Opinión

El adversario, de Nicole García

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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La película es rápida y relativamente tranquila; y contradictoriamente fría y nerviosa, en varios pasajes. Me atrevería a decir que hay algo frío incluso en sus momentos cálidos. En suma, entretenida, si cabe semejante término, pero de una manera extraña, curiosa, dado el tema, y acercándose, eso sí, despacito, pero sin pausa, sin que se pueda hacer otra cosa que acudir al encuentro con lo más siniestro y difícilmente comprensible o explicable.

El protagonista tiene sus prisas, la película no. Hay una voluntad de entrar en un misterio. ¿pero cómo un misterio podría dejar de serlo? Si la comparo con su película hermana, El empleo del tiempo, de Laurent Cantet (2001) noto que los rostros son en general menos ‘expresivos’ como más interiores o de gente en general con narices, ojos o frentes más pequeñas y en general estaturas más pequeñas; incluso el auto del protagonista (Auteuil) es bastante más modesto y pequeño que el carro que manejaba el protagonista de El empleo del tiempo.

En la película de Garcia hay una voluntad de acercamiento a un registro documental (en estilo y ‘fondo’), con un cierto pulso de inestabilidad (algún corte rápido y alguna cámara en mano), pero no es una película temporalmente lineal (no como la de Cantet, digamos más estable, ‘correcta’ y clásica), sino un ágil rompecabezas, que requieres un juego de sequedad y temblor; una visión restrospectiva de los hechos, un deseo de tratar de integrarlos en algún orden, que se va delineando más claramente como una pesquisa policial (el consabido interrogatorio de quienes lo conocieron, y a la vez nunca lo conocieron).

Auteuil tiene un semblante memorable de estar en donde está y a la vez de estar casi siempre en otra parte, su rostro es como una máscara muy transparente, quiero decir, es transparente como máscara, pero no se puede saber lo que oculta…

En algunos planos en los que el protagonista se interna en la oscuridad, es imposible que uno no recuerde planos similares de Mulholland Drive, de David Lynch (2002). Es también la historia de alguien que se convierte en asesino. Se entiende muy bien que Angelo Badalamenti haga la música de El adversario. En cuanto a una explicación global de un crimen múltiple, la perplejidad supera cualquier intento.

(Columna publicada en Diario UNO)

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