Opinión

El doctor Augusto Espejo

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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Hace unos días partió el médico internista Augusto Espejo Santa María quien era también conocido por ser un eximio guitarrista y una persona con altísimos valores y además un erudito en muchos temas de salud quien estuvo resistiendo a la oficialidad médica durante casi toda la pandemia del covid-19. Sus colegas lo recuerdan perfectamente.

Quienes fuimos sus pacientes sabemos cómo atendía el doctor Espejo quien te medía valores fuera de los niveles de oxígeno o sangre. Se andaba con un péndulo y te controlaba la energía con extrañas medidas matemáticas. Y cuando de recetar se trataba, te entregaba un enorme papel con diferentes medicamentos. En su mayoría vitaminas, suplementos, dietas y ejercicios. Su propuesta era holística y hasta alcanzaba la biodecodificación y la medicina alternativa.

Recuerdo que cuando acudí a su casa-consultorio en Jesús María me puso contra la pared y me hizo extender los brazos y respirar por la nariz y exhalar por la boca durante largo rato hasta que me cansara. Después me enseñó a hacer el grito del León, algo que ya me había practicado con un gurú ruso en el centro védico “Ananda Marga”. Pero lo mío era algo simple, un cansancio extremo, estrés y una mala alimentación.

El doctor Espejo me hacía recordar al acupunturista David Kamt Fupuy, quien también había sido médico de muchos otros escritores como Oswaldo Reynoso, Miguel Gutiérrez o el poeta Watanabe. Tenía una colección fabulosa de libros dedicados. Era joven y había participado en una película de cine haciendo de él mismo. Y cuando iba a verlo, al final de la avenida Brasil, y como este escriba era incrédulo, pues Kamt me agujereaba el cerebro con todas las agujas posibles y me dejaba en la camilla pensando que debía de salir corriendo.

Pero el doctor Kamt como el doctor Espejo se fueron jóvenes. Con tanto por hacer, con tantos enfermos que curar y con tanta sabiduría qué enseñar. No sé si cada uno me consideraba su amigo porque nuestras conversas excedían el asunto de salud.  Y lo curioso de todo esto es que casi se fueron en silencio con unos cuántos cófrades o cercanos y nada más.
En el caso del doctor Espejo fue una falla multiorgánica y en el caso del doctor Kamt fue un proceso oncológico. Seguro sus almas vuelan alto o reencarnaran en seres visionarios y superiores como siempre fueron, como siempre serán.

(Columna publicada en Diario UNO)

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