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EL HECHICERO Y LOS DUEÑOS DE LA TRIBU: Mario Vargas Llosa y su apuesta liberal

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Por Ybrahim Luna

El sociólogo argentino Atilio A. Borón es para muchos jóvenes de izquierda una de las voces más lúcidas y confrontacionales del momento. Como marxista estudioso del proceso cubano, además de amigo y defensor del ideario de Hugo Chávez -y de su dudoso sucesor-, no cae bien en los medios tradicionales y es para algunos un dinosaurio dogmático. Otros consideran que es un peligro escucharlo más allá de lo conveniente, porque a diferencia de los izquierdistas de panfleto y panegírico, Atilio posee un discurso basado en un riguroso estudio de la filosofía clásica y de las teorías económicas modernas. No en vano es Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Harvard de EE.UU., además de exsecretario ejecutivo de la CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales) y profesor de la Universidad de Buenos Aires, con una larga lista de publicaciones y distinciones.

Su libro -“El hechicero de la tribu, Mario Vargas Llosa y el liberalismo en América Latina” (Akal, 2019)- es una respuesta directa a “La llamada de la tribu” (Alfaguara, 2018), donde el Nobel peruano expone los textos e ideas que lo llevaron a posicionarse en la vereda ideológica opuesta de la que transitó en su juventud. O como lo interpreta mordazmente Borón: de leer a Sartre y Camus, y defender la revolución cubana –hasta el caso Heberto Padilla en los 70 con una carta de reclamo a Fidel Castro- a ser admirador de Margaret Thatcher y Ronald Reagan.

“La llamada de la tribu” de Vargas Llosa tuvo su génesis en la lectura del ensayo “Hacia la estación de Finlandia” de Edmund Wilson, que narra el trajín del concepto socialista desde que lo planteó el historiador Jules Michelet hasta que Lenin arribó a la estación de Finlandia para ponerlo en práctica en la Revolución rusa en 1917. Vargas Llosa quiso contar su propia travesía, desde su proximidad y decepción del socialismo hasta su conversión al liberalismo, a través de los autores que lo influenciaron, como Adam Smith, José Ortega y Gasset, Friedrich von Hayek, Karl Popper, Raymond Aron, Isaiah Berlin y Jean-François Revel.

Nadie puede negar el talante democrático de MVLl y su crítica a todo tipo de dictadura; pero, ¿es posible un liberalismo económico en nuestra región sin que sea impuesto, por ejemplo, desde el Fondo Monetario Internacional?

Para Atilio Borón, el Nobel peruano es el más importante propagandista de “los lugares comunes del liberalismo y de la democracia burguesa”. Y considera que la deserción de la izquierda de MVLl respondió más a las colosales dimensiones de su ego y de su poca capacidad de asimilar la teoría marxista y sus contradicciones en el proceso revolucionario. Asegura Borón: “Nos gusté o no, MVLl es hoy por hoy el más importante intelectual público de la derecha en el mundo hispanoparlante, y tal vez uno de los de mayor gravitación mundial”. Por lo que el libro del argentino no es una biografía del Nobel peruano, ni una crítica a su dimensión literaria, la que considera impecable, sino una radiografía de su metamorfosis política.

A propósito, en conversación con la revista mexicana Gatopardo, en marzo de 2018, Mario Vargas Llosa explicó el concepto del título de La llamada de la tribu: “Frente al cambio, al progreso, hay una especie de inseguridad que hace que la gente quiera regresar a una idea de tribu: una ilusión de una comunidad cerrada que nunca existió. Ese espejismo es el que le da origen a los totalitarismos y a los populismos”.

Pero vayamos en orden: ¿qué es exactamente liberalismo? El politólogo Francisco Miró Quesada Rada lo describe en su “Ciencia política, Manual y Antología como un movimiento basado en planteamientos racionales que cuestionan el absolutismo, cuya orientación política critica el poder feudal y cuya orientación económica se opone al monopolio del Estado sobre la economía, la riqueza, la producción y el comercio.

Lo que nos lleva al debate sobre si es posible un liberalismo moderno en nuestra América Latina que por ahora conoce más de su versión cruda y reinterpretada: el neoliberalismo. O si liberalismo y democracia son sinónimos en una región donde lo que predomina es un modelo primarioexportador con una anémica presencia estatal.

Y surge otra interrogante, ¿por qué MVLl? Según Borón, porque el escritor peruano maneja con maestría hipnótica los sofismos y las posverdades y usa la magia de su prosa, la palabra justa y agradable, para introducir el esquema liberal en Latinoamérica cuya finalidad es la sumisión programada al capitalismo. Esto justifica el sustantivo “hechicero” sugerido por Borón. 

En entrevista con The Economist, en abril de 2018, MVLl aseguró que escribió el libro con un ánimo esclarecedor porque “no hay nada tan tergiversado, tan calumniado, tan distorsionado como el liberalismo (…y que) Se ha presentado al liberalismocomo idéntico al conservadurismo más reaccionario, como la máscara de la explotación”.

En las más de doscientas páginas de “El hechicero de la tribu”, Borón atribuye a Vargas Llosa el malentender a sus referentes o interpretarlos de una manera muy superficial. Asegura que MVLl hace lecturas sesgadas de autores sesgados. Como en el caso de las complejas teorías del economista escocés Adam Smith, reducidas a su versión primaria y popular de “la mano invisible”, o el asegurar que el principal descubrimiento de Smith fue que el mercado libre era el motor del progreso, sin resaltar que Smith también le adjudicaba al Estado un rol importante en la vida económica.

Sobre Ortega y Gasset, Borón cree que Vargas Llosa ha rescatado y adoptado equivocadamente la visión que este tenía sobre la conquista de América, la que no  asimila como tal –menos como una invasión-, sino como una colonización. Al pensador austriaco Friedrich von Hayek, Borón lo describe como un extremista capaz de asegurar que una dictadura que practicara una economía liberal era preferible a una democracia que no lo hiciera.

En el capítulo referente a Karl Popper, Borón asegura que para este filósofo el villano era Hegel, en cuyo verbo “identificaba los fundamentos del Estado totalitario, del colectivismo y su talante antidemocrático”. Borón también atribuye a MVLl y a Popper el no entender lo que es el historicismo y de resumirlo como un complejo marxista basado en el miedo a la libertad. Aunque resalta que MVLL se ve “obligado” a reconocer que sí existen ciertas tendencias en la evolución de la vida social.

Sobre el académico francés Raymond Aron, Borón lo señala como un activo participante de las sesiones del “Congreso por la Libertad de la Cultura”, un proyecto financiado por la CIA. Respecto a Isaiah Berlin dice que demostraba un anticomunismo tan radical que fue capaz de defender el plan de EE.UU. en Vietnam y el intento de invasión a Cuba.

Y finalmente Jean-François Revel, a quien Borón identifica como otro curioso crítico del totalitarismo, pero cuya alerta sobre la democracia fue que “esta se extinguiría por su ceguera y cobardía de no combatir el comunismo soviético que regresaría a la humanidad a los albores de la historia”.

Fundamentos más, fundamentos menos, las obras de Mario Vargas Llosa y Atilio A. Borón sobre lo que es el liberalismo nos obligan a desempolvar los libros de filosofía y a hacer un análisis más realista de nuestra política local para no extraviarnos en la complejidad del debate.

“El hechicero de la tribu” (Akal, 2019) fue presentado en Argentina, España, México, Chile, Bolivia y Paraguay. Aún no tiene fecha para Perú.

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