La madrugada del 05 de febrero en los exteriores de la Basílica San Francisco los frailes fueron despertados por un estruendoso ruido. El municipio de Lima irrumpió con aproximadamente 400 agentes de fiscalización, entre serenos, personal de construcción y con ayuda de la Policía Nacional, con maquinaria pesada para derribar el muro perimétrico y las rejas que bordean el atrio del Convento.
Los frailes con ayuda de los vecinos intentaron evitar la destrucción del muro de la Iglesia, y se enfrentaron a los agentes de la Municipalidad y a los efectivos policiales.
La impotencia de los sacerdotes originó que empezaran a doblar las campanas de la iglesia en señal de alarma. Pero a pesar de eso, fueron golpeados por agentes de la Municipalidad de Lima y la Policía Nacional.
El muro de la “discordia” fue construido en el año 87 por el alcalde de Lima Alfonso Barrantes, por indicación de la Unesco, para que aquel complejo monumental sea aceptado y declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad.
En aquel tiempo, la Unesco puso como requisito: cercar San Francisco, porque considerada que el muro y las rejas protegían al monumento de la gente de mal vivir, de las marchas, e incluso, de los ambulantes, que generalmente invadían las arterias del centro histórico.
Según las palabras del Padre Pedro Castro de la Orden de Frailes Menores: “El municipio habla de remodelación y recuperación, pero lo que han hecho es destruir el cerco perimétrico que protege el complejo monumental San Francisco”. Y añadió que, remodelar no es destruir.
La Municipalidad Metropolitana de Lima, a través de Prolima, ha salido a defenderse y argumenta que están recuperando la Plazuela San Francisco para su puesta en valor, a través de su proyecto que ha sido aprobado por el Ministerio de Cultura, por estar contemplado en el Plan Maestro.
Además, aducen que el expediente técnico estuvo a cargo de varios profesionales durante cinco años, con el propósito de recuperar este espacio público, para facilitar el acceso peatonal de vecinos, visitantes y feligreses. Sin embargo, surge la pregunta: ¿Acaso este espacio público alguna vez estuvo cerrado, o impidió el libre tránsito de los ciudadanos?
Prolima, en un afán de marketearse, anunció que renovarán el piso de la plazuela e instalarán un nuevo mobiliario de descanso, para que los peatones vuelvan a ser los protagonistas del Centro Histórico.
Si bien, estas acciones fueron autorizadas por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura, mediante Resolución Directoral Nº 000009-2022-DGPC/MC; tampoco se hicieron los Estudios de Impacto Patrimonial (EIP), y de Evaluación y Monitoreo arqueológico, tomando en cuenta que habrá una remoción de suelos sobre el atrio de San Francisco y que podría afectar al museo subterráneo Las Catacumbas; que precisamente, descansan, debajo de aquella explanada.
La Municipalidad de Lima, a través de un comunicado señala que sí notificaron a la Orden Franciscana y a la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, indicando que iniciarían la obra el 05 de febrero; sin embargo, los miembros de la Orden afirman que las autoridades municipales, en ningún momento, les notificaron sobre la remodelación y por eso lo consideran como un flagrante atropello.
En las redes sociales se ha desatado un debate con opiniones divididas, y están los que defienden la recuperación de los espacios públicos, y los que defienden la intangibilidad y el respeto de los patrimonios culturales materiales.
Ante el escándalo, el Mincul, a través de su tuiter, también emitió un comunicado indicando que se ha puesto a disposición de la orden franciscana para brindar las facilidades de diálogo con la Municipalidad de Lima, a fin de lograr acercamientos beneficiosos de Patrimonio Cultural de la Nación.
Asimismo, la Conferencia Episcopal Peruana emitió un comunicado que respalda totalmente a la Orden Franciscana, ante la violenta y desmedida intervención de la Municipalidad, a un Monumento que en 1988 fue declarado por la Unesco: Patrimonio Cultural de la Humanidad.
A pesar que todos los días sale en pantallas lanzando opiniones sobre otros temas políticos, una vez más, el alcalde de Lima, Jorge Muñoz, se esquiva ante las situaciones abusivas de su comuna y hasta ahora ha guardado un silencio sepulcral.