Opinión

El Cabildo de Lima conmemora su 489 aniversario

Tras la fundación de la ciudad, el Cabildo de Lima fue creado el 22 de enero de 1535.

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El Cabildo significó una especie de estructura primigenia administrativa de gobierno colonial, que en su mera esencia—tuvo—y—tras 489 años de existencia—tiene y conserva un fin político. Ello significó un avance clave en la nueva convivencia entre los servidores de la Corona y los pueblos indígenas.

Así empezaron a administrar los núcleos urbanos de españoles y se definieron las encomiendas—evidentemente—con un objetivo de evangelización. Sin embargo, el verdadero ‘poder’ consistía en la administración de los tribunales de justicia.

Estos ayuntamientos, que también fueron definidos como concejos, se encargaron de regular la economía local, administrando justicia ante las controversias entre hispanos y la población indígena. El Cabildo representaba a los vecinos lugareños, como una especie de nexo entre el gobernador y la Corona—al menos así lo han reescrito en los tratados historiográficos—porque tampoco se puede soslayar los abusos que se cometían contra los pobladores y cuya primera justicia estaba en manos, precisamente del tribunal del Cabildo.

El Cabildo contaba con una policía municipal, fijaba el precio de los alimentos y controlaba su ingreso a la ciudad. Asimismo, administraba las rentas de los inmuebles locales y los espectáculos públicos. Controlaba la limpieza de la urbe y engreía la presencia de los virreyes. Además, se encargaba de la denominada ‘baja policía’ y del ornato de las calles.

El primer alcalde de la ciudad de Lima (1535) fue el andaluz Nicolás de Ribera ‘El Viejo’. Desde luego, este conquistador fue premiado por ser hombre de confianza de Francisco Pizarro en los viajes de descubrimiento del Perú y por ser uno de los ‘Trece de la Fama’. No obstante, él repitió el cargo y fue designado en 1544, 1546, 1549 y 1554.

Han transcurrido 489 años desde que se instauró esta estructura municipal con el fin de administrar la sana convivencia de los vecinos de Lima en un espacio limpio, remozado, e incentivado por una economía metropolitana que únicamente favorezca al ciudadano; sin embargo, tras casi 500 años de ‘legado prometedor’, actualmente los vecinos tenemos que tolerar despreciables concesiones de peajes y argumentos demagógicos que tildan a Lima como ‘potencia mundial’.  

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