Tania Temoche es una periodista acuciosa muy interesada en la cultura de nuestro país y, sobre todo, es una poeta y parte del grupo literario Tetralogos. Su poesía se rebalsa como un volcán ardiente y su lava radioactiva nos arrastra, nos obliga a entrar en altas fiebres, usar un extinguidor o leer con una escafandra o con una lupa de Arquímides. Y es que ella —parafraseando a Neruda— confiesa que ha vivido (o sobrevivido) y nos lleva de la mano por su primera biografía o esos momentos que marcaron su existencia desde que fue niña o nínfula, adolescente y, por fin, mujer y madre, Soy la madre despojada / quien cae al ras sin alas / con la garganta seca / ovarios agrietados cerrando y abriendo el círculo de la máter-creatio o el ouróboros. Ese tránsito entre la ternura y el descubrimiento del primer amor o los primeros besos, los escarceos y el origen de esta poesía abierta y sincerada que sin decirlo todo dice más y poliniza la lectura: A los 15 años sellaron mis labios / con el primer beso de aquella tarde / veintiséis veces se alocó el sol.
De esta forma En el arco de la flor es también la salida de la placenta a lo que nos refería el filósofo Sloterdijk, ese espacio en el que uno es feliz y está protegido sin saber que ese tiempo eterno es finito y tarde o temprano se acabará. Y es quizás la poesía que viene a restaurar toda esa memoria, llenarla de vida, de pasión y de amor puro, subliminal o físico: De cuando en cuando padezco de amores. Porque se puede padecer de lo que se goza e inversamente e incluso instaurar un sentido de propiedad: Ya te he dicho / si no es conmigo / es con nadie o lo que quiera entenderse de y en una relación de pareja y que nos remite a un romanticismo clásico a lo Tristán e Isolda, donde los amantes morían de amor envenenados o arrojados a un acantilado o suicidados a tándem. Eso justamente que ha sido motivo de muchas novelas, estudios y poemas.
Así Temoche ha querido entregarnos también un fresco personal de estos tiempos, los amigos, la violencia que nos acorrala en un momento de la historia o como ella apunta: El que no quiere a su patria no quiere a su madre / Hija de la patria / cómo se construye / desde el grito parido de tu madre? Siguiendo la secuencia matriz: madre patria, madre Tierra, etc. Paraaterrizar en un canto mochica (nótese que Temoche es un apellido moche, vale la rima) que es también como volver a las raíces, no perder de vista de dónde vinimos o los tiempos ancestrales.
En suma, En el arco de la flor se forjan estos versos de mujer que vive, que se duele o conduele y vibra como una campana o la gota de un rocío y nos convoca a su llamado, a su voz que reverbera, se hace coro, canción y sigue siendo personal. Y se hace página y libro. El libro que usted, amable lector, tiene en sus manos.