Sus ojos presenciaron la primera y segunda guerra mundial, la migración del hombre andino a la costa, la llegada del hombre a la luna, la caída del muro de Berlín, el paulatino cambio climático, y muchos otros momentos históricos que fácilmente pueden llenar tomos y tomos de libros. Su nombre es Marcelino Abad Tolentino, y nació un lejano 5 de abril de 1900. En la actualidad cuenta con 121 años y puede ufanarse de ser uno de los pocos seres humanos de vivir dos centenarios del Perú.
Es natural de Huánuco y vive en una pequeña hacienda cerca al río Huallaga donde él mismo cultiva hortalizas, verduras y frutos para su consumo personal. Nunca se casó ni tuvo hijos, tampoco aprendió a leer o escribir, pero eso no le fue impedimento jamás para labrarse una vida donde nunca le faltó un pan en su mesa.
Alejado del ruido ensordecedor de la ciudad y de la contaminación de la mano humana, este pequeño hombre de un metro y treinta centímetros ha sabido convivir en armonía con la naturaleza, honrándola y cuidándola porque de ahí obtiene todo lo necesario para vivir en su recóndito hogar, donde pareciera que el tiempo se hubiese detenido.
Cuentan los lugareños que a Don “Mashico”, como se le conoce de cariño, se le escucha pronunciar palabras de hace 300 o 400 años, y que sus historias tienen detalles que los libros de historia no mencionan en sus hojas.
Para Raúl Cabello Aquino, promotor ecológico, sería importante que se le dé a Marcelino un aparato auditivo para poder conversar con él, porque en la actualidad no escucha bien. “Se haría justicia [elegir] a Marcelino como el ‘hombre del Bicentenario’, porque con su vida él nos deja un importante mensaje. Sería interesante escuchar de sus propios labios la historia del país”, manifestó Cabello.
Hace algunos meses, el 30 de abril, luego de una larga caminata de más de tres horas, una brigada de salud de la Micro Red de Chaglla llegó a la vivienda de Don Marcelino, quien se ha convertido en el adulto de mayor edad vacunado en la región Huánuco con la primera dosis contra el covid-19.
Sin lugar a dudas parte de la historia de nuestro país ha pasado frente a sus ya cansados ojos, y su sola presencia es fuente inagotable de relatos y anécdotas que solo él puede contar para que queden escritos en los libros de historia.