Francesco Petrozzi un artista de la lírica, asumió ser
Ministro de una cartera que es la última rueda del coche para el Gobierno, con
empleados argolleros, especialmente en Industrias Culturales, que no hacen
gestión ni saben bien qué es cultura-identidad.
No tuvo muñeca política. Hizo lo que nadie debe hacer culpar a otros de tus actos y no ser valiente
de defender tus ideas.
Sabía que el Ministerio de Cultura es una olla de grillos que no funciona porque necesita una reforma radical o desaparecer. Petrozzi quiso ser incondicional y “agradecido” de ser Ministro, bailó al son de lo que le decían al oído, no tuvo voz propia. Lo de Coya fue un manejo político fatal. No se dio cuenta de los intereses que hay detrás.
La cartera de Cultura es lo más serio de asumir porque es transversal en la sociedad. Sin cultura ni identidad no es posible el desarrollo sostenible ni económico ni social. Petrozzi fue cándido, emocionado, incondicional, “agradecido” con un Gobierno que no quiere una población sensible que descubra su pertenencia cultural ancestral. Se encandiló y no llamó desde el primer día a todos los componentes de la cultura del país, para fortalecer su entorno y trabajar en conjunto el cambio que necesitamos urgente. Pero él se mareó de ser Ministro.
El nuevo ministro N° 13 (muerte y resurrección), tendrá que ser Político(a), ser de la cultura y conocer el Perú, para que podamos emerger de las tinieblas que invisibilizan la cultura viva cada vez más.