Opinión

El inquilino, de Roman Polanski (1976)

Lee la columna de Mario Castro Cobos

Published

on

El principio de identidad. ‘El principio de los principios’, casi —o sin el casi— una derivada o una evidente traducción, en otros términos, del principio aristotélico de no contradicción, será triunfalmente vulnerado. Recurriendo a la comedia; bueno, sí: comedia negra, que viva el absurdo. El absurdo como una imagen muy razonable de cómo es el mundo.

La película avanza sin una particular prisa como sin una especial pausa. Esa tautología pintoresca, que nos sostiene, a base de la repetición auto hipnótica: yo soy yo, soy yo mismo (y la duda ya instalada y reconocida y actuando, con el ‘quiero ser yo mismo’, ‘lucho por ser yo mismo’, ‘¡no puedo ser yo mismo!’), se basa en nada, o en muy poco.

Una situación pre Nerval y pre Rimbaud (para remitirse a paradigmas europeos). Yo NO soy otro.

Un personaje ‘sin’ carácter, apacible, suave, educado, blando y complaciente, ‘preocupado por los demás’, no podrá hacer ‘ruido’, disentir, sentirse libre, aceptado, es decir, vivir.  

¿Nada es tuyo? Alquilas un departamento, la casa no es tuya, te sometes a reglas impuestas, a una serie de restricciones incluso crecientes; te oprimen. Constituye una ironía que el personaje no salga de ahí.

Uno cae en cuenta muy rápido que es su propio ser el que no le pertenece, el que deja de pertenecerle, los matices acusados (y acusadores) de caricaturas ominosas de los demás habitantes del edificio es inocultable, se restriega con fruición contra el ojo del espectador. Puedes recordar las figuras de Grosz o de Dix.

¿La presencia de la inquilina anterior puede poseerlo realmente? ¿Qué quiere Polanski con esta obra? ¿Sacudir nuestras oscuras y lúcidas sospechas sobre nuestra propia falta esencial de sustancia, sobre nuestra relación desventajosa y altamente problemática con el cuerpo social?

Cuál sería entonces la otra verdad, del otro lado del férreo y risible principio de identidad. Que primero es el nosotros. Que no podemos escapar: somos seres ‘dependientes’, sociales. Que la identidad, el yo, es justamente una construcción social ¿y nada más? Se puede pensar que si cada quien es ‘sí mismo’ todos podremos serlo. ¿Pero quién es sí mismo? ¿Quién no es un reflejo o una sombra de otros o alguien obligado tristemente a hacer un papel? ¿Cómo se sale de un infierno así?  

Película

Comentarios
Click to comment

Trending

Exit mobile version