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El drama de las mujeres enjauladas en la selva peruana

Es insólito que en pleno siglo XXI todavía existen violaciones a los derechos Humanos. En comunidades alejadas de Loreto, actualmente se enjaula a las mujeres como castigo, como si fuera un animal ¿Dónde está el Estado?

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En el distrito de Andoas, provincia del Datem del Marañón, región Loreto, se encuentra la pequeña comunidad Los Jardines, lugar donde el Estado es casi inexistente y las normas de convivencias, así como los castigos, se encuentran escritos en un cuaderno. Está de más decir que la presencia policial es casi nula y que los solemnes tribunales que vemos en televisión cuando un ex presidente sale a defender su inocencia son solamente imágenes lejanas. Ahí la justicia es sometida por el buen o mal criterio de un Apu, persona autorizada por la propia comunidad para que tenga la última palabra en cualquier controversia.

Como en toda comunidad, siempre existirán los conflictos, desde un lío sentimental, una gallina extraviada, o una palabra mal entendida. Tal es el caso de Mirtha Chávez Chino (38 años), madre de cinco pequeños niños que fue condenada a pasar 28 horas en una pequeña jaula de 2.5 mts x 1.80 mts, encierro que se práctica a los animales salvajes como los primate o quizás un oso hormiguero. Lamentablemente, a Mirtha la trataron como un animal. El motivo de su encierro, tal como ella lo explica sin ahondar en detalles a nuestro corresponsal de Lima Gris, se debe a que mantuvo una discusión con otra mujer y como consecuencia pasó 28 horas encerrada en una jaula en el medio de la selva, exactamente en la comunidad Los Jardines, distrito de Andoas, en la región Loreto. Esta madre amazónica estuvo expuesta de manera indigna a la mirada condenatoria de los demás pobladores, quienes siguen las órdenes del Apu.

Notablemente acongojada por no poder ver ni atender a sus pequeños hijos, nuestro corresponsal la encontró sentada en una pequeña banca de madera instalada dentro de su pequeña prisión, mirando al vacío y esperando que las horas transcurran rápidamente hasta que den la una de la tarde. Ella cuenta que apenas podrá salir por un instante para ir al baño y que luego volverá a ser enjaulada.

Mirtha Chávez resiste en silencio, ella sabe que si grita nadie irá en su auxilio. Con los labios secos y el estómago vacío, lo que más le preocupa son sus menores hijos, quienes la visitan para pedirle comida. “En la casa hay un sol”, le dice a su pequeño hijo que llora de hambre.

Mirtha nos contó que la encerraron a las 6 de la mañana y que aún no ve el momento de volver a abrazar a sus pequeños hijos. Sin embargo, esa es la realidad en Andoas; lamentablemente este tipo de ajusticiamientos es una nefasta acción que se tiene que erradicar. Pero lo cierto es que esto sucede en las regiones alejadas de nuestro país ante el indolente abandono del Estado que siempre brilló por su ausencia. Solo basta recordar lo que ocurrió hace tan solo unas semanas en la isla Santa Rosa, ubicada en la zona limítrofe de Loreto y Colombia, o la violación de niños y niñas Awajún por sus propios profesores.

Así como Santa Rosa, o la humilde comunidad de Los Jardines, en la región Loreto cada vez se va acrecentando más la brecha entre el Gobierno Central y las comunidades más alejadas. Apenas la colocación de una banderita roja y blanca por Fiestas Patrias les recuerdan que pertenecen a un país llamado Perú; mientras el resto de 364 días del año; los “otros”, los “olvidados” son simplemente ciudadanos apátridas, excluidos y abandonados.

Desde el Congreso el parlamentario Guido Bellido sobre este caso señaló: “Es lamentable que el Estado tenga abandonado al pueblo en el territorio nacional, no debemos permitir ningún vejamen a ningún ciudadano”.

Esperemos que la presidenta Dina Boluarte y su ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Ángela Fernández, no digan que esto es una “práctica cultural”, aquí se están violando derechos humanos y mancillando la dignidad de una mujer peruana. Mirtha Chávez es solo una de las decenas de mujeres que diariamente sufren este tipo de vejaciones en la amazonia ante la ausencia del gobierno.

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