Por Raúl Villavicencio
Un 29 de noviembre de 1940 nació una de las voces más reconocibles del criollismo peruano; me refiero al inolvidable Arturo ‘Zambo’ Cavero, aquel cantante que hacía que las noches no tengan día y que los días no tengan noche debido a las interminables jaranas que se armaban cuando el ‘Zambo’, apelativo dado por el periodista de espectáculos Guido Monteverde, y compañía se juntaban en alguna peña o callejón hasta las últimas consecuencias.
A la edad de 21 años, el ‘Zambo’ Cavero se graduó como profesor de primaria en el Instituto Nacional Pedagógico, especializándose en administración de la educación en la Universidad de lima. Durante un encuentro entre Haya de la Torre y el ‘Zambo’ Cavero, este, tiempo después, valoró las palabras de su padre sobre la importancia de la educación: “yo no te dejo plata, te dejo la oportunidad que seas grande”.
Ya en la década de 1970 conocería a su inseparable amigo, el maestro Óscar Avilés, magnífico guitarrista con el que sacaría canciones, provenientes de la pluma incomparable de Augusto Polo Campos, como “Cada domingo a las doce”, o el ya denominado segundo himno del Perú “Contigo Perú”, aquella canción que volvería a ser escuchada durante el mundial de fútbol de Rusia 2018.
Ahora millones de peruanos la cantan con orgullo y emoción desde cualquier rincón del país, o como es el caso de muchos de otros connacionales que viven en el extranjero, su piel se pone ‘chinita’ cuando se escuchan las primeras notas de esa canción capaz de soltar unas cuantas lagrimitas del nacido en el Callao, La Victoria, Barrios Altos, Breña o Miraflores.
Cuando se vive muy lejos del lugar que los vio nacer, aquella canción es como una cuerda que nos acerca al barrio donde crecimos, a la comida casera, a las costas, montañas y selvas donde son un recuerdo imborrable para cada uno, y entre esos recuerdos no puede faltar la voz del inmenso ‘Zambo Cavero’. Él se llama Perú y nadie lo podrá negar.
Su fallecimiento se dio el 9 de octubre del 2009 y dos días después su entierro se fue una mistura de aromas, canciones, y colores. Su féretro fue cargado por una cuadrilla del Señor de los Milagros y ese día se declaró duelo nacional.