Han trascurrido 479 años del nacimiento del El Inca Garcilaso de la Vega. Su elevado pensamiento simboliza la nobleza, el esplendor, la sabiduría, riqueza, poder y luz de sus orígenes, por un lado la excelsa raza de los incas y por otra la temeraria raza española.
La mística con la que traduce sus ideales, se ha fortalecido con los años, inspirando a gigantes universales, forjando libertadores y pensadores que fueron la luz de la época. En los años siniestros del colonialismo, el sometimiento era acaso la ley primera que debiese cumplir.
La noble estirpe de los incas y los descendientes de Huáscar se vieron obligados a huir y presentar resistencia desde Vilcabamba; otra facción se quedó en Cusco, aceptando el sometimiento español y convirtiéndose en tenaza de sus intereses. El inca Garcilaso fue el primer cusqueño, peruano y americano en levantar la bandera de la identidad nacional, es el primer gran humanista, nacido en América, integró a todos los componentes sociales de nuestra patria, así los indios, mestizos, criollos, negros y mulatos se vieron pronto representados en un solo sentimiento de identidad nacional.
Intuyó la unidad de la gran nación Americana como la patria grande, tal como se evidencia en la “Florida del Inka” donde nos muestra escenarios de América del Norte, Garcilaso sostiene el pensamiento americanista su horizonte es, pues, más vasto que el bolivariano.