Opinión

El ángel azul, de Josef Von Sternberg (1930)

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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Ah estos alemanes patéticos y cargantes con sus sexualidades reprimidas. ¿Como tú o como yo? Lola Lola parece que lo puede todo. O por lo menos se lo come todo. Como dice, en algún momento, he tenido mejores y peores… Los hermanitos Mann, Heinrich y Thomas, escribieron un par de novelas que dejaron a las claras las sublimes turbulencias que nos constituyen. ¡Quién se salva! ¡Qué fácil cae, el hombre viejo tieso y recto, cómo se desmelena y se hunde en ambos casos!

Ya sea en El profesor Unrat (1905), de Heinrich, novela en la que se basa la película que reseño, como el escritor en Muerte en Venecia, de Thomas, que Visconti para la película homónima convirtió en músico. Era lo que habían estado deseando que les sucediera durante toda su vida. ¿El objeto amado es el culpable? Es de risa creerlo… El profe va para reprender a la supuesta corruptora de sus pobres muchachos, pero como dice la propia Lola, con gran sensatez, y siendo ella misma la evidencia, quién puede culparlos.

Ah Lola Lola con su amable sangre fría, con su entusiasmo toda cara y toda piernas. Con su manera puntual e infalible de seducir…

Y para no perderme en los pliegues del infierno tan querido, un comentario levemente técnico. En la película se da ese lógico momento indeciso del paso del silente al sonoro, uno nota el hueco de la inexperiencia, la duda de en dónde estamos, así que en vez de la presencia plena de sugerencia del silencio se siente la laguna de la falta de sonido, aunque de hecho la película tiene sonido, cosa curiosa y verificable.

Von Sternberg, lo entiendo, estaba ocupadísimo en la erección de un mito (difícil decirlo mejor), pero yo no veo grandes iluminaciones sociológicas, el plato está servido en cuanto a lo patente de la atmósfera irrespirable. Degradación es la palabra, y no intento ser moralista, sería puro facilismo… Eso sí, la dichosa atmósfera nos es restregada en las narices.    

Se me queda esta escena tan graciosa. Apesadumbrado. Luego de conocerla en espíritu y verdad, el profe se limpia en casa el sudor de la cara con un pañuelo que resulta ser la bombacha de ella, que tenía en un bolsillo. Profes del mundo, no sois más que unos payasos.

Película

https://ok.ru/video/2452414728761

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