Aurora Vela al lado del escritor Roger Rumrrill durante la presentación de su libro en Miraflores.
La escritora peruana nacida en 1968 en la provincia de Rioja nos dice desde España, donde actualmente radica, que escribir este relato de no ficción, le tomó casi 40 años de su vida.
«Armar como rompecabezas los principales acontecimientos ocurridos en el departamento de San Martín durante los años 50 y 70 no fue fácil. Había que buscar testimonios, recopilar documentos, visitar bibliotecas. Sin embargo, el esfuerzo por llegar hasta la verdad valió la pena. Pude averiguar que mucho de lo que se habla en Rioja y se ha escrito en los libros no se ajustan a la verdad».
—En la novela Como el Pan de Azúcar, el protagonista principal es el colono Estenio Vela Reátegui. ¿Quién fue este personaje?
—Fue un poblador riojano, de descendencia española, que desde muy joven recorrió la selva sanmartinense. A los 15 años formó un fundo en el sector llamado Tumbaro. Y años después, instaló un trapiche en la provincia de Rioja. Gracias a su corazón bondadoso, ayudó a muchas personas necesitadas.
—En Rioja algunos ciudadanos comentan que Estenio Vela hizo plata de la misma manera que hizo el empresario cauchero Julio César Arana del Águila a inicios del siglo XX. Esto es, explotando a los indígenas.
—Yo también escuché esos comentarios, pero también escuché que fue un benefactor. Para saber la verdad, busqué a los que lo conocieron, que ya quedan pocos porque la mayoría ha muerto, y lo que averigüé es que Estenio nunca fue un explotador. Que esas habladurías nacieron porque este colono era de las personas que pagaba a sus empleados por las horas que trabajaban. Y como los indígenas de su fundo solo trabajaban tres o cuatro horas y no las ocho como el resto, por eso recibían un menor salario. Esto molestó a algunos indígenas que comenzaron hablar que Estenio los explotaba.
—En una de las páginas del libro leo que eres muy crítica con las ONG. Los acusas de haber hecho plata con el pretexto de ayudar a los Awajún.
—A lo largo de los años, las comunidades indígenas han estado de taller en taller sin ningún resultado positivo que los haya ayudado a salir de la pobreza. Por eso, muchos se han visto en la necesidad de tener que alquilar sus tierras para sobrevivir.
A mi juicio, lo que a ellos les falta es que se les enseñe aprovechar el conocimiento ancestral que tienen para ser competitivos. El día que las ONG hagan eso, ese día los indígenas ya no tendrán que alquilar sus tierras.
—¿La relación de este colono con las comunidades indígenas cuándo se inició?
—Desde que era muy joven. Al principio los indígenas eran desconfiados, decían que el hombre blanco traía enfermedades. Sin embargo, esa percepción cambió cuando Estenio les hizo ver que la civilización ofrecía más ventajas. Con el tiempo su relación con ellos se hizo muy cercana. Incluso, dos indígenas acompañaron a Estenio cuando este se internó en la selva con los ingenieros del proyecto Olmos-Bagua-Moyobamba para demostrar que el Abra Pardo Miguel era el camino más correcto para unir estas tres ciudades.
—La mayoría de peruanos tenemos la idea que la carretera Marginal de la selva se construyó gracias al sueño de Fernando Belaunde de unir el Pacífico con el Atlántico, sin embargo, usted afirma que el verdadero gestor fue Manuel Prado. ¿En qué basa su afirmación?
—Una vez escuché a dos señoras decir que Estenio Vela había sido el guía de los ingenieros que llegaron a San Martín para ver por donde pasaría la carretera Marginal. Así que cuando empecé a averiguar la vida de este colono, me enteré que fue Manuel Prado el gestor de ese proyecto y no el presidente Belaunde. Esa información luego lo corroboraría en los libros de la Biblioteca Nacional.
—¿Qué te llevó a escribir esta novela?
—Yo soy hija de Estenio Vela y Celestina Cahuaza. Al inicio yo viví con mi mamá, pero luego me fui a vivir con mi papá. Cuando crecí escuché varias historias de ellos, algunas contradictorias y fuertes. Y en todo esto, yo estaba en el medio. Había que conocer la verdad.
Cuando crecí, busqué a las personas que conocieron a mi papá, también a sus exempleados que trabajaron con él, algunos de los cuales ya no vivían en Rioja. Había que ir a buscarlos. Por eso, viajé a Chachapoyas, Tarapoto, y otras ciudades.
Fue así como me enteré que mi papá fue guía en la carretera Marginal de la Selva, que ayudó a rescatar a los sobrevivientes y víctimas de los accidentes aéreos que acontecieron en San Martín.
También averigüé que puso de su plata para construir una escuela en el fundo de su propiedad para que los indígenas aprendieran a leer y escribir.
Y que mi mamá había sido una nativa de la comunidad Awajún
—El libro también cuenta tu niñez, y en una de las páginas relatas que eras terrible.
— [Ríe] Es cierto. Siendo niña un día me subí a un helicóptero sin que nadie me viera. Mi mamá y mi papá desesperados me buscaron por todos lados. Solo se tranquilizaron cuando el helicóptero regresó al fundo trayéndome de vuelta.
Por esa travesura y otras, que incluso casi me costaron la vida, mi papá, que ya no vivía con mi mamá, decidió que yo viviera con mi tía Manuela. Esta decisión le causó mucho sufrimiento a mi madre.
—¿Cuánto tiempo duró su investigación?
Cerca de 40 años. Y durante el tiempo que fui a conversar con las personas que conocieron a Estenio, nunca me presenté como su hija para evitar que me contaran otra cosa.
—¿Como el Pan de Azúcar es tu primera novela?
—Sí, es el primero.
—¿Actualmente estás escribiendo algún nuevo libro?
—Estoy escribiendo una novela, pero también un libro de poemas que lo voy a titular Corazón en Quietud, y que tratará de temas de autoayuda.
También estoy escribiendo un cuento donde contaré la forma como se vive en la selva.
—De la nueva novela que vienes preparando, ¿qué nos podrías adelantar?
—Es la historia del pueblo Awajún, no solo de los que viven en la región del Alto Mayo en San Martín, sino también de los que están asentados en la zona baja de Loreto.
—¿Y ya tiene título?
—Por ahora lo he titulado El encuentro frustrado en homenaje a una prima que siempre quiso conocerme, pero que no pudo hacerlo por su inesperada muerte.
—Me has hablado de novelas, cuentos y poesía, ¿cómo te defines como escritora?
—No soy de los escritores que se encasillan en un mismo género. Si estoy escribiendo una poesía y veo algo por ahí que me llama la atención, dejo lo que estoy haciendo para ponerme escribir otra cosa.
— Para escribir, ¿cómo te inspiras?
—Para mí el contacto con la naturaleza constituye una fuente de inspiración. Y una vez que ya tengo las ideas, busco la soledad para empezar a escribir.
—¿Entonces, la pandemia te ha favorido?
—Digamos que sí. El hecho de estar en casa por la pandemia, me ha permitido avanzar con los trabajos literarios que te he mencionado, y que probablemente no hubiera empezado en tiempos normales.
—Aurora Vela, ¿hasta dónde quiere llegar como escritora?
-La literatura para mí es un hobby que nunca lo voy a dejar, por más que tenga otras cosas que hacer.
—¿Cómo nace tu amor por la literatura?
—Yo me crie con tías de edad avanzada, y recuerdo que una de ellas me leía libros como el cuento de Heidi. Ya de grande, leí muchas obras de Borges y de Benedetti, mis escritores favoritos.
MÁS INFORMACIÓN
En Lima, el libro Como el Pan de Azúcar lo pueden adquirir en la librería Ricardo Palma. Preguntar por el señor Adelfio Durán.
Para delibery, llamar a la señorita Jharleny Delgado Vela al teléfono +51 962765476 o escribirle al correo comoelpandeazucar@gmail.com
En Trujillo, llamar a la señora Yrma Reátegui Sandoval al 949555513. En Tarapoto, preguntar por María Margarita Garate en el celular 984886184. Y en Rioja, llamar a Itamar Huertas de Montoya al celular 942822679.