Por Tino Santander Joo
El norte peruano está abandonado por el gobierno; miles de familias han perdido sus casas, viven a la intemperie, amenazados por el dengue y otras enfermedades; las autoridades locales y regionales no saben qué hacer. La “reconstrucción con cambios” fue un robo del gobierno de PPK y de la tecnocracia neoliberal que se autoproclamaba eficiente y honesta. Los gobiernos corruptos de derecha no tienen excusas. El ejecutivo ni el congreso comprenden la tragedia. El único norte que tienen es quedarse en el poder hasta el 2026.
Los fenómenos naturales en el país son recurrentes e históricos y nunca estamos preparados, siempre se hacen anuncios grandilocuentes, se crean pomposos organismos gubernamentales que son fachadas para organizar negocios corruptos.[1] En el norte no existe una red de salud que atienda la emergencia; las medicinas están caras debido al monopolio farmacéutico promovido por el estado; las carreteras, puentes destruidos, colegios, comercios, pequeñas empresas, miles han perdido sus puestos de trabajo. En medio de la tragedia los bancos llaman a cobrar deudas a través de estudios de abogados que amenazan a los damnificados.
Los peruanos creen que las autoridades regionales y locales hacen un vía crucis burocrático en Lima, para aprobar sus proyectos de obras e inversión; el mismo drama sienten los municipios frente a los gobiernos regionales. Es un circulo vicioso de nunca acabar, entonces nadie hace nada y todo sigue igual. Paradójicamente los fenómenos climáticos que traen hambre y destrucción, para la clase política y empresarial es una oportunidad de negocios.
El primer ministro tiene como objetivo librarse de las acusaciones de genocidio y asesinato de 67 peruanos; el abogado de la presidente Boluarte, señala que los policías son los asesinos y en ellos debe recaer todo el peso de la ley. Este gobierno no va a solucionar ningún problema. Las declaraciones de estos personajes dicen cuáles son las prioridades del ejecutivo. Hemos sido testigo de la frivolidad de la ministra de vivienda llevada en andas por humildes ciudadanos para evitar ensuciarse las botas, respondiendo altaneramente, sin compasión por el dolor de la gente.
No se trata de crear lemas marqueteros que promuevan al gobierno y escondan su incompetencia. Las autoridades regionales y locales al margen del ejecutivo deben convocar a las Fuerzas Armadas, que son las únicas preparadas para enfrentar esta tragedia. Las organizaciones sociales que tienen experiencia en la alimentación popular, los colegios profesionales y las universidades de todo el Perú, son los llamados a promover la ayuda y solidaridad con el norte.
Hace unas semanas atrás escribí un artículo titulado “Después del huracán la revolución social”. En el norte la gente empieza a reaccionar y lentamente toman conciencia de su situación de abandono y marginalidad. No se trata de imitar a Venezuela, Nicaragua o Chile, sino conquistar la libertad económica que acabe con los monopolios; el estado de derecho para que la ley no sea un instrumento de los grupos de poder económico; la democracia para afianzar la paz y el desarrollo nacional. La naturaleza y la realidad promueven la verdadera revolución cuyo protagonista serán los pueblos y no los fariseos de siempre.
[1] Ver el artículo de Ricardo Uceda El patito feo “El comercio” del domingo 9 de abril del 2023. Es una crónica sobre como la improvisación, la corrupción se impone de manera violenta y frívola.
