheco y los sobrinos del presidente Castillo, quienes actualmente se encuentran prófugos y con una orden de prisión preventiva de 36 meses.
En medio de la crisis política y las investigaciones contra los personajes palaciegos, Alejandro Salas fue ganando terreno y tuvo una mayor presencia en los medios. Rápido para las declaraciones, hablador en un gabinete de mudos, el abogado disfrazado de ministro de Cultura se ha convertido en el vocero oficial, incluso en el paro de transportistas que provocó las fuertes protestas en Huancayo, Ica y Lima, eventos en los que dejó en segundo plano al Premier Aníbal Torres y se convirtió en el hombre que dice lo que el presidente Castillo no logra articular.
Lo que en realidad Salas ha estado haciendo desde hace setenta días no tiene nada que ver con las tareas del ámbito cultural del país —la alarma sobre el complejo arqueológico de Kuélap la tuvo en febrero y no hizo nada— se ha dedicado más bien a hacer méritos saliendo al frente a defender a un presidente que enfrenta una crisis tras otra.
En realidad, Alejandro Salas actúa como un Premier en la sombra. Además de las constantes declaraciones sobre tareas del gobierno ajenas a su sector, Salas ha convertido la sede central del Ministerio de Cultura es una especie de oficina de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), en la cual pide informes sobre dirigentes y todo lo que exista alrededor del paro agrario y de transportes.
Para realizar esa labor, el ministro solicitó a la jefa de gabinete Ivone Montoya Lizárraga y al área de la Secretaria General encabezado por Ana Minaya Ortiz, información específica sobre el paro. Los funcionarios y asesores del Ministerio de Cultura, se vieron en la obligación de prepararle al ministro Salas varios informes detallados sobre la situación a nivel nacional.
Asimismo, en las oficinas de la sede central del MINCUL se trabajan temas de la cartera del Interior y se realizan coordinaciones sobre políticas nacionales de carácter multisectorial que son funciones que pertenecen a la PCM. Lo que busca Salas Zegarra es convertirse en el nuevo Presidente del Consejo de Ministros.
En los hechos, Salas no es ministro de Cultura y no trabaja en la conservación y protección del patrimonio cultural peruano. Su tarea es la de un operador político que llegó ante la ausencia de voceros gubernamentales. En el camino le agradó la función y al percatarse que Aníbal Torres empezó a acumular críticas y desgaste, vio la oportunidad de poder convertirse en Primer Ministro y por eso se puso activo en su rol de escudero de Pedro Castillo.
¿Se convertirá en el personaje que mande a su casa a Aníbal Torres?