Actualidad

El Edificio Giacoletti y otras muertes

Published

on

Por entonces no era cinéfilo sino cinemero, que es lo mismo pero sin esnobismos, debía andar por los quince años y ya había ido una par de veces al República, y otras tantas al Metro para ver películas apta para todos pero que para verlas en el Victoria de Chorrillos había que esperar por lo menos un mes en los entonces llamados “cines de barrio”, esas salas distritales que, mientras les tocaba el turno de proyectar las más recientes películas “de estreno” de los cines del centro, pasaban filmes de la época de Ñangué.

Para regresar a Chorrillos, cuando acababa la función en el República iba por Carabaya hasta los portales de la plaza San Martín, torcía a la izquierda, llegaba a la calle Belén y cruzaba al jirón Quilca donde,  al lado del teatro Colón, estaba el paradero de los Büssing de la línea 54-A, y, pegado a este, un  puesto ambulante de maní tostado, otro de galletas, chocolates gaseosas y cigarrillos, y un poquito más allá, uno de diarios en el que La Tercera y Última Hora  eran los más visibles.  Cuando salía del Metro me bastaba con cruzar la misma plaza, deslumbrado por los enorme avisos publicitarios en los altos de los edificios circundantes, elegantes todos,  y cruzaba también a Quilca, pasando antes por la fachada de la pollería El Cortijo, que separaba Quilca de La Colmena.

Un viernes por la tarde, al salir del Le París, mientras avanzaba por la Colmena camino a Quilca, divisé en la acera de en frente un bar-restaurante cuyo nombre figuraba sobe la entrada: Bransa. Crucé la pista, esquivé algunos automóviles y  eché un vistazo al interior y vi una barra en curva atendida, altas paredes, mesas a las que estaban sentados clientes que tomaban lonche o bebían cerveza o algún trago. En el suelo había aserrín y algunos puchos apagados y, en lo alto, un enorme ventilador  de hélices, y pensé en algunas películas antiguas.

Volví a pasar delante del Bransa otras veces, pero nunca me atreví a entrar, creo que porque entre la clientela solo veía adultos y eso me arredraba. Me contentaba con contornear el edifico que albergaba el local, llamado Edificio Giacoletti,  y recuerdo que me gustaban sus líneas sobrias y elegantes, como todo el conjunto de la plaza San Martín. Años  más me tocó trabajar en la hoy desaparecida aerolínea Faucett, cuya oficina se encontraba a un lado de la plaza, por lo que me encontraba a unos cuantos metros del Bransa, y ya adulto, entré algunas veces a tomarme un café con leche.  Pero algo inexplicable me decía que ese Bransa no era ya el que yo conocí, tal vez porque los camareros no parecían camareros, o porque en la barra había una radio en la que pasaban música chicha o porque los clientes no eran los oficinistas de las inmediaciones sino cambistas de dólares o qué sé yo. Al lado, frente a la plaza, El Cortijo había cambiado de nombre, los avisos publicitarios desaparecieron casi todos de altos de los portales, y seguro que hasta yo mismo cambié.

En una reciente visita a Lima, tras casi una década de ausencia, vi que en el Bransa había desaparecido, y hoy allí  funciona una pollería de extraña consonancia anglosajona y que antes que un restaurante parece un comedero. Una mañana entré al otrora Cortijo, ahora un local de parrilladas, a tomarme un café. El local estaba casi vacío, en una de las paredes había una enorme pantalla de TV en el que pasaban noticias. Era una mañana gris de agosto y había algo de garúa. Era imposible no recordar la Lima del pasado. Pensé en Pedro Camacho, el inusitado autor de radionovelas de La tía Julia y el escribidor que Vargas Llosa hace desayunar varias veces en el Bransa y que por eso en algunos pasajes de mi novela Tres cosas hay en la vida uno de los protagonistas trabajaba en el Bransa, cuando ya tenía otro nombre.

El incendio que hace unos días dejó en ruinas el Edificio Giacoletti, construido hace más de un siglo, evidencia que Lima está a mereced de la incuria pues no es el primero que en los últimos años ha arrasado un edificio histórico. Y más aun, deja en cenizas nuestro pasado personal.

Comentarios
Click to comment

Trending

Exit mobile version