En estos momentos nuestro país continúa en una prolongada incertidumbre debido a la pandemia y a la paralización económica que no tiene cuándo acabar, entonces cuando uno hace memoria y por un instante tararea aquel hit chileno ochentero: “Es otra noche más de caminar/ Es otro fin de mes sin novedad/ Nadie nos quiso ayudar de verdad/ ¡Hey! conozco los cuentos sobre el futuro/ ¡Hey! el tiempo en que los aprendí fue más seguro”; se desilusiona al pensar que aquel baile de desempleo no es nuevo, porque viene desde hace mucho tiempo, y al parecer continuará…
Desde que el presidente Martín Vizcarra adoptó la medida del aislamiento social el 16 de marzo debido al virus del Covid, el país sufrió un duro golpe que atacó y sigue atacando la vida de nuestros compatriotas porque hasta el momento ya hay un saldo de 94,933 infectados confirmados, 28,621 personas recuperadas y 2,648 fallecidos (datos que maneja el Poder Ejecutivo).
En realidad, ni los propios especialistas en salud del gobierno saben a ciencia cierta cuándo bajará aquella curva definitivamente, porque ni siquiera se ha llegado a un nivel de meseta; no obstante, el golpe más duro que el pueblo peruano viene sufriendo es la falta de ingresos para poder sobrevivir porque hasta el momento según el INEI se han perdido más de un millón de puestos de trabajo a nivel nacional, eso sin contar los millones de pequeños comerciantes formales que se han quedado sin un sol para seguir produciendo en sus rubros.
Lamentablemente durante la cuarentena el rol de las ministras de Economía, Producción y Trabajo no es del todo claro. En ese sentido, la ministra Alva habló de un incentivo con el programa Reactiva Perú que brindará una inyección de S/ 30 mil millones de soles para ayudar a los empresarios para cumplir con la cadena de pagos y para no quebrar. Y a pesar que en la teoría de su discurso mencionó que las MiPyme podían acceder al crédito, se ha comprobado en la práctica que es totalmente lo contrario, porque han puesto un sinnúmero de obstáculos a modo de candados que le han cerrado las puertas de los trámites de incentivos a las microempresas. En suma, el programa Reactiva solo ha contemplado a grandes empresas. Lo más desatinado y riesgoso de aquella falta de inclusión y discriminación contra las medianas y pequeñas empresas, es que sin producción en los próximos meses van a estar condenadas a desaparecer.
Ahora bien, el rol de la ministra de Trabajo Sylvia Cáceres es por demás deplorable. Ella sale en los medios aprovechándose de periodistas que son presas del opio, para explicar con respuestas endebles que está trabajando para proteger los derechos del trabajador peruano y no hace más que mencionar las bondades del trabajo remoto y que incluso ya ordenó incrementar el número de inspectores de Sunafil; eso sin contar la evidente subordinación que le tiene a la Confiep cuando anunció que aceptaría la modalidad laboral de la suspensión perfecta, medida que prácticamente es un salvavidas para los empresarios.
Asimismo, a Cáceres se le ocurrió acatar con sumisión la iniciativa del Ministerio de Salud y por eso firmó la resolución que ha enviado a sus casas para quedarse sin trabajo a aquellas personas que tienen 60 años de edad y que además sufren de obesidad. Ella aduce que como son vulnerables hay que cautelar su salud. A ver, si tanto se preocupa ¿por qué no explica qué hará como ministra para que ellos solventen su manutención? tomando en cuenta que si solamente hablamos de trabajadores obesos, en Perú según los datos de la Sociedad Nacional de Industrias existen 1 millón 200 mil trabajadores en esa condición de sobrepeso. En ese sentido, las personas que tengan como mínimo un IMC de 30 (Índice de masa corporal) ya no podrán volver a trabajar, y eso no es otra cosa que discriminación.
Afortunadamente el gobierno lanzó un cronograma de reactivación económica porque el país ya no puede esperar más una paralización de sus actividades comerciales. Y se han definido cuatro fases para reiniciar las actividades económicas. Precisamente en mayo estamos en la primera fase y el rubro de restaurantes ya puede operar, pero solamente con atención delivery; es decir, aún no podrán albergar comensales en sus recintos, hasta la segunda y tercera fase. Felizmente ya han empezado a trabajar algunos restaurantes de las grandes cadenas y/o franquicias; pero los pequeños restaurantes han sufrido un tremendo chasco, porque ellos que son negocios de menor envergadura no podrán ni siquiera funcionar con delivery, porque lo que señala uno de los anexos de las Bases Estándar para los procedimientos de restaurantes autorizados para entrega a domicilio, como requisito básico: es que durante 2019 el restaurante haya facturado el equivalente a 75 UIT, (eso equivale a 322,500 soles) pero ante las protestas, apenas lo han disminuido a 50 UIT de ventas anuales (o su equivalente 215 mil soles).
Una vez más, sigue la discriminación de parte del gobierno contra la verdadera clase emergente, porque solo están incentivando para trabajar a los grandes emporios gastronómicos; a pesar que el último sábado la comensal Katty Gines Arrunategui denunció en redes sociales que encontró un gusano en la ensalada que le entregaron por delivery los repartidores de la famosa pollería Pardos Chicken. Es decir, se dice que ellos son rigurosos en sus procesos de sanidad, pero al mejor cazador se le va la paloma.
Así las cosas, entonces comerciantes de comida como Gastón Acurio, Rafael Osterling, Marisa Giulfo, Pedro Miguel Schiaffino, Flavio Solórzano, José del Castillo, Virgilio Martínez, Ugo Plevisani, Mitsuharu Tsumura más conocido como Micha, Alfredo Aramburú y Lalo Martins están bendecidos con la normativa vigente porque sus fastuosos huariquessí podrán trabajar sin ningún problema.
Sin duda, la economía se mantendrá en negativo en lo que resta de 2020 porque según datos oficiales del INEI en el trimestre febrero-marzo-abril 2020, la tasa de desempleo solo de Lima Metropolitana se ubicó en 9,0% y en términos de cifras absolutas se estima que existen 360 mil 700 personas que buscan un trabajo activamente.
Eso significa que el empleo seguirá cayendo y tal como se señala en el ente estadístico: éste disminuyó en 5,700 puestos de trabajo solo en Lima en el primer trimestre. Asimismo, la PEA que aún sigue trabajando apenas llega a los 4 millones 824 mil personas. Incluso el empleo formal ha caído en un 4%. Y eso ¿qué significa? significa que el empleo informal que representa a más del 75% de la PEA está más que desprotegido, porque algo que aún no toman en cuenta los economistas “expertos” del MEF y del BCR es que el rubro de servicios (Los principales son: turismo, restaurantes, transportes y comunicaciones, actividades inmobiliarias, educación, y servicios financieros) es el mayor y primer aportante al PBI del Perú, incluso por encima de la minería y el comercio, porque ha representado en los últimos trimestres de años anteriores hasta un 85% de crecimiento sectorial, y que se vio traducido en un 2.5% de PBI.
Finalmente, urge que el gobierno lance de una vez una flexibilización en todas esas resoluciones ministeriales que solo han puesto candados administrativos a una población informal que solo desea trabajar para supervivir, a pesar que la economía nacional estará en menos cero por lo menos hasta el final del tercer trimestre de este año.