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EL BOOM DEL CINE PERUANO

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Siempre he tenido un rechazo por las salas de cine comercial, debido a la triste cartelera que ofrece y también a esa incomoda costumbre de la gente de comer canchita a montones, que produce un ruido fatal, infinitos sonidos bastante molestos, producido por la bendita comida y bebida.  Pero por estos días vale la pena introducirse a ese útero oscuro para disfrutar del gran momento de un cine peruano que ha despertado. Películas como Paraíso, Contracorriente y Octubre siguen dando que hablar en diversos festivales internacionales, ganando premios por el buen trabajo realizado.


Paraíso de Héctor Gálvez nos lleva al mundo marginal, ese al que ‘chacalón’ dedico sus letras y se hizo merecedor del famoso dicho “Cuando ‘chacalón’ canta los cerros bajan” con una mirada tierna descubre la inocencia de sus personajes, sin moldearlos ni etiquetarlos, sólo con la simple premisa de mostrarlos en su ambiente, recorre sus vidas conociendo sus sueños, miedos, alegrías y tristezas, seres humanos llamados clase D y E, aquí Héctor se olvida de la pirámide, de los prejuicios cojudos que hay en el cine peruano. Gálvez introduce la cámara con piel de antropólogo, con mirada de sociólogo y con sonrisa de cineasta, creando un lenguaje universal. Sus movimientos de cámara dan la sensación que Gálvez te toma de la mano y te acompaña para perderle el miedo a las calles llenas de polvo, a la cultura chicha, a los cerros que seducen con sus curvas. Sus personajes sin ser en su mayoría profesionales son la fuerza de la historia.

En el otro barrio también se encuentra otra película peruana Contracorriente de Javier Fuentes, grabada en el norte de país, en Cabo Blanco (Piura), donde Ernest Hemingway escribió “el viejo y el mar” y donde nuevamente nació otra historia junto al mar, esta vez un triángulo amoroso entre un pescador su esposa y un pintor. Tildar de homosexual la película sería algo brutal, aquí la relación amorosa de dos hombres sirve de hilo conductor para descubrir una enfermedad social, la hipocresía, donde el dicho de “pueblo chico infierno grande” aparece en mayúsculas. El miedo de los demonios internos está latente, enfrentarlos es el camino para las respuestas. Ser hombre significará tener mujer e hijos como dicen en sus líneas la historia, o sólo es una respuesta al ego masculino, ese ego que se interroga por sentir placer en el ano. Una historia bastante personal del director, donde utiliza como lenguaje el amor puro, esa sensibilidad que se lucen en la interpretación sus personajes Manuel Cardona, Tatiana Astengo y Christiam Mercado.

La tercera película es Octubre, de los hermanos Daniel y Diego Vega, que está participando en el festival de Cannes en la sección “una cierta mirada” aún no he podido ver la película, pero su presencia en Cannes habla bien del filme, teniendo conocimiento de que el guión fue premiado, historia basada en un hombre que desaprovecha la oportunidad de formar una familia.
Lo curioso de este boom actual que se vive del cine nacional, es que no somos un país que se dedica a la industria cinematográfica, no existe una facultad de cine por ningún rincón del Perú, no hay apoyo para los proyectos, hasta el momento no aparece una política respetable hacia el cine nacional.

¿En qué se parecen estas tres películas?

Son independientes, los directores fueron fieles a su guión hicieron respetar la historia, los tres se arriesgaron, prefirieron trabajar con sangre nueva en su mayoría, tocaron puertas para el financiamiento, utilizan un lenguaje universal, problemas que pueden suceder y entenderse aquí, en la china ó tangamandapio y claro el amor por el cine. Me alegro por las nuevas propuestas y felicitar  su gran trabajo.

 

 

                                                                                                 Edwin Cavello.

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