“El crítico, el poeta y el cinéfago nostálgico se funden en una voz capaz de ver y sentir más allá de la pantalla partiendo del recurso de la intertextualidad con gran lucidez, marcando un camino de reconocimiento y descubrimiento.”
Heiner, se reconoce como un cinéfago. En sus palabras: un devorador de celuloides que vive dentro de la imagen. Heiner ha recogido y seleccionado las películas que se han anudado fuertemente a su propia historia y nos tienta ya no desde aquella “Pantalla demoníaca” de Facebook, que muchos hemos seguido, sino desde este enciclopédico y monumental trabajo.
Cuando recibí las más de setecientas páginas, en un inicio en versión digital, sentí una envidia espantosa por este viajero fílmico que ha atravesado eclécticamente la pantalla del cine de todos los géneros, épocas y continentes. Sus comentarios con luz propia nos advierten de una disección sustanciosa realizada evidentemente por un ojo conocedor y escrupuloso que nos regala esta suerte de ventanas ciegas en las que solo hace falta proyectar algunos de estos seiscientos fragmentos de mundo cinematográfico para llenar nuestros ojos con los del autor. Existe una misteriosa conexión entre lo eterno de una obra cinematográfica y el pasajero mortal que fantasea con la realidad atrapada en la pantalla (sin importar lugar y tiempo). Una complicidad de la que Heiner se despoja y traslada triunfalmente en cada página.
Este acto de intimidad, esta experiencia escapista del autor, no solo llega con revelaciones sino con una fuerte carga ensayística y poética que desemboca inicialmente en un exquisito prólogo literario a la altura de las obras que nos anuncia. Este elemento autobiográfico entra con una patada certera, catalizando no solo la curiosidad sino la empatía por el autor. La turbación de algunas experiencias reconocibles es inevitable. Quiero leer algunas líneas de este prólogo al que he vuelto más de una vez y que he escuchado en un audio acompañado de imágenes que Heiner ha compartido hace poco en su muro (una pequeña película):
«Nunca he creído mucho en el concepto de la cinefilia, ella me parece una patología obsesiva con un tipo determinado de características y de objeto de estar con el cine. Es un hábito insano, casi abyecto, neurótico más que cualquier otra cosa, presto a entrar en cualquier manual de pisquiatría, y que, debido a la pasión desmedida con el cine, la familiaridad con las estrellas de cine y su historicidad, los individuos terminan, en su mayoría, solos, fracasados y con las relaciones sociales aminoradas o destruidas, debido por el excesivo uso de la energía eléctrica para soplarse ocho, nueve, diez y hasta más películas en un solo día, terminando como polillas incineradas por la falsaria percepción de la imagen».
Con esta advertencia a la yugular pasamos a los seiscientos comentarios que surgen a partir de sus propios naufragios contemplativos y acercamientos a distintos planos simbólicos, teóricos, psicológicos y/o filosóficos. El crítico, el poeta y el cinéfago nostálgico se funden en una voz capaz de ver y sentir más allá de la pantalla partiendo del recurso de la intertextualidad con gran lucidez, marcando un camino de reconocimiento y descubrimiento.
Llegamos a la selección que ha realizado Heiner entre los casi diez mil films que han ocupado un lugar en su vida ¿Cómo se llega a esa lista a modo de soundtrack o mejor dicho filmtrack autobiográfico? Y es que aunque tengamos coincidencias o si llegamos a nuevos enamoramientos cinematográficos a partir de esta lectura y así nos apoderemos de todos sus títulos; esta seguirá siendo suya, particular, única…como un cordón umbilical invisible. No he llegado a leer y ver todas las películas que integran su publicación, pero en ese reconocimiento y descubrimiento sobresale su apego a lo poético desde el cine mudo de 1900 hasta los inicios de este milenio. Habrá muchos nombres conocidos como El Gabinete del Dr.Caligari, Nosferatu, Potemkin, Metróplis, Napoleón, La edad de oro, El triunfo de la voluntad, A vida o muerte, El tercer hombre, Rashomon, Los cuentos de Tokio, La Strada, El séptimo sello, Lola, Solaris, Amarcord, La noche americana, Stalker, entre otros que no nos serán desconocidos: títulos y directores. Menciono estos, en primer lugar, porque quiero resaltar que incluso en las películas que conocemos, Heiner, además de una reseña deshoja revelaciones y fugas que a veces olvida o desconoce nuestra mirada y nos empuja a volver a la misma obra con nuevos ojos.
Retorno a una de las películas que mencioné antes y que creo que casi todos hemos visto: Amarcord, dos fragmentos del comentario que lo acompaña:
“Amarcord, una locución que significa «yo recuerdo», puede no tener esa grandiosidad sobre la actancia del sujeto y la memoria, pero es la más inmediata de su filmografía, por sus estructuras narrativas de cajas chinas, relatos circulares y perspectivas que nos ofrecen este grupo de personajes, desarrollados con una poética sobre la vaguedad, la broma esperpéntica, y la sutileza de los diálogos (…) El film establece la mirada infantil y evocativa de Fellini hacia su ciudad, Rimini, mediante lo televisivo y la farsa mediática, en un contexto social doloroso y de complicidad que puede tener un mirada un poco evasiva, o de lagunas argumentativas con respecto a la violencia y la discriminación racial, pero a las finales solo es una proyección de fantasías y juegos fílmicos, acrobacias visuales y tonos irónicos, que está hecha de indicios y señas, como si la infancia fuese robada o engañada por el teatro político en el que se desarrolla”.
Y con esta última frase, “como si la infancia fuese robada o engañada por el teatro político en el que se desarrolla”, fue inevitable el recuerdo de aquellas escenas, algunas burlescas o sin sentido que vi de adolescente o que había olvidado: por alguna razón recordé la escena más clara, la de la niebla donde se encuentra el abuelo perdido frente a su casa y el niño que se aleja aunque se tropiece con el miedo. Y claro, volví a ver Amarcord, una vez más, por primera vez. Y volví también a los films de Powell, Tanner, Truffaut, Buñuel, Murnau o Fritz Lang. Y es que sobre los comentarios de Heiner sopla un viento que nos hechiza y nos devuelve a nuestras propias nostalgias cinematográficas bajo la intuición, la crítica, la ironía, la hipótesis o la razón.
Las películas han sido ordenadas alfabéticamente, pasando de una a otra, con una ecléctica y vibrante efervescencia. Saltan inesperadas revelaciones fílmicas que te inundan de un irrefrenable deseo por buscarlas en alguna plataforma digital y cuando encuentras una escena regada en la red y no la película completa empieza a nacer otra obsesión. Revelaciones que solo podría hacer un devorador de cintas como Heiner. Así que cuando digo enciclopédica no me refiero a una información filtrada y documentada, nada más lejos. A través de estas coordenadas tienes la sensación de que el autor te jala y te empuja constantemente sin soltarte. Así, en este laberinto aparentemente ordenado, surge un pequeño caos que nos introduce en esta espiral o agujero luminoso, un viaje a través de una pantalla infinita que te absorbe hacia ese delito llamado cinefilia.
FICHA TÉCNICA:
Sobre «Ese delito llamado cinefilia»
Año de publicación: 2024
Editorial: Caligari [literatura y cine]
Nº de páginas: 780
Dimensiones: 15.8 x 21.4 x 4.9 cm
Encuadernación: Tapa dura
Colección: Cine | Hiperfocal
ISBN: 978-612-49669-0-3
DATOS DEL AUTOR:
Heiner Valdivia
Nació en Arequipa en 1978. Estudió Literatura y Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. Actualmente es poeta, escritor, ensayista, artista visual y crítico de cine.
Valdivia ha publicado Vesperia (2004), El denario habitual (2013), Eklosión(2015), El tríptico de libros: Terapias y diagnósticos del Dr. Petrus Carmichael (2016). También Anticéfalos (2017), Voluptas Mystica(2018), El libro de microrrelatos Insectario Doméstico (2018). Asimismo, trabajó en la muestra de poesía visual Paragrafias(2019), el libro-filme en homenaje al escritor francés Jean Genet, Cuerpo confinado (2020) y 75 Haikus(2020).
En 2020 fue premiado con los Fondos de Producción Bibliográfica de la Municipalidad de Arequipa, categoría ensayo. Ese reconocimiento fue a su trabajo Cine y poesía: ensayos sobre la función y el espacio de lo poético en el cine.