Opinión

El abusivo comportamiento de Pedro Gallese contra un hincha peruano

El acto de violencia del arquero de la selección peruana debe ser sancionado.

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Se ama a un país siendo un buen ciudadano y trabajando para su engrandecimiento día tras día, no siendo un chauvinista fanático de una selección infructuosa. En este sentido, la conducta de Pedro Gallese contra el hincha de Messi al arrebatarle su celular y arrojarlo contra la cancha es fascismo puro (en la medida que es un acto perverso y estúpido) y un acto de violencia contra la libertad de su víctima a la que debe responder y satisfacer no solo por el pago del celular sino, además, por el perjuicio causado al haberse perdido la oportunidad de preservar la foto con el ídolo mundial y, sobre todo, por el estrés y frustración que eso debe haber conllevado, actos todos que no pueden ni deben ser aplaudidos por la turba de fanáticos de la selección.

En el fondo de esta ácida circunstancia radica una doble desgracia invariable desde hace demasiado tiempo en el Perú: por un lado, una incultura ilimitada y, además, una falsa conciencia de lo que es (o peor aun de lo que debe ser) el Perú.

La primera hace que la gente acepte la agresión cobarde y vil contra todo aquel que piensa u obra de un modo distinto (pasó en su momento contra diversos congresistas, por ejemplo, Tubino y Burga, cuyas acciones siendo muy cuestionables no daban cabida a una agresión física ni de ningún tipo). La segunda hace reposar la mala conciencia colectiva en el ensalzamiento de actividades tales como la gastronomía y el fútbol cuando hay mil razones mejores para exaltar al país.

En todo caso, no debe tomarse el elogio a Messi como un atentado contra la “nación”. Hacerlo sería tan absurdo como evitar que los jugadores rivales intercambien camisetas al final del partido. Para ahondar en detalles en esta perspectiva, recuérdese que incluso Beckham buscó a Simeone luego del duelo entre el Manchester United y el Inter Milán en los cuartos de final de la Champions League 1999 para intercambiar las camisetas, pese a que en el mundial de 1998, el Cholo hizo echar a Becks en aquellos octavos de final y no hubo ningún problema, pese a que por esa expulsión Inglaterra entera lo había repudiado largamente, etc.

Por último, aún en el peor de los casos la singularidad disruptiva pesa aun más que lo dispuesto por lo colectivo en el sentido expuesto por Evelyn Beatrice Hall en ‘Los amigos de Voltaire’ y que la gente ha atribuido directamente al autor de Cándido: “Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”, incluso se podría agregar que se puede estar en desacuerdo no solo con lo que se dice sino incluso con lo que se hace (siempre y cuando no se dañe a terceros desprevenidos o que no hayan dado su consentimiento) y, pese a ello, persistir en el deber ciudadano de defender dichos ejercicios, acaso el único fundamento por el que la democracia debe primar en el mundo.
Por último, la exigua cultura jurídica de la ciudadanía facilita que conductas totalmente reprochables y sancionables como la de Gallese pasen por agua tibia sin verse sometidas a todo el peso de la ley y eso no debe suceder más.

Si la víctima del arquero de la selección peruana nos consultara, haríamos, de inmediato, una suculenta demanda contra este individuo.
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Percy Vilchez Salvatierra.
Abogado.
999947277
Para más consultas jurídicas veáse en Lima Gris en Radio Planicie 91.5 FM todos los viernes de 5 a 6 pm.

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