Por Charlie Martínez Toledo
Haciendo un introito apocalíptico, marginal y pesimista, Rodolfo Ybarra –fecundo miembro de la generación del noventa– nos engancha con su más reciente novela, titulada: “Revolución caliente” (Arteidea, 2020). Novela panfleto, novela contestataria, novela reactiva, novela iconoclasta, novela sesuda, novela antisistema, novela anti clasista, “Revolución caliente” viene para quedarse instaurada en la historia de la literatura peruana, y llega con fuerza, cargada de cochesbomba, manifiestos anti burgueses, sexo, drogas, alcohol, personajes lúmpenes –o cuasi lúmpenes–, al mejor estilo de los integrantes de la “generación beat” y que, al parecer, han influenciado en esta novela. Pero ¿de qué va “Revolución caliente”?
Hacer una sinopsis sobre esta obra es tarea quijotesca, ya que se trata de una novela caótica y, como dije líneas arriba: de manifiesto. Pero anotemos algo aquí: “Revolución caliente”, como en algunas partes de “Los miserables” de Víctor Hugo, acomete con todo y contra todos –conocidos escritores del medio, animadores de televisión, políticos corruptos, etc.– en su tarea de concientizar al “pueblo”, intentando reivindicarlo frente al sistema opresor. Encontramos en esta novela varias historias que no necesariamente se suceden una tras otra (son de naturaleza algo fragmentaria como en las novelas de Bukowski); así, nos topamos con las aventuras de “La Alcantarilla”, grupo anarquista conformado por Resinoso, Harter Jarjacha, Sergio, Escarlatina, Monick, Aníbal El Poeta, BB la caballo, entre otros, los cuales, por momentos, mantienen diálogos, a veces, lúcidos, a veces, puramente reactivos (ayuda a esto el hecho de que todos son consumidores de drogas, entre permitidas y no permitidas).
Podríamos anotar aquí el dualismo: causa (la clase predominante y alienante) – efecto (un país ignorante que [sobre] vive engañado), que impregna sus casi seiscientas páginas. “Revolución caliente” nos presenta a unos personajes-arquetipos marcados de iconoclastía –vale decir, los que conforman “la voz de todos y la voz de ninguno” –en medio de una sociedad que busca aplastarlos con sus “leyes” o “valores” y nos da, como resultado, y junto a las otras historias, toda una orgía literaria. Pero ¿cuáles son esas otras historias de la novela de Ybarra?
Está la historia de las ratas en La Ciudad de los Reyes, que un día amaneció “con cientos de ratas muertas que colgaban de los postes de luz” (pág. 18); la cuestión de las ratas tomará diferentes cauces a lo largo del libro, y esto ya queda de tarea para el lector; también encontramos la historia de La Nueva antorcha, un periódico anti status quo y que “estaba ubicado en el distrito clasemediero de Pueblo Libre” (pág. 42).
Este diario –de naturaleza clandestina– tomará mucha importancia a lo largo de la historia; así, veremos la carta reactiva que algún miembro de La Nueva Antorcha le envía a Moisés Mofenson, director del diario El Rino, y donde se hace mención a Anarquímedes, un personaje antisistema, al que se le describe en las páginas 149, 150, 151, 152 y 153; encontramos también la historia de amor entre Monick y Resinoso, cuya relación está basada en el sexo, alcohol y drogas, estando tales personajes a la vez unidos por la lucha antiburguesa; los discursos de “El Poeta” Aníbal también dicen presente en esta novela, pero el manejar este discurso iconoclasta le costará a El Poeta mucho sinsabor y amargura; así, en cierta parte del libro vemos cómo es vejado por las huestes del “regente” (el gobernante de turno), siendo Aníbal masacrado a golpes, sin tregua para reclamar, puesto que “los brazos atados del bardo le hacían imposible defenderse” (pág. 146); en cuanto a Anarquímedes, el líder e ideólogo de EL PAN o Partido Anarquista Nacional, se dice que era “un tipo delgado y alto, como de un metro ochenta y cinco o quizás más” (pág. 149); se trata, pues, de un asceta que escribía manifiestos contra el sistema imperante.
Su “escondite o casa-refugio estaba ubicado en el distrito de Magdalena” (pág. 151). Anarquímedes constituye pate crucial en el derrotero de la novela. Coexisten además otras historias pero estas no presentan, al parecer, un hilo conductual, haciendo de “Revolución caliente” una, como dijimos líneas arriba: novela caótica.
Como agregado, diremos que el autor tiene conocimiento de los llamados grupos rockeros “caleta” –como “Cannibal Corpse” o “Cranium”–; además, encontraremos, a medida que avanzamos en la novela, fórmulas caseras para hacer explosivos. Otro apunte: el libro está dividido en cuatro partes: PERÍODO AUTÓCTONO, PERÍODO COLONIAL, PERÍODO DE INDEPENDENCIA Y POST SCRIPTUM.
Desde (aproximadamente) la mitad del libro hacia a delante, encontraremos prosa poética y poemas, autoría de El Poeta Aníbal. Ahora, ¿se le puede echar en cara algo a la novela? Pues, la densidad y la suma de citas que hace que el conjunto de panfletos o manifiestos antisistema impliquen un conocimiento previo de parte del lector, lo cual puede ralentizar su lectura. Aun así, “Revolución caliente” es una buena entrega, que no debe de faltar en el librero de todo lector.