El camino hacia la introspección suele ser largo y penoso. Es la capacidad no sólo de conocer nuestros propios procesos mentales, sino de realizar un reconocimiento consciente de las vivencias pasadas, incluyendo todo aquello que hemos preferido olvidar o mantener oculto (incluso para nosotros mismos).
Robert Orihuela decidió aventurarse en ese viaje. En pleno proceso, sin embargo, sucesos inesperados ocurrieron y la introspección pasó de ser reflexión psicológica a revisión corpórea. Introspección del cuerpo, de los órganos que llevamos dentro, de aquello que nos faculta la vida, pero que nos la despoja también. Desde el interior, ellos regulan el organismo humano y de su buen funcionamiento depende nuestra salud física y emocional. La observación de lo íntimo, se vuelve entonces literal para Robert y, en un acto de auto-disección, fija su atención en cada uno los dispositivos físicos que componen su propia corporalidad.
A manera de gran muestrario médico –o de enormes figuras de lámina escolar-, Robert presenta una serie de imágenes de órganos y vistas interiores del cuerpo. En ellas destacan intrincadas fibras a manera de venas y arterias; precisamente los conductos que hacen posible el vital flujo sanguíneo. En algunos trabajos ellas están conectadas a casettes -también diseccionados-, que en su movimiento mecánico hacen “funcionar” corazones, cerebros y pulmones. En otros, por lo contrario, muchos elementos se representan rasgados aludiendo a su fragilidad. Más aún, se encuentran sobre líneas blanquinegras, a la manera de los trajes de presidiario, como constatando que somos prisioneros de nuestros propios órganos.
Pero puede tratarse también de excepcionales exvotos. Popularmente realizados en pequeñas placas de latón con imágenes incisas, son ofrendas que los fieles conceden a los santos en señal de gratitud por un don recibido. En ellos están representados los elementos que refieren a la situación o suceso que se superó. Si bien su propósito se aplica para conmemorar ocasiones importantes de la vida y todo tipo de logros, la mayoría de los exvotos se concentran en motivos de salud y sanación. De allí que en ellos observamos continuamente partes u órganos del cuerpo, en referencia al miembro o a la enfermedad curada.
Funcionan también en este sentido las obras de Orihuela, aunque en este caso quizás el proceso es al revés. Nos ofrenda sus exvotos para lograr, en complicidad y con ayuda del espectador, el buen funcionamiento corporal, la sanación.
Realizados en fibra de lana por medio de un telar de pedales, la cura se relaciona también con un regreso a los orígenes. Técnica tradicional del área andina, Robert la ha heredado de su padre, experto tejedor del pueblo de San Pedro de Cajas, Junín. Después de un período de experimentación con otros materiales, no es casual que Robert volviera al tejido. Su proceso introspectivo lo llevó, por diferentes caminos nuevamente a casa, a la seguridad del hogar, a la técnica ancestral, al inicio. Sólo una vez allí es posible hallar los nuevos rumbos. Una cura urdida en trama y urdimbre.
El resultado es un conjunto de más de veinte obras que, desde el tejido y la materialidad de la lana, y a través de un lenguaje plenamente contemporáneo, nos hace reflexionar sobre el complejo interior del ser humano. No desde la acostumbrada referencia a la sensibilidad anímica o a elaboraciones mentales, sino desde la misma organicidad de nuestros cuerpos. Pero tampoco desde la frialdad aséptica de la ciencia médica, sino desde una perspectiva en que los órganos se vuelven símbolos, adquieren sentido vital y nos hablan de emociones y dolores. El fin es la reconciliación con ellos y con la vida.
Inauguración: Galería Juan Pardo Heeren – ICPNA Jr. Cuzco 446
Día: 16 de abril
Ingreso Libre