Opinión

El futuro es negro: la embajada allanada y la polarización latinoamericana

Lee la columna de Hans Herrera Nuñez

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El reciente allanamiento de la embajada mexicana en Quito por la policía ecuatoriana ha encendido la pradera latinoamericana. Sin embargo, podemos percibir coordenadas culturales que se vienen consolidando, las cuales legitiman este tipo de hechos sin precedentes en la región. Estas coordenadas no son otras que la milenialización de la política a través de un pensamiento salvaje, que no respeta normas ni reglas, la cual nace de un profundo narcisismo que alimenta el actual clima de la polarización.

Por otro lado, todos los gobiernos de la región sin excepción han condenado la violación de la embajada mexicana. No obstante, lo escandaloso del hecho en tanto que ha ocurrido, ha sorprendido a todos. Ni en las feroces dictaduras de Pinochet, Videla o Fidel Castro, jamás una embajada ha sido violentada como ocurrió hace poco en un gobierno democrático.

Condena argentina

También el gobierno de Milei a través de su Canciller condenó el hecho. El Gobierno de Argentina recordó el caso de los opositores venezolanos refugiados en la residencia diplomática argentina en Caracas. “La República Argentina se une a los países de la región en la condena a lo sucedido anoche en la Embajada de México en Ecuador”, dijo la Cancillería argentina en un comunicado. En su comunicado, el Gobierno de Argentina “llama a la plena observancia de las disposiciones” de la Convención sobre Asilo Diplomático de 1954.

¿Error de un joven presidente o modelo de una nueva forma de hacer “política”?

Este hecho hace considerar que, más allá del contexto de colapso institucional ecuatoriano, el fenómeno en sí responde a una transformación en la cultura política, la cual favorece un accionar salvaje, que corresponde a una «política salvaje» a la que la polarización global viene conduciendo en la última década. Con salvaje me refiero a decisiones no irracionales, sino que responden a un razonamiento cargado de emoción en función al resultado, es decir a una política de corto plazo. Esta actitud, corresponde a una cultura millenial, que ha llegado al poder con sus tomas decisiones a lo salvaje y políticas agresivas, como viene siendo el exitoso gobierno de Bukele en El Salvador, y que, en el caso de Noboa en Ecuador, también millenial, parecen dar el gran salto adelante en una política orientada a resultados emocionales e inmediatos.

No nos engañemos, la barbaridad hecha por Noboa, en un clima de inseguridad después de los sucesos de enero de este año, podrían cristalizar en el fortalecimiento de su gobierno. Pero lo más peligroso de todo, es que pueda terminar consolidando un patrón de conducta política que se vuelva en el modelo para la región. Bukele y Noboa son millenials, sus políticas corresponden y se conectan con sus valores generacionales, entre tanto el fenómeno Milei en Argentina fortalece también un actuar político de pensamiento salvaje, dónde solo existe “mi tribu” y el resto queda reducido al “enemigo”, lo cual es propio de un narcisismo político.

Esta cultura de enfrentamiento es la sucesión de predecesores más gastados como fueron el chavismo en Venezuela y los gobiernos de izquierda rosada que alimentaron una cultura política donde se hablaba en términos de amigos y enemigos, pero no de conciudadanos.

Presidente de Ecuador, Daniel Noboa.

Camino peligroso

La consolidación de un pensamiento salvaje que empieza a revelarse en gobiernos populistas en la región, además de ser una forma de “antipolítica”, es sobre todo la realidad de un futuro que se nos avecina en un fenómeno que no es exclusivo de los millenials.

 Antes que nada, explicar que el millenial es una cohorte generacional, la primera que ha crecido con acceso a las tecnologías digitales. Además, presentan un fuerte rasgo de narcisismo. Un estudio realizado en 2016 por SYZYGY, una agencia de servicios digitales, encontró que los milénicos en Estados Unidos continúan exhibiendo puntuaciones elevadas en el Inventario de Personalidad Narcisista a medida que envejecen, encontrando que los milénicos exhiben un 16 % más de narcisismo que los adultos mayores, con los hombres puntuando más alto en promedio que las mujeres. El estudio examinó dos tipos de narcisismo: el narcisismo grandioso, descrito como «el narcisismo de los extrovertidos, caracterizado por un comportamiento que busca la atención, el poder y la dominación», y el narcisismo vulnerable, descrito como «el narcisismo de los introvertidos, caracterizado por un agudo sentido de autoconciencia y defensa». También presentan lo que se llama complejo de Peter Pan, es decir tienden a prolongar en el tiempo conductas adolescentes, donde el compromiso y el sacrificio no son prioritarios. La paradoja en ellos es la búsqueda de propósito, pero sin el compromiso es difícil que se cristalice en proyectos de vida significativa. Son también una generación con una fuerte identidad local como global.

No obstante, estos son rasgos millenials, también se debe considerar el fenómeno de millenialización de la sociedad a medida que esta generación viene relevando a las anteriores en la dirección de la sociedad. De forma que los valores individualistas se van ampliando a grupos de mayor edad. La generación X por ejemplo puede ser considerada como ya totalmente absorbida por esta generación, esto a través del uso de las tecnologías de la Información y Comunicación, sea en la omnipresencia en las redes sociales, así como también en la correspondencia de sus valores culturales. Esto explicaría en parte el exitoso avance de la polarización política como fenómeno que ha venido teniendo un notable acrecentamiento en los últimos diez años, dónde el centro político, como espacio de consenso, viene desapareciendo.

Recientemente en LinkedIn, una red social enfocada a negocios, cuya identidad social está fuertemente marcada por una actitud nada confrontacional; descubrí que algunos directivos privados celebraban el allanamiento a la embajada mexicana. Esto de verse en facebook o en X (ex Twitter) no me sorprendería, pero verlo en LinkedIn simboliza mucho más. Los que lo comentaban celebrando el hecho como modelo de acción política, eran personas mayores a cincuenta años. Este ejemplo que parece frívolo es más significativo de lo que se pueda imaginar. Involucra el triunfo de la cultura millenial por un lado, y la consolidación de una actitud narcisista. Porque solo un narcisismo patológico puede explicar que un presidente dé luz verde al allanamiento de una embajada extranjera. Hay que recordarlo, ni Hitler ni Stalin allanaron embajadas de otros países. Y eran Hitler y Stalin. Lo que sucede en Ecuador puede ser algo más serio de lo que imaginamos. Es pasar una línea roja que no se había pasado antes.

Hoy, tanto en los gobiernos como en las empresas, muchos están obsesionados en la obtención de resultados a toda costa. Y esa obsesión sea quizá nuestra condena. Incluso el combatir al crimen exige respetar las reglas que nos hemos dado. Finalmente, esa es la línea roja que separa al civilizado del salvaje.

El ejemplo de Sir Thomas More

«¿Tú qué harías, dar un rodeo alrededor de la ley para coger al diablo? Y cuando te hubieras saltado la última ley y el diablo se volviera contra ti ¿dónde te esconderías si las leyes son planas? Este mundo está sembrado de leyes de costa a costa, leyes humanas, no divinas. ¿Si te las saltaras y eres muy capaz de hacerlo, crees de veras que podrías resistir impasible los vientos que se levantarían? Sí, yo concedería al diablo el beneficio de la ley por mi propia seguridad.»

Sir Thomas More, abogado, filósofo, escritor y Canciller de Inglaterra en el s. XVI.

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