Hoy se cumplen 200 años de la batalla más relevante de la campaña final de la guerra de independencia que acabó con el imperio español. El 9 de diciembre de 1824, los patriotas vencieron en la Pampa de Quinua al contingente realista y luego vino la firma de la cuestionada capitulación, que aparentemente ratificaba el destino autónomo del Perú. Sin embargo, los vencidos fueron los que pusieron los términos, que también favorecían a sus propósitos. Entre sus 18 cláusulas, sobresalía la que fue la más lesiva para nuestros intereses; reconocer una deuda a favor de España como resarcimiento de la guerra. Por tales razones, España volvió a empoderarse y en 1860 reclamó dicha deuda, por lo que derivó en una nueva guerra, entre 1865 y 1866. Paradójicamente, en el nuevo conflicto contra los españoles, Perú y Chile se aliaron, sin sospechar que luego se enfrentarían en una guerra en el Pacifico.
Aunque la Corte de Castilla se resistía a abandonar sus huestes en algunos territorios de América, finalmente, mediante el Tratado de París del 1 de agosto de 1879, España reconoció la independencia peruana y por primera vez se establecieron las relaciones diplomáticas entre ambas naciones.
La historia nos brinda información que a simple vista es alentadora para la visión de un país que ha pretendido ser soberano. Sin embargo, existen datos historiográficos que señalan que también existieron mestizos y aymaras leales a las causas realistas. Pero, afortunadamente nuestro país encontró la victoria independentista gracias a un gran número de leales patriotas que amaban a su tierra. No obstante, los traidores y ganapanes siempre existieron con el afán de obtener réditos económicos y migajas de sus amos, virreyes, militares y señoritos criollos. Y actualmente se han reinventado.
Volviendo al episodio de la capitulación de Ayacucho, claramente nos trae a la mente el Acuerdo de Colaboración entre la Fiscalía de Perú y Odebrecht, en el que dos antivalores como Vela y Pérez jugaron a favor de la corrupta brasileña. Asimismo, nos recuerda a la exministra de Cultura Leslie Urteaga, cuando aseguró que el MUNA se inauguraría el 9 de diciembre del 2024: “El MUNA será la gran obra del Bicentenario de la Batalla de Ayacucho”, refirió. Mientras tanto, dicho museo continúa vacío y nunca se inauguró.
(Columna publicada en Diario UNO)