Por Tino Santander Joo
Milei, ganó las elecciones predicando el viejo evangelio del consenso de Washington[1] que promueve una economía abierta y subordinada a la globalización capitalista; disciplina fiscal; reducción del déficit presupuestal a través de la privatización de las empresas públicas; liberalización del mercado laboral y garantías jurídicas al gran capital extranjero. El presidente argentino es el nuevo profeta de la “buena nueva neoliberal” para acabar con la decadencia corrupta del populismo peronista.
Ha prometido acabar con la inflación y dolarizar la economía y devolverle a la Argentina su grandeza. Ha dicho: “el camino será duro, pero después del túnel veremos la luz. No hay otro camino que el ajuste fiscal y no hay plata, porque la herencia peronista es desastrosa”. Las viejas tesis neoliberales se implementaron en Chile, por los chicago boys[2] bajo la sangrienta dictadura de Pinochet; en el Perú, el evangelio neoliberal tuvo como profeta a Vargas Llosa y fue impuesta por la corrupta dictadura fujimorista.[3]
No olvidemos la vieja frase de Marx: “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa.” [4] Los argentinos caminaran descalzos y sin agua el desierto para llegar a la tierra prometida de Milei. Ese camino lo hemos transitado chilenos y peruanos.
Somos conscientes que el populismo corrupto nos llevó a ser un laboratorio del thatcherismo inglés y de los conservadores norteamericanos. La banca mundial ha impuesto un sistema de esclavismo financiero en el mundo. Nada de esto es nuevo para los sudamericanos. En el Perú, el oligopolio bancario controla la economía nacional y la clase política está al servicio de sus intereses.
Frente a esta dramática realidad ¿Qué debemos hacer?: primero: necesitamos una revolución social que afirme en la conciencia nacional de que es necesaria una transformación radical de nuestro país; segundo: democratizar el crédito a través de la competencia financiera y desmontar la estructura jurídica del oligopolio bancario; tercero: promover un pacto político para que la gran minería financie la infraestructura agrícola, eso permitiría crear millones de empleo e infraestructura social (agua y desagüe para más de diez millones de familias); cuarto: reformar el estado para mejorar la educación, la salud y, la seguridad ciudadana; quinto: promover la reforma del poder judicial y de la fiscalía para separar la justicia de la política.
No hay revolución social sin calidad de vida; necesitamos trenes, aeropuertos, carreteras, puertos y pensiones justas. Nada de eso lo vamos a conseguir con los podridos de siempre. Es hora de construir una coalición social que armonice la diversidad de demandas para enfrentarnos y derrotar a la derecha y a la izquierda que sirven a los grupos de poder económico. No tenemos otro camino. Lo otro es escoger un falso Milei o un Bukele, burda imitación del fujimorismo ramplón.
[1]Ver: El Consenso de Washington: la instauración de las políticas neoliberales en América Latina en https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-77422012000100003
[2] Ver TIM BRINKHOF De cómo los Chicago Boys rompieron Chile en https://jacobinlat.com/
[3] Ver el excelente análisis comparativo de Héctor Noejovich El Consenso de Washington y sus efectos: Argentina y Perú, 1990-20001 en
http://files.pucp.edu.pe/departamento/economia/LDE-2009-02-11.pdf
[4] Ver: Karl Marx El 18 Brumario de Luis Bonaparte (2003) Publicado y distribuido por la Fundación Federico Engels. Madrid
https://aulavirtual4.unl.edu.ar/pluginfile.php/7094/mod_resource/content/1/18_brumario_de_luis_bonaparte_Karl_Marx_.pdf