Opinión

El alpinchismo en democracia

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El alpinchismo en democracia no entiende los fundamentos de las instituciones, sin embargo cuestiona lo que no conoce. No promueve el estudio de la moral y no sabe lo que es la incapacidad moral, sin embargo, desde su ignorancia, ejerce opinión.

El alpinchismo democrático promueve la sospecha de todo y de todos; ve la sociedad entre los malos y los buenos. Blanco o negro. Cuando un alpinchista democrático lee algo se deja guiar por el título, no por el contenido. Porque el alpinchista democrático es así: se pasa la democracia y el conocimiento de las instituciones por las bolas. Para el alpinchista democrático la sociedad es el coliseo romano. Y si no comulgas con sus ideas estás en su contra.

El alpinchismo democrático siempre ha existido en nuestro país. Sin embargo, en los últimos años, las redes sociales han propiciado su empoderamiento. Las redes le han dado poder: la opinión de un alpinchista vale lo mismo que la opinión de un experto. La opinión de un alpinchista, es refrendada por otros alpinchistas como él. Y si se juntan varios alpinchistas, eligen a un presidente. Eso es la democracia contemporánea.

La cuestión es clara: ¿Puede opinar de democracia, alguien que no conoce los fundamentos de la democracia? ¿Puede hablar de golpe de estado alguien que no puede definir cabalmente lo que es un golpe de estado? ¿Alguien que no sabe cuántos golpes de estado han existido en nuestro país? ¿Puede opinar sobre incapacidad moral, alguien que no sabe lo que es la moral? ¿Alguien que al escuchar los nombres de Hobbes, Locke, Kant, cree que se está hablando de una marca de chocolates? Y la respuesta es clara: sí, ese tipo de individuo opina, desde la ignorancia. Y no solamente opina sino que también elige: los congresistas, que hoy desprecia, son los que hace unos meses eligió. Este tipo de individuo alpinchista se siente empoderado alzando la voz y criticando: cree que esas prerrogativas son expresión cabal de la democracia. No se le ocurre considerar que, para opinar sobre algo, primero se debe investigar, que antes de tomar una postura se debe recurrir a la recolección de datos, a la documentación, al análisis. Esa plancha de aventureros presidenciales y este congreso de corsarios son su elección. Los eligió la ciudadanía, el pueblo.

El político ama al alpinchista democrático: el político sí sabe cómo funciona la democracia. Y le conviene la ignorancia de sus electores para manipularlos a su antojo. Los catequiza, los impulsa a opinar de una u otra manera: el elector ignorante, como una veleta, se deja llevar.

El alpinchista democrático  vota por quien le ofrece prebendas, por quien le sonríe, por quien se come el chicharrón.  El alpinchista democrático vota por el político pendejo y huevero. Y cuando este político llega al poder, comienza sus movidas: su mecida, su hueveo. Cuando el alpinchista se da cuenta que el político – una vez más – lo ha mecido, se indigna. Y cree que gritar e indignarse es ejercer cabalmente la democracia. Gritar y enojarse es válido, y es necesario ante el avasallamiento de las instituciones por los políticos enquistados en las esferas del poder; pero el requisito previo es el conocimiento de las instituciones. Si no conozco lo que son las instituciones ¿Cómo me puedo indignar? Es válida la indignación, con conocimiento de causa. Si no se conoce el motivo de la indignación o es una indignación de oídas, entonces eso no es democracia. 

No es democracia que políticos aviesos usen las instituciones a su antojo, para sus movidas, y tampoco es democracia que los electores voten sin conocer lo que es la institucionalidad democrática. La democracia se ejerce desde el conocimiento de las instituciones y luego de ese requisito previo, recién se puede ejercer la indignación: si es que el político usa las instituciones a su antojo. No funciona al revés. Si el elector no se informa o no desea saber y comprender qué es la democracia, entonces este elector es un alpinchista democrático. Alguien a quien le vale un carajo lo que es la democracia, sin embargo vota y se indigna. Y elige a sus representantes.

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